El científico que pasó de posible Nobel al paro por una denuncia de acoso: «He tenido que decidir entre seguir vivo o morir»

En lo más alto de su carrera, un informe y una denuncia por conducta sexual inapropiada provocaron la caída de David Sabatini. A expensas de que un juez se pronuncie, ahora intenta rehacer su vida

El #MeToo también llega a la ciencia

El biólogo David Sabatini en el IOCB de Praga Tomáš Belloň / IOCB Prague

Su nombre sonaba para el Premio Nobel y se encontraba en el mejor momento de su carrera. Sin embargo, tras un informe encargado en 2021 por sus superiores tras acusaciones por conducta sexual inapropiada, en el que se reflejaba un ambiente tóxico y sexualizado ... en su laboratorio, la carrera de David Sabatini (EE.UU., 1968) cayó en picado: fue despedido del prestigioso Instituto Médico Howard Hugues, amén de renunciar a sus cargos en el Instituto Whitehead y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Lo perdió todo, hasta el punto de tener que rechazar un nuevo empleo en la Universidad de Nueva York tras las protestas de estudiantes y profesores tras filtrarse su contratación.

Él admite que mantuvo relaciones esporádicas con la científica que le ha demandado por acoso sexual y que destapó el caso, pero afirma que todo fue consentido y que el problema llegó cuando ella quiso una relación más estable y Sabatini la rechazó. Ella, que fue becaria de Sabatini (si bien los hechos denunciados ocurrieron cuando ambos estaban al mismo nivel de jerarquía), no niega que estuvieron involucrados sentimentalmente, pero mantiene que se establecieron dinámicas de poder abusivas y que se sintió coaccionada a mantener unas relaciones que el propio Instituto Whitehead prohíbe expresamente en su normativa.

Dos versiones muy diferentes de una historia tremendamente complicada que aún no ha sido juzgada por un juez, aunque sí por la sociedad. Mientras espera llegar a los tribunales por la demanda interpuesta a su excompañera y a su antiguo laboratorio por difamación y discriminación en el trabajo, Sabatini intenta rehacer su vida. Tras dos años de parón, acaba de conseguir un trabajo en el laboratorio del Instituto de Química Orgánica y Bioquímica de Praga (IOCB), una contratación que tampoco ha estado exenta de polémica. El científico habla sobre todo el proceso con ABC por videollamada desde su casa en Boston, donde coordina los trabajos de su laboratorio en la capital de la República Checa, que empezará funcionar a pleno rendimiento en enero.

—¿Cuál es su situación ahora mismo?

—Tengo un hijo que vive en Boston. Y lo más importante de mi vida es ser padre. De hecho, tener un hijo es lo que me ha ayudado a sobrevivir. Sin él, yo no estaría aquí. Así que dije en la universidad que no me sería posible pasar más del 50% del tiempo en Praga, y ellos lo entendieron. Mi laboratorio aún no está al 100% de rendimiento, pero creo que para después de Navidad todo empezará a funcionar. Planeo estar unas tres semanas allí y otra semanas de vuelta en Boston.

—Usted y Michael Hall fueron precursores en descubrir la proteína mTOR, que ayuda a controlar la multiplicación celular y que podría ser clave para tratamientos contra el cáncer o las enfermedades ligadas al envejecimiento. ¿Su nuevo laboratorio continuará en esa línea?

—Llevamos décadas observando que das de comer un 20 o un 30 por ciento menos a una diversidad de especies de animales de lo que comerían normalmente, en general les va mejor: viven más, tienen menos enfermedades y menos problemas metabólicos. Y mTOR es probablemente uno de los sistemas implicados en la restricción celular que está proporcionando esos beneficios. Si conseguimos tener los beneficios de hacerlo, pero sin el coste, sería un gran avance. Lo que Mike y yo llevamos haciendo durante todos estos años es entender todo este sistema: no solo la proteína en sí, sino con todas las otras proteínas con las que está en comunicación y cómo interacciona con cada una de ellas. Eso es lo que estamos investigando ahora.

—Sin embargo, pasa de un laboratorio de 39 personas a otro de 12 como mucho.

—Obviamente ahora la situación va a ser diferente. Pero lo hice una vez y lo volveré a hacer: haré cosas importantes contando con nueva gente.

«He pensado en quitarme la vida muchas veces. Mucha gente en mi posición habría hecho lo mismo»

—Se muestra muy optimista. ¿Cree que, aunque se demuestre su inocencia, se olvidará todo este suceso?

—Todas estas noticias nunca mueren en internet. Solo espero que dentro de unos años no sea lo primero que la gente vea y que prevalezcan los hallazgos científicos. En los últimos años he aprendido lo que significa realmente la palabra sobrevivir; y no me refiero a tener una buena casa y viajar, sino a la diferencia entre estar vivo o muerto. Esa ha sido mi gran decisión estos últimos años. Aún así esta situación me ha ayudado entender que el 99 por ciento de la gente es muy buena, pero que bastan muy pocas personas gente para originar el caos.

—Ha dicho que durante los últimos dos años se ha estado debatiendo entre morir o vivir. ¿Ha pensado en quitarse la vida?

—Muchas veces. Pero no quiero hablar de eso, porque mi hijo algún día leerá estas cosas. No creo que sea algo extraño, mucha gente en mi posición creo que hubiera pensado igual. De un día para otro lo perdí todo. En tres días mis ingresos estaban a cero: todas las invitaciones, todos los estudios, todos los reconocimientos, todos los laboratorios, todo lo que me llevó 25 años construir. Pero se hizo antes y se puede volver a reconstruir otra vez.

—¿Cuál cree que ha sido el papel de los medios?

—No leo artículos sobre mí. No voy a leer esta entrevista. Se han hecho varios reportajes investigando a fondo la trama [El Boston Globe desde su sección de investigación 'Spotlight' le dedicó un especial de dos extensos reportajes] y creo que está claro que la situación es muy diferente a la que se escribió en algunos titulares. Y saldrá más y más información que aclarará lo que de verdad ocurrió. No voy a comentar más al respecto por razones judiciales, pero confío mucho en nuestra demanda. La única manera de conseguir toda la información es ir a juicio, que se vea todo. Esto va a llevar tiempo, pero estoy seguro de que todo saldrá a la luz.

«He visto a gente joven, mayor, hombres y mujeres decir cosas inapropiadas; pero sin mala intención»

—¿Qué piensa del machismo en la Ciencia?

—Hay personas más agresivas que otras, como en cualquier industria. Pero yo no he visto demasiado ese tipo de comportamientos. Sí vi gente decir cosas inapropiadas. A mí mismo me lo han dicho. Cuando empecé a enseñar en el MIT, una profesora senior dijo que era demasiado guapo para que se me tomara en serio. Delante de toda una clase. Y he visto gente mayor, joven, hombres, mujeres, hacer ese tipo de comentarios, pero no de forma maliciosa o con la intención de querer lastimar a nadie. Al final, todos somos humanos.

—Me refiero también al papel en general de la mujer en la Ciencia, de cómo la mujer ha estado tradicionalmente discriminada.

—Yo nunca he visto a nadie decir que hombre y mujer no son iguales. En mi laboratorio, las cosas más importantes que hice fue con investigadoras. En mi familia, todas las mujeres han tenido sus puestos de trabajo. Es por eso que ese concepto para mí es extraño y la verdad es que no vi nunca a nadie decir lo contrario. Creo que sí que hay problemas con las familias jóvenes, porque es difícil tener hijos cuando uno está en su mejor momento profesional en un terreno tan competitivo. Habría que ayudarles, crear servicios para ellos, tener horarios flexibles… Porque mucha gente ve un conflicto entre la carrera y la familia, y no debería ser así.

—¿Cree que el #MeToo se ha convertido en una 'caza de brujas' en algunos casos, como dicen algunas voces?

—Creo que cada caso es único y tiene sus particularidades, y de la única situación que realmente sé es de lo que me ha pasado a mí. Yo he trabajado con más de cien personas y la mayoría han estado contentas de hacerlo. Sé que estas acusaciones no vienen de mi laboratorio. Sé que hay muchos colegas que saben que la verdad saldrá a la luz, aunque también te digo que mucha gente no puede hablar porque tiene miedo. Pero soy optimista.

—¿Y qué opina de algunos colegas del IOCB que criticaron que se le contratase?

—Yo no leo nada de eso, no miro las redes sociales. Solo te puedo decir que la gente con la que he hablado del IOCB me ha mostrado un gran apoyo y he sentido una calurosa acogida a todos los niveles. Personalmente yo no he sentido ningún rechazo.

—También hubo quien dijo que ya había pagado con creces sus errores.

—Creo que lo que se me ha hecho no tiene precedentes. Yo solo puedo decir que he tenido un trato fantástico, aunque obviamente no conozco a todo el mundo en el IOCB, y habrá quien no esté contento con mi incorporación y no me hable. No puedo negar que exista, pero yo no lo he vivido.

—Usted mantiene su inocencia, pero pero ¿ha hecho, de algún modo, autocrítica?

—Parte de mi éxito viene porque soy una persona sencilla, que era algo que la gente que trabajaba conmigo apreciaba. Sí, tenía más años y más estudios científicos que ellos, pero al final, yo era uno de ellos. Y esa capacidad para relacionarte así yo la considero muy importante. No era alguien inalcanzable, era uno más de la banda. Y posiblemente eso también fue un problema. Probablemente debería haber puesto más límites. Pero también parte de mi éxito llegó porque yo era alguien accesible, que tenía la puerta abierta para que vinieras a hablar conmigo cuando quisieras. Si me escribías un mensaje en medio de la noche, probablemente tendrías respuesta.

—¿Cambiaría algo de lo que hizo?

—Obviamente, hice cosas que no debería haber hecho. Pero para mí la pregunta siempre ha sido ¿por qué?, ¿por qué tuvo que ser así?, ¿quién ganó con todo esto? Nadie. Docenas de personas han salido lastimadas en este asunto, se han perdido muchas investigaciones importantes por el camino que difícilmente se recuperarán. La pregunta de por qué ocurría todo esto no me ha dejado dormir durante dos años.

—¿Y ahora puede hacerlo, porque ha encontrado la respuesta?

—No la he encontrado. La gente dice muchas cosas que yo no voy a repetir. No hubo beneficio en todo esto. No ayudó a la causa de nadie, tampoco al Instituto Whitehead. No ayudó al MIT. Hay gente que me dice que las cosas a veces ocurren sin tener explicación, que solo pasan. Hay gente religiosa que cree de verdad en el concepto de 'el mal'. Yo no soy religioso y no creo que exista, pero sí estoy empezando a pensar que existe una fuerza con la que hay que estar peleando siempre. Pero ahora mismo mi prioridad es mi familia y la gente que trabaja conmigo. Y que todos salgamos bien de esto.

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