El megacohete Starship de Elon Musk explota en pleno vuelo sobre el Atlántico y desvía decenas de vuelos

A pesar de haber podido recuperar su mega propulsor en el aire, con una conocida maniobra de pinza, SpaceX, la empresa aeronáutica del magnate, no ha podido saborear el triunfo de esta séptima misión de prueba, que incluía como principal novedad un primer intento de desplegar maquetas a tamaño y peso real de satélites de Starlink. Un objetivo incumplido por lo que se ha considerado desde la compañía «una anomalía con la etapa superior» de la aeronave.

La nave ha salido de sus instalaciones en Boca Chica, Texas, a las 22:38, hora española, y cuatro minutos después la parte superior se ha separado de su propulsor Super Heavy, tal y como estaba previsto. Tan solo siete minutos después del lanzamiento, el cohete propulsor ha regresado a su plataforma de lanzamiento, en una maniobra de descenso del espacio en la que ha vuelto a encender sus motores Raptor mientras se enganchaba a unos gigantescos brazos mecánicos fijados a una torre de lanzamiento.

El personal a cargo de la misión ha celebrado con aplausos el éxito de esta maniobra, que ya logró por primera vez en octubre de 2024, aunque un segundo intento en noviembre acabó con un amerizaje y posterior estallido en el Golfo de México, ante la presencia de Donald Trump.

Pero la alegría no había de durar mucho. «Perdimos todas las comunicaciones con la nave», informaba el director de comunicaciones de SpaceX, Dan Huot, en una transmisión en directo, durante esos primeros momentos en que todavía no se conocía el porvenir de la parte superior de este Starship, una versión muy mejorada del primer prototipo, con unos 37 pisos de altura.

Poco después, han empezado a aparecer en redes sociales vídeos de usuarios que habían podido observar un espectáculo luminoso poco habitual en el cielo, y que el propio Elon Musk reconocía como los restos de la explosión de Starship cayendo al océano Atlántico. «Las indicaciones preliminares apuntan a que tuvimos una fuga de oxígeno o combustible en la cavidad sobre el motor, que ha sido lo suficientemente grande como para crear una presión que excedió la capacidad de ventilación», ha informado Musk desde su cuenta de X.

«Además de verificar que no haya fugas, agregaremos extinción de incendios a ese volumen y probablemente aumentaremos el área de ventilación. Hasta ahora, nada sugiere posponer el próximo lanzamiento más allá del mes próximo», ha añadido con optimismo en el mismo mensaje.

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El rastreador FlightAware ha mostrado varios aviones en el Atlántico alterando su rumbo cerca de las Islas Turcas y Caicos, y la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA) ha añadido que tiene conocimiento sobre el incidente.

No es la primera vez que un intento de poner en órbita un prototipo de Starship acaba en una explosión. Los tres primeros vuelos de prueba acabaron de una manera similar, que provocó la pérdida de los vehículos. Sin embargo, SpaceX ha repetido rápidamente su diseño, reflejando su filosofía de «fallar rápido, aprender rápido».

Musk pretende ahora aumentar drásticamente la frecuencia de las pruebas, solicitando permiso a la FAA para realizar 25 en 2025, frente a sólo cuatro en 2024. La agencia está celebrando reuniones públicas sobre posibles problemas medioambientales y normativos, en medio de acusaciones de que SpaceX ha dañado zonas ecológicamente sensibles y violado la normativa sobre aguas residuales.

Pero, ahora que Musk forma parte del círculo íntimo de Trump, el multimillonario podría encontrar un camino más fácil bajo la administración entrante.