Una química estadounidense desata la ira en Gran Bretaña por sugerir echar sal al té, pero tiene sus razones
El atrevido consejo ha escandalizado a los británicos, una polémica en la que incluso han intervenido delegaciones oficiales de ambos países. La científica se defiende: «Lo hace menos amargo»
La bebida sin alcohol que emborracha pero no da resaca
Un té en Londres
Una taza de té forma parte de la esencia de Gran Bretaña casi tanto como la monarquía, los autobuses de dos pisos, las cabinas rojas, los Beatles, los pubs o el 'fish and chips'. Todas cosas más o menos intocables. Pero una química estadounidense llamada ... Michelle Francl ha tenido la osadía de sugerir agregar una pizca de sal al té para obtener una bebida perfecta. El atrevido consejo ha desatado una tormenta de reacciones airadas entre los británicos, absolutamente escandalizados con la idea. La polémica ha llegado tan lejos que hasta la embajada de Washington en Londres ha intervenido para asegurar, irónicamente, que la propuesta «impensable» «no es una política oficial de Estados Unidos. Y nunca lo será».
«Apreciamos nuestra relación especial, sin embargo, debemos estar totalmente en desacuerdo... El té sólo se puede preparar usando una tetera», contestaba la Oficina del Gabinete británico sin poder resistirse al juego.
«Incluso después de trabajar en esta disciplina (la química) durante casi cuatro décadas, nada podría haberme preparado para la reacción de esta semana», asegura la investigadora. Autora de un libro de reciente publicación, 'Steeped: The Chemistry of Tea', no había previsto que, con sus consejos, «se gestaría una tormenta de fuego que arrasaría el Océano Atlántico, todo por culpa de unos pocos granos de sal».
«No tenía la intención de iniciar posiblemente la mayor crisis de bebidas desde que mis compatriotas se excedieron en Boston hace 250 años», escribe en referencia al Motín del Té de Boston, cuando las tasas sobre el té impuestas por Gran Bretaña a sus colonias provocaron el rechazo de los estadounidenses, que arrojaron cajas de té al puerto. Le siguió la guerra por la independencia.
Sabor amargo
Pero según esta veterana química, la idea de agregar una pizca de sal al té para reducir el amargor tiene sus raíces en la ciencia. «El ion de sodio es un elemento clave de la sal e interactúa con el mecanismo químico que produce la percepción de un sabor amargo», afirma.
Michelle Francl se confiesa una bebedora de té de toda la vida. Para su trabajo, ha leído más de 500 artículos sobre el té, ha realizado su propia investigación y ha intentado descubrir si el té es realmente adictivo, cómo le afecta el azúcar o si realmente sabe mejor si se hierve en una tetera.
«Una reflexión divertida para mí es que, al final, para ciertas personas, parece que la tradición siempre triunfará sobre la ciencia», afirma en 'New Scientist'. Al mismo tiempo, espera que los escépticos «le den una oportunidad a la ciencia; tal vez se lleven una agradable sorpresa». Después de todo, su libro fue encargado por la Real Sociedad de Química del Reino Unido.
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