¿Por qué huele tan mal la bolsa de basura?
ciencia cotidiana
El sulfuro de hidrógeno, los ácidos grasos, las aminas y los mercaptanos son algunos de los acordes de la sinfonía de la podredumbre
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Iniciar sesiónImaginémonos por unos instantes la basura como una gran orquesta sinfónica en la que los músicos han sido sustituidos por microbios, expertos instrumentistas que tocan una melodía muy especial: la de la descomposición. De esta forma, bacterias, hongos y otros microorganismos se convierten en virtuosos ... intérpretes de la que podemos bautizar como la sinfonía número 7 o de la podredumbre.
Y es que cuando tiramos algo a la basura estamos ofreciendo un suculento banquete a una plétora de microorganismos, los cuales liberan una serie de compuestos químicos volátiles, que son los responsables de esos olores tan característicos.
Un concierto de gases fétidos
Entre las principales 'notas' de esta orquesta fétida encontramos: el sulfuro de hidrógeno, los ácidos grasos, las aminas y los mercaptanos. El sulfuro de hidrógeno se produce cuando las bacterias descomponen proteínas que contienen azufre, como las que se encuentran en la carne o el huevo; los ácidos grasos se generan a partir de la descomposición de las grasas y las aminas a partir de los aminoácidos.
El sulfuro de hidrógeno -ese gas que evoca el olor a huevo podrido- impone su fragancia acre y penetrante; los ácidos grasos un aroma rancio, y las aminas aportan un toque amoniacal y fétido.
Ahora bien, la composición de los olores de la basura no es estática, sino que cambia a medida que avanza el proceso de descomposición. Al principio, predominan los olores dulces y afrutados, propios de la fermentación de los azúcares, y a medida que pasan los días surgen otros mucho más desagradables.
Cada alimento emana su propio aroma y al unirse con otros crea una sinfonía cacofónica que resuena en el aire. Así, un plátano olvidado, con su dulzura fermentada, se mezcla, por ejemplo, con el olor a carne en descomposición, y entre ambos crean una disonancia que resulta casi dolorosa para nuestra pituitaria.
¿Por qué nos molesta tanto esos olores?
El aire de la bolsa de basura, denso y cargado de una humedad, promete ser algo más que una simple condensación y acaba filtrándose a través de las rendijas de la bolsa y adentrándose en nuestras fosas nasales como un intruso indeseado. Desde allí viaja hasta nuestro cerebro y se fija en los pliegues de nuestra memoria con una persistencia irritante, que oscila entre lo nauseabundo y lo embriagador.
De esta forma, los olores fétidos se convierten en una especie de código de emergencia, que nos ha permitido asociar ciertos olores con peligro. De esta forma el olor a carne podrida o animales muertos es una señal de que hay un cadáver en las cercanías, con lo que ello supone, ya que puede atraer a otros animales y, además, aumentar el riesgo de sufrir enfermedades infecciosas.
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De alguna forma la bolsa de basura es un universo en miniatura, un microcosmos donde la vida se descompone y se transforma en algo nuevo, oscuro y desconocido. Es mucho más que un simple conjunto de moléculas, es una experiencia sensorial compleja que evoca una amplia gama de emociones y sensaciones. Un recordatorio de nuestra propia mortalidad y de la fragilidad de todo lo que nos rodea.
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