«Pisé el suelo y la tierra se abrió»

El Hierro tiembla, como antes lo hizo La Palma o Tenerife. Vivir en Canarias es convivir con volcanes

«Pisé el suelo y la tierra se abrió» REUTERS

J. l. jímenez/ B. SAGASTUME

No había redes sociales pero la comunicación con el mando central en Madrid era potente. El 18 de noviembre de 1909 el alcalde de Icod de los Vinos (Tenerife) decía a las 11 de la mañana: «Según informes telefónicos, hay señales evidentes de erupción volcánica. ... Faldas Sur del Teide, en montaña de Las Cruces». Ha pasado ya más de un siglo de aquellos acontecimientos , pero cada cierto tiempo las Islas Canarias acaparan protagonismo por su actividad volcánica, como ha ocurrido estos días en la pequeña isla de El Hierro.

Todo el dispositivo de seguridad y emergencia que hoy se ve allí es fruto, en buena parte, de lo sucedido en 2004, cuando se temió una erupción en el mismo Teide. Entre otras medidas, se creó un departamento específico en vulcanología, encargado de vigilar los parámetros precursores a una erupción. Este grupo depende del Instituto Geográfico Nacional, el que vigila ahora en el Hierro la actividad volcánica.

Hace siete años, Tenerife vivió una crisis sísmica comparable con la de hoy en El Hierro, aunque con algunas diferencias. El incremento de los movimientos sísmicos hizo que se previeran las posibles consecuencias de una erupción y se intensificaron las medidas de vigilancia en el Teide y su entorno . La noticia llevó a muchos vecinos a abandonar los pueblos en busca de mayor seguridad o marcharse de la isla. Santiago González regenta una tienda de semillas y artículos para la agricultura en Icod de los Vinos. En aquellos días, «se vivió una auténtica locura», recuerda.

Desde el ayuntamiento icodense insistían en que estuvieran todos preparados, de modo que la clientela se agolpaba en la tienda de González en busca de lo que fuese. «Vendí toda la existencia de velas y linternas, bolsas de carbón, servilletas y rollos de papel, lámparas de aceite; las pilas las vendí todas, el negocio de un año lo hice en unos pocos días», se ríe hoy. Pero también compraban cosas de lo más insólitas: «La gente se llevaba los trajes de fumigar, los que usan para aplicar los productos fitosanitarios, ¡como si les pudiera servir para algo!».

«No podíamos dormir»

Raúl Berdial recuerda todavía aquellos temblores. «Pasamos unos días muy malos. Costaba mucho dormir, mi mujer y mi niño no podían. Una cuñada que trabaja en el Parador Nacional, donde estaban los vulcanólogos estudiando el fenómeno, nos traía información directa y me aseguraba que la situación era más grave de lo que se contaba». Berdial llegó a comprar más de veinte garrafas de agua de 10 litros y cinco o seis linternas y alimentos no perecederos. «Creo que todavía hoy estoy comiendo latas de entonces».

A Carlos Acosta, mecánico de profesión, los temblores le cogieron en el taller. «Los coches que tenía para arreglar se movían, temblaban». A su lado, Manuel Daute ve con perspectiva lo ocurrido, a la luz de todo lo que está pasando en El Hierro, donde se pide calma a la población. «A nosotros también nos decían que no nos preocupáramos, pero todo el mundo compró linternas y mascarillas, porque no sabían qué era lo que podía ocurrir si el Teide se despertaba».

A Virgilio, un taxista de Lanzarote, le importan muy poco los temblores de tierra y los volcanes, salvo para enseñar la tierra volcánica a los turistas. «No les veo peligro, son previsibles, y nosotros tenemos un instinto especial para esto». Juan Falcón, profesor, cuenta, antes de coger un vuelo a El Hierro, dónde hará submarinismo a pulmón libre, ya que «los temblores son peores cuando crees que lo que está pasando es algo serio». Falcón va a El Hierro con mucha frecuencia y, al ver todo lo que se ha formado, quiere darse «el gustazo de estar en el mar y poder contarlo».

El enjambre de microsismos que durante estas últimas semanas se está extendiendo hacia el sur de El Hierro recuerda a la crisis volcánica que se vivió en La Palma en 1949 con la erupción del San Juan. Herta García Pérez tenía entonces 13 años. «Cuando era pequeña mi profesor nos contaba que solo veríamos un volcán emitiendo fuego una vez en nuestras vidas, ahora viendo El Hierro quizá vea tres».

Después del San Juan, en 1971 entró en erupción el Teneguía, también en La Palma. El volcán de Teneguía «ya fue otra cosa» puesto que «se notaba que había más medios». Aunque los expertos dicen que no hay experiencias de crisis sísmicas asociadas a vulcanismo en Canarias, Herta asocia los temblores en el suelo de ahora a los de los dos volcanes que ha «visto y vivido». Onésimo Luis tampoco puede olvidar la erupción del San Juan. «Tenía 13 años y se quedó atrapado al pisar una zanja cuando subía a verlo. «Pisé el suelo y la tierra se abrió, estaba caliente. Me tuvieron que sacar los amigos».

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