El secador de pelo, el invento que nació de la casualidad como un híbrido entre aspiradora y licuadora

El moderno secador de pelo fue alumbrado por un inventor francés, Alexandre Ferdinad Godefroy, que lo incorporó a su tocador parisino. Al parecer nació fruto de la casualidad, cuando el peluquero colocó a una clienta con el pelo mojado bajo la campana de la estufa de gas para ver qué pasaba, lo que sucedió era lo esperable: succionó la humedad y secó el pelo. Corría por aquel entonces el año 1920.

El secador Godefroy, que fue el nombre con el que se popularizó el invento, era realmente una aspiradora inversa: tenía una bomba de aire que creaba un vacío, un motor que calentaba los gases de su interior y un tubo por el que salía el calor.

Dos compañías estadounidenses mejoraron el invento del peluquero francés al conjugar la descarga de aire caliente utilizada en las aspiradoras con el motor de la licuadora, de aquel extraño maridaje surgieron los primeros secadores portátiles de la Historia. A pesar de todo, eran demasiado voluminosos, pesados y despedían poca cantidad de aire.

Tendrían que pasar tres décadas más para que el secador de pelo se convirtiese en un electrodoméstico común en los hogares, fue cuando aparecieron modelos más compactos y ligeros, que permitían, además, configurar diferentes temperaturas y velocidades.

En 1951 hicieron su aparición los secadores de casco, que consistían en un secador conectado a un tubo y que llegaba a un casco que se ajustaba sobre la cabeza. Cuando se encendía el secador el aire fluía a través del tubo y era expulsado por pequeños agujeros dispuestos alrededor del casco.

En la siguiente década la tecnología mejoró de forma considerable al utilizar materiales más livianos y motores más potentes. La siguiente mejora se produjo en las medidas de seguridad, cuando se incorporaron interruptores de apagado de temperatura, circuitos de interrupción por fallas…

Y es que durante mucho tiempo los secadores de pelo estuvieron asociados a accidentes funestos, no siendo del todo infrecuente que una persona fuese electrocutada por un secador que no cumplía con los estándares de seguridad. Un accidente que era más frecuente cuando el secador entraba en contacto con el agua.

Por ese motivo, en la década de los setenta del siglo pasado, la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo de Estados Unidos estableció directrices para que en la fabricación se cumpliesen ciertas medidas.

Afortunadamente, en estos momentos, los modelos que disponemos, además de ser muy seguros, son livianos (están fabricados en titanio y cerámica), potentes y secan el cabello en un tiempo record. El desarrollo de secadores iónicos, que emiten iones negativos, ha permitido ampliar sus prestaciones al reducir el encrespamiento del cabello.