La culpa fue de El Niño: así provocó este fenómeno climático la mayor extinción masiva en la historia de la Tierra
Episodios extremos de El Niño causaron rápidos cambios en los patrones climáticos y las especies no tuvieron tiempo de adaptarse
Como la Gran Muerte estuvo a punto de aniquilar toda la vida en la Tierra
En la imagen, una sección de roca del Pérmico-Triásico revela la sequedad extrema que fue común en todo el mundo hace 252 millones de años
Hace 252 millones de años, en la frontera del Pérmico con el Triásico, la Tierra sufrió la peor extinción masiva de toda su historia. En menos de un millón de años, un simple parpadeo en la escala de tiempo geológico, desaparecieron más del ... 80% de las especies marinas y el 70% de las terrestres. El mundo tardó más de 10 millones de años en empezar a recuperarse de la catástrofe, cuyas causas siguen siendo un misterio para la ciencia. ¿Pudo ser culpa del impacto de un gran asteroide? ¿O de un periodo de vulcanismo extremo? ¿O de la liberación de una cantidad ingente de metano atrapada en los fondos oceánicos? ¿O se trató, quizás, de una mezcla de todo ello?
Ahora, un estudio recién publicado en 'Science' y codirigido por la Universidad de Bristol, en Reino Unido, y la Universidad China de Geociencias, en Wuhan, acaba de añadir un nuevo actor al drama: episodios extremadamente fuertes de 'El Niño', el fenómeno climático que en la actualidad calienta periódicamente el Pacífico y provoca graves alteraciones en todo el planeta. Según los investigadores, El Niño puede ser clave a la hora de explicar por qué los efectos del rápido calentamiento del Pérmico-Triásico fueron tan devastadores para todas las formas de vida, tanto en el mar como en la Tierra.
El misterio continúa
Durante mucho tiempo, los científicos han asociado esta gran extinción masiva a una intensa oleada de erupciones volcánicas en lo que hoy es Siberia. El dióxido de carbono, emitido por los volcanes en cantidades masivas, aceleró rápidamente el calentamiento, lo que provocó un 'estancamiento generalizado' de la vida y el colapso de los ecosistemas globales.
Pero lo que hizo que toda la vida en la Tierra, incluidas las plantas y los insectos, generalmente muy resistentes, sucumbiera del modo en que lo hizo, sigue siendo un misterio.
«Por sí solo -explica Alexander Farnsworth, de la Universidad de Bristol y coautor principal del artículo- el calentamiento climático no puede provocar extinciones tan devastadoras porque, como estamos viendo hoy, cuando los trópicos se calientan demasiado, las especies migran a zonas más frías y a latitudes más altas. Pero nuestro estudio ha revelado que el aumento de los gases de efecto invernadero no sólo calienta la mayor parte del planeta, sino que también aumenta la variabilidad del tiempo y el clima, haciendo que para la vida sea aún más difícil sobrevivir».
Es decir, que no se trata solo de que las temperaturas aumenten hasta hacerse insoportables, sino también de un violento cambio en las propias condiciones climáticas.
«La mayor parte de la vida -dice por su parte el también coautor principal Yadong Sun, de la Universidad de Geociencias de China- no logró adaptarse a esas condiciones, pero afortunadamente algunas sobrevivieron, sin las cuales no estaríamos aquí hoy. Fue casi, pero no del todo, el fin de la vida en la Tierra».
Demasiado calor en todas partes
Los investigadores revelaron la escala que muestra hasta qué punto llegó el calentamiento durante el Pérmico-Triásico gracias al estudio de los isótopos de oxígeno en el material dental fosilizado de pequeños organismos nadadores llamados conodontos, hoy desaparecidos. Al estudiar el registro de temperatura de estos animales en todo el mundo, los científicos pudieron constatar un notable colapso de los gradientes de temperatura en las latitudes bajas y medias.
Farnsworth, que utilizó nuevos y pioneros modelos climáticos para evaluar los hallazgos, afirma que «básicamente, hacía demasiado calor en todas partes. Los cambios responsables de los patrones climáticos identificados fueron profundos porque hubo eventos de El Niño mucho más intensos y prolongados que los que vemos hoy. Las especies, simplemente, no estaban equipadas para adaptarse o evolucionar lo suficientemente rápido».
Durante los últimos años, el fenómeno de El Niño ha provocado ya profundos cambios en los patrones de precipitaciones y temperatura.
Un ejemplo son los extremos climáticos que causaron la ola de calor en América del Norte en junio de este mismo año, con unas temperaturas que fueron alrededor de 15 °C más altas de lo normal. El año pasado también fue uno de los más calurosos registrados en todo el mundo debido a un fuerte El Niño en el Pacífico, exacerbado por el aumento de CO2 inducido por el hombre y que provocó sequías e incendios catastróficos a lo largo y ancho de todo el planeta.
Un El Niño persistente
«Afortunadamente -dice Paul Wignall, de la Universidad de Leeds y coautor del estudio-, hasta ahora estos acontecimientos sólo han durado uno o dos años seguidos. Pero durante la crisis del Pérmico-Triásico, El Niño persistió durante mucho más tiempo, lo que provocó una década de sequía generalizada, seguida de años de inundaciones. Básicamente, el clima estaba fuera de sí y eso hizo que fuera muy difícil para cualquier especie adaptarse».
La investigación también ha ayudado a explicar la abundancia de carbón vegetal en las rocas de ese periodo. «Los incendios forestales -explica David Bond, paleontólogo de la Universidad de Hull- se vuelven muy comunes si el clima es propenso a la sequía. El planeta quedó atrapado en un estado de crisis en el que la tierra ardía y los océanos se estancaron. No había lugar donde esconderse».
En su artículo, los investigadores subrayan que a lo largo de la historia de la Tierra ha habido muchos eventos volcánicos similares a los de Siberia hace 252 millones de años. Y que muchos de ellos provocaron extinciones, pero ninguna de la escala que tuvo la del evento Pérmico-Triásico.
La causa de esa diferencia, se explica en el artículo, está en estos 'Mega -El Niños', que crearon en el clima una retroalimentación positiva que condujo, primero, a condiciones extraordinariamente calientes en los trópicos y después más allá, lo que resultó en la muerte de gran parte de la vegetación. Como se sabe, las plantas, además de la base de la red alimentaria, son esenciales para eliminar el CO2 de la atmósfera y al morir, también desapareció uno de los mecanismos naturales de la Tierra para frenar la acumulación de CO2 en la atmósfera causada por el vulcanismo.
En la tierra antes que en el mar
Todo lo cual, además, ayuda también a explicar otro de los enigmas de esta extinción, a saber, la razón por la que la desaparición de especies ocurrió en tierra decenas de miles de años antes que en el mar.
«Si bien los océanos estaban inicialmente protegidos de los aumentos de temperatura -explica Sun-, el mega-El Niño provocó que las temperaturas en la tierra excedieran las tolerancias térmicas de la mayoría de las especies a un ritmo tan rápido que no pudieron adaptarse a tiempo».
Las extinciones masivas, aunque raras, son una especie de 'latido' del sistema natural de nuestro planeta, con el que se restablece la vida y la evolución puede avanzar por caminos diferentes.
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«La extinción masiva del Pérmico-Triásico -concluye Farnsworth-, aunque devastadora, en última instancia provocó el surgimiento de los dinosaurios, que se convertirían en la especie dominante a partir de entonces, hasta que otra extinción masiva, la del Cretácico, acabó con ellos y condujo al surgimiento de los mamíferos y, más tarde, de los humanos«.