Un fósil de hace 280 millones de años considerado único resulta ser falso: es pintura negra

«La parte que está falsificada es el contorno del cuerpo (la impresión marrón que en la foto parece un lagarto). También hay marcas de rasguños alrededor de las 'patas' delanteras, así como dentro del abdomen, aunque son menos visibles debido a la capa de pintura, que indican que el cuerpo del fósil fue esculpido», describe a este periódico Valentina Rossi, del University College Cork, en Irlanda, y autora principal del estudio que este viernes aparece publicado en la revista 'Paleontology'.

La investigadora no tiene motivos para creer que se tratara de un intento de fraude, en el sentido de una acción maliciosa con la intención de obtener algo a cambio. Probablemente, tuvo más que ver con la forma en la que se trataban los fósiles en la época. Parte de los huesos de las extremidades posteriores son genuinos, por lo que «alguien intentó encontrar el resto del esqueleto, siguiendo lo que pensaba que sería la proporción del animal. Aplicar la pintura fue definitivamente una mala idea, pero en el pasado recubrir fósiles para protección y adorno era habitual y se pensaba que era apropiado», explica.

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El fósil, que mide poco más de 20 cm de largo, se muestra en el Museo de la Naturaleza y la Humanidad en Padua (Italia). Su excepcional conservación fue explicada por un particular proceso de fosilización, la carbonificación, común en restos vegetales pero rara en los de vertebrados. ¿Cómo pudo persistir el error tanto tiempo? «No existen documentos escritos que acrediten lo descubierto originalmente. En la primera descripción científica del fósil, llevada a cabo en 1959, el autor plantea la hipótesis de que el contorno corporal bien visible podrían ser restos de tejidos blandos. Entonces no existían técnicas para estudiar el origen de ese material, así que hizo lo que era mejor en ese momento», aclara Rossi.

Esto llevó a la clasificación del fósil como miembro del grupo de reptiles Protorosauria. La supuesta piel fosilizada había sido celebrada en artículos y libros, ya que puede revelar información biológica importante, pero nunca estudiada con precisión. La conservación un tanto extraña del fósil había dejado a muchos expertos inseguros sobre a qué grupo de reptiles pertenecía este extraño animal parecido a un lagarto y, en general, sobre su historia geológica.

La nueva investigación estudió el fósil en detalle para revelar sus secretos, aunque terminaran siendo tan incómodos. El análisis microscópico mostró que la textura y composición del material no coincidían con los de los tejidos blandos fosilizados genuinos.

Además, la fotografía ultravioleta reveló que la totalidad de la muestra fue tratada con algún tipo de material de recubrimiento. Recubrir los fósiles con barnices o lacas era la norma en el pasado y, a veces, todavía es necesario para preservar un espécimen fósil en las vitrinas y exhibiciones de los museos. El equipo esperaba que debajo de la capa de recubrimiento, los tejidos blandos originales todavía estuvieran en buenas condiciones, pero los hallazgos indican que el contorno del cuerpo de Tridentinosaurus antiquus fue creado artificialmente, probablemente para mejorar la apariencia del fósil. La piel carbonizada era solo pintura.

Sin embargo, no todo está perdido y el fósil no es completamente falso. Los huesos de las patas traseras, en particular los fémures, parecen auténticos, aunque en mal estado de conservación. Además, los nuevos análisis han demostrado la presencia de diminutas escamas óseas llamadas osteodermos -como las escamas de los cocodrilos- en lo que quizás era el lomo del animal.

Este fósil «es el testimonio de cómo ha evolucionado la paleontología», dice Rossi. «Definitivamente, hemos resuelto un enigma de larga data de por qué no hay otros fósiles como este en ningún lugar del mundo. Dado que algunos huesos se conservan, podemos seguir estudiándolos e intentar encontrar nuevos ejemplares», añade.

El nombre de Tridentinosaurus antiquus seguirá vigente hasta que se realicen más estudios que puedan aportar más datos. A su juicio, estos casos no ponen en duda el trabajo de los paleontólogos, sino que lo «fortalecen» y les dan «otro propósito fundamental: No solo podemos estudiar e informar sobre la evolución de la vida, también podemos ayudar a redactar políticas y leyes para informar a todos (desde expertos a aficionados) de cuáles son las mejores formas de tratar el material fósil, proteger nuestro patrimonio antiguo y combatir la desinformación».