Los humanos modernos siguieron un 'corredor azul' para salir de África hace menos de 100.000 años

La aridez provocada por la erupción del supervolcán Toba en Indonesia obligó a nuestros antepasados a moverse de poza en poza en busca de peces de los que alimentarse, según un nuevo estudio

El primero de nuestra especie fuera de África

Las excavaciones en Shinfa-Metema 1, en las tierras bajas del noroeste de Etiopía, revelaron una población de humanos de hace 74.000 años que sobrevivió a la erupción del supervolcán Toba Topographicmap.com

Los humanos modernos se dispersaron fuera de África varias veces, pero la migración más reciente y generalizada, que condujo a la expansión global, ocurrió hace menos de 100.000 años. La teoría más aceptada dice que nuestros antepasados aprovecharon los 'corredores verdes' formados durante ... los intervalos húmedos, cuando la vegetación y la comida eran abundantes, para aventurarse más allá del territorio conocido. Por contra, los períodos de aridez, cuando el alimento no estaba asegurado, habrían limitado el movimiento humano.

Sin embargo, un equipo de investigadores estadounidenses cree que la historia es algo más compleja. Según explican en la revista 'Nature', la aridez no frenó a los humanos sino que pudo ser un revulsivo que les obligara a migrar. La dispersión, en este caso, habría seguido las 'autopistas azules' creadas por ríos estacionales.

Los investigadores estudiaron el yacimiento Shinfa-Metema 1 en el noroeste de Etiopía, cerca del río Shinfa, ocupado por un grupo humano hace unos 74.000 años, cuando se produjo la erupción del supervolcán Toba, uno de los más grandes de la historia. La erupción está documentada por pequeños fragmentos de vidrio volcánico cuya química coincide con la de Toba. Los isótopos de oxígeno de las cáscaras de huevos de avestruz y de los dientes fósiles de mamíferos encontrados en la zona indican que el ambiente en esa época era particularmente árido, con largas estaciones secas a la par de algunos de los hábitats más áridos del este de África en la actualidad. Pero esos individuos se las arreglaron para sobrevivir.

Pescado para cenar

Hallazgos adicionales sugieren que cuando el caudal de los ríos se detenía durante los períodos secos, el grupo se adaptaba cazando animales que acudían a los pozos de agua que quedaban para beber. A medida que los pozos siguieron reduciéndose, se hizo más fácil capturar peces sin ningún equipo especial, y las dietas se inclinaron más hacia el pescado.

Los efectos climáticos del volcán produjeron una estación seca más larga, lo que hizo que la población dependiera aún más del pescado. Una vez secado un pozo, los humanos tenían que moverse y buscar uno nuevo. «A medida que las personas agotaban los alimentos dentro y alrededor de un determinado pozo de agua de la estación seca, probablemente se veían obligados a trasladarse a nuevos pozos de agua», dice John Kappelman, profesor de antropología y ciencias planetarias y terrestres de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.) y autor principal del estudio. «Los ríos estacionales funcionaron así como 'bombas' que desviaron poblaciones a lo largo de los canales de un pozo de agua a otro, impulsando potencialmente la dispersión más reciente fuera de África», señala.

Puntas de proyectil del yacimiento de Shinfa-Metema 1, en las tierras bajas del noroeste de Etiopía, que datan de la época de la supererupción de Toba, hace 74.000 años Blue Nile Survey Project.

Es poco probable que los humanos que vivieron en Shinfa fueran miembros del grupo que abandonó África. Sin embargo, la flexibilidad del comportamiento que les ayudó a adaptarse a condiciones climáticas desafiantes como la supererupción de Toba fue probablemente un rasgo clave de los humanos de la Edad de Piedra Media que permitió a nuestra especie expandirse por diversos climas y hábitats por todo el mundo.

Las personas que vivían en Shinfa cazaban una variedad de animales terrestres, desde antílopes hasta monos, como lo atestiguan las marcas de cortes en los huesos, y aparentemente cocinaban sus comidas, como atestiguan las evidencias de fuego controlado. Las herramientas de piedra más distintivas son pequeñas puntas triangulares simétricas. Los análisis muestran que son probablemente puntas de flecha que, con 74.000 años de antigüedad, representan la evidencia más antigua de tiro con arco. Tal vez las usaron para pescar a esos peces atrapados en las charcas.

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