¿Puede una estrella errante destruir la Tierra dentro de 29.000 años?
Un estudio del año pasado había calculado que una enana blanca pasaría muy cerca del Sol, desestabilizando las órbitas de numerosos objetos de la nube de Oort y lanzando algunos contra nuestro planeta. Una nueva investigación ha cambiado la historia
La estrella errante que puso «patas arriba» el Sistema Solar
Madrid
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Iniciar sesiónHace algo más de un año, en junio de 2022, un equipo de astrónomos que estudiaba la estrella enana blanca WD 0810-353 con datos del telescopio espacial Gaia calculó su trayectoria y predijo que ese astro errante atravesaría nuestro Sistema Solar dentro de ... 29.000 años. Desde luego, una mala noticia para los humanos del futuro.
En términos humanos, esa es una gran cantidad de tiempo, pero desde el punto de vista cósmico apenas se trata de un instante. Pensemos, por ejemplo, que la Tierra quedará sin duda destruida dentro de 5.000 millones de años, cuando el Sol agote su combustible de hidrógeno y se transforme en una enorme gigante roja que se 'trague' a los planetas interiores. Comparado con ese enorme lapso de tiempo, los 29.000 años que tardará WD 0810-353 en llegar hasta aquí parecen mucho más cortos... Si es que finalmente llega.
Un nuevo estudio, en efecto, afirma ahora que esa 'estrella asesina', no solo pasará de largo, sino que es posible que ni siquiera se esté dirigiendo hacia nosotros.
«Descubrimos que la velocidad de aproximación medida por el proyecto Gaia es incorrecta y que el encuentro cercano previsto entre WD0810-353 y el Sol en realidad no va a ocurrir», afirma Stefano Bagnulo, coautor de un artículo publicado en 'The Astrophysical Journal'. De hecho, es posible que WD0810–353 ni siquiera se esté moviendo hacia el Sol. ¡Ése es un peligro cósmico menos del que tenemos que preocuparnos!«.
Encuentros frecuentes
A pesar de que parece que esta vez no tendremos que preocuparnos, los 'encuentros' del Sistema Solar con otras estrellas son relativamente frecuentes. Según algunas estimaciones, más de 40.000 estrellas podrían haber atravesado la nube de Oort (una enorme esfera de escombros helados que rodea el Sistema Solar interior) desde que el Sol nació como estrella, hace unos 5.000 millones de años. Y al hacerlo, es fácil que esas estrellas pasajeras desestabilicen las órbitas de algunos de los millones de objetos de todos los tamaños que hay ahí, lanzándolos contra la Tierra.
El 'intruso' más reciente del que tenemos noticia, conocido como 'la estrella de Scholtz, visitó esa región hace 'solo' 70.000 años, justo cuando nuestros antepasados directos daban sus primeros pasos fuera de África.
La estrella que viene
En 2022, los astrónomos Vadim Bobylev y Anisa Bajkova analizaron el vasto conjunto de datos de Gaia en busca de estrellas que parecieran dirigirse hacia nosotros. Y eso los llevó directamente a WD 0810–353, una estrella enana blanca, un tipo de 'cadáver' estelar muy denso que queda tras la muerte de estrellas con masas similares a la del Sol. El propio Sol, sin ir más lejos, se convertirá en una unos mil millones de años después de pasar por la fase de gigante roja.
En aquél momento, los dos astrónomos calcularon que WD0810–353 pasaría aproximadamente a medio año luz de distancia, unas 31.000 veces la que hay entre la Tierra y el Sol. Y aunque eso pueda parecernos muy lejos, es lo suficientemente cerca como para que el paso de la enana blanca perturbe gravemente las órbitas de los objetos de la nube de Oort, cuyos tamaños varían entre unos pocos metros y varios cientos de km.
¿Pero qué llevó a los astrónomos a pensar que esa enana blanca en particular pasaría tan cerca? La respuesta es sencilla: los datos del telescopio espacial Gaia, de la Agencia Espacial Europea, que desde 2013 está llevando a cabo un enorme censo de más de mil millones de estrellas de la Vía Láctea y midiendo las velocidades, movimientos, luminosidad, temperatura y composición de cada una de ellas.
La estrella que faltaba
Pero a Gaia, esta vez, se le había escapado una pieza fundamental del rompecabezas: «excepcionalmente -explica la astrónoma española Eva Villaver, del Centro de Astrobiología (CAB) CSIC-INTA y coautora del estudio- esta vieja enana blanca también tiene un enorme campo magnético. En astronomía, los campos magnéticos son cruciales para comprender muchos aspectos físicos de una estrella y no considerarlos puede llevar a interpretaciones erróneas de los fenómenos físicos». Interpretaciones como la que llevaron a cabo Bobylev y Bajkova en 2022.
Los dos astrónomos rusos, de hecho, habían determinado que WD 0810–353 se dirigía hacia nosotros calculando la velocidad radial de la enana blanca, es decir, la velocidad de un objeto a lo largo de la línea de visión desde el observador hasta el objeto mismo. Algo que se hace observando el espectro de luz que emite la estrella y luego dividiéndolo en las distintas longitudes de onda que componen esa luz.
De hecho, si una estrella se aleja de nosotros, las longitudes de onda se alargan, lo que tiene el efecto de desplazar la luz hacia el extremo rojo del espectro electromagnético, un fenómeno conocido como corrimiento al rojo. Sin embargo, si una estrella se mueve hacia nosotros, la longitud de onda de la luz que emite se comprime y se mueve hacia el extremo azul y se describe como 'desplazada hacia el azul'.
Pero los campos magnéticos también pueden afectar el espectro de la luz de una estrella, dividiendo las líneas espectrales y desplazándolas a otras longitudes de onda diferentes. Algo que los investigadores no tuvieron en cuenta entonces.
Corrigiendo el error
Ahora, Bagnulo y sus colegas han recurrido al Very Large Telescope (VLT), en el norte de Chile, y en particular a un instrumento llamado FOcal Reducer and low dispersion Spectrograph 2 (FORS2).
FORS2 permitió al equipo obtener una imagen muy precisa de los espectros de WD 0810–353 y ver si su intenso campo magnético estaba afectando de algún modo a las mediciones de Gaia. Los nuevos datos no dejaron lugar a duda. Al tener en cuenta el campo magnético, la trayectoria y velocidad de la estrella muerta variaron sensiblemente con respecto a 2022. Es decir, que es muy probable que el Sistema Solar, después de todo, no tenga nada que temer de esta enana blanca en particular.
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Lo cual, sin embargo, no significa que en cualquier momento, cualquier otra estrella se acerque a nosotros. Es más, resulta prácticamente seguro que en algún momento del futuro eso sucederá. Y quién sabe qué estragos podría causar entonces esa visita en nuestro pequeño y frágil planeta azul.
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