¿Pueden reírse los animales?
Un estudio encuentra hasta 65 especies de animales que durante el juego emiten sonidos específicos, equivalentes a la risa humana

La risa, solemos pensar, es una capacidad exclusiva del ser humano, una forma de expresión y comunicación asociada a un alto grado de inteligencia. De hecho, la risa es una importante forma de conexión entre personas, y aunque las causas que la provocan pueden variar ... ampliamente entre individuos y grupos, el sonido de una carcajada es algo universal y perfectamente reconocible para cualquiera, no importa la cultura a la que pertenezca.
¿Pero ocurre lo mismo con el resto de los animales? ¿Tienen otras especies la capacidad de reírse? Y si es así, ¿se ríen los animales de las mismas cosas que nosotros? Entre los humanos, la risa puede expresar una amplia variedad de emociones, que van desde el puro y genuino disfrute hasta el más amargo disgusto. Nos reímos cuando escuchamos un chiste, o cuando vemos algo que nos parece divertido. Tenemos, en definitiva, algo llamado sentido del humor , y lo cierto es que no sabemos si también los animales lo poseen.
Para responder a esas preguntas, un equipo de investigadores encabezado por Sasha Winkler, doctora en antropología biológica de la Universidad de California, acaba de publicar un estudio en la revista 'Bioacoustics' en el que recopila los resultados de decenas de trabajos anteriores. Y la conclusión parece indicar que, aunque no con todos los matices de nuestra especie, muchos animales tienen la capacidad de reír.
Numerosas especies animales, en efecto, producen mientras juegan una serie de sonidos que son exclusivos de esa actividad, y son muchos los investigadores que creen que esos sonidos son el equivalente a la risa humana. Hace poco, por ejemplo, un estudio logró identificar hasta 65 especies que 'se ríen' mientras juegan. La mayoría de ellas eran mamíferos, pero no faltaban tampoco algunas aves. Ahora, Winkler y sus colegas han dado un nuevo paso para rastrear el origen evolutivo de la risa y establecer si la capacidad de reír es, o no, exclusivamente humana.
Según el nuevo estudio, y dado a que a menudo los juegos entre animales se parecen mucho a peleas, emitir esos sonidos especiales, esto es, reírse, puede ayudar a evitar que lo que empezó como un simple juego pase a mayores y se convierta en una verdadera y violenta disputa.
Pero hay animales y animales. En el caso de los primates, por ejemplo, resulta muy fácil saber cuándo están jugando. Y es que nuestros parientes evolutivos más cercanos tienen incluso una 'cara de juego', con expresiones que resultan muy similares a las nuestras cuando nos estamos divirtiendo.
En anteriores estudios, Winkler ya notó que los macacos rhesus jadeaban al mismo tiempo que jugaban. Y también se sabe que muchos otros primates vocalizan diferentes sonidos durante sus actividades lúdicas. La cuestión era averiguar si la risa podría extenderse también a otra clase de animales 'menos parecidos' a nosotros. En palabras de Winkler, «revisamos decenas de investigaciones previas buscando cualquier mención de señales vocales de cualquier animal durante el juego».
Se encontraron con decenas de ejemplos, con detallados estudios sobre señales vocales específicas del juego en primates, roedores, carnívoros sociales e incluso en mamíferos marinos . Entre esas señales exclusivas, reza el estudio, se encuentran por ejemplo el ronroneo de un mono verde ( Chlorocebus aethiops ), el trino ultrasónico de una rata ( Rattus norvegicus ), el silbido y el graznido de un delfín mular ( Tursiops truncatus ) y el divertido gorjeo de un mono ardilla ( Saimiri sciureus ). Entre los primates, desde luego, la cosa es mucho más evidente, y sus 'expresiones jocosas' van desde los simples jadeos a los chasquidos de labios, gruñidos, trinos, chillidos y hasta carcajadas.
Las aves, también
Más sorprendente, sin embargo, resultan los comportamientos observados en dos especies de aves : la urraca australiana ( Gymnorhina tibicen ) y el loro kea ( Nestor notabilis ). Ambos, en efecto, también emitían sonidos especiales durante el juego. En un estudio de 2017 sobre los loros kea, que viven en Nueva Zelanda, los científicos descubrieron que si grababan su risa gorjeante y la reproducían después a través de un altavoz, otros loros empezaban a reírse de forma espontánea. Su risa, explica Winkler, «actúa pues como una invitación a otros keas, específicamente para facilitar e iniciar el juego».
Sin embargo, no aparecieron en la literatura científica estudios sobre la risa en peces, anfibios y reptiles, animales entre los que ni siquiera sabemos si existe el juego como forma de interacción. En nuestro caso particular, los investigadores piensan que la risa humana se originó, precisamente, durante el juego, algo que parece respaldado por los ejemplos observados en primates.
Para Winkler, en efecto, la risa humana podría haber evolucionado a partir de un sonido similar al jadeo que, «a lo largo del tiempo evolutivo, se convirtió en el 'ja, ja, ja' que utilizamos hoy». Aún nos reímos durante el juego, pero los humanos hemos incorporado la risa también al lenguaje y a otros comportamientos ajenos al juego, usándola para transmitir un abanico de emociones, tanto positivas como negativas.
La risa humana, además, se diferencia de la de otros animales de otro modo importante: su volumen . Las personas transmiten su risa en voz alta, a menudo como una forma de establecer su inclusión en un grupo. Al contrario, cuando la mayoría de los animales se ríen, el sonido es muy bajo, justo con el volumen necesario para que lo escuche el compañero de juegos.
«Es realmente fascinante que tantos animales tengan una función similar a la risa mientras juegan –concluye Winkler–. Pero existen también esas otras partes únicas de la risa humana, y eso será importante para próximos estudios».
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