No, no hay vida en las nubes de Venus
Un nuevo estudio concluye que ni los organismos más extremos sobrevivirían en su atmósfera por la escasez de agua
Imagen del planeta Venus obtenida por la nave espacial japonesa Akatsuki en 2016 donde se aprecian claramente sus nubes
Venus, olvidado durante tanto tiempo, volvió a la actualidad el pasado año de la mano de un polémico estudio que abría la puerta a la posibilidad de la existencia de vida en su atmósfera . La clave, decían, se encontraba en la presencia ... de fosfina, un gas incoloro y muy inflamable que normalmente se genera durante la descomposición de materia orgánica. Los resultados fueron cuestionados por otros equipos, que dudaban incluso de la presencia misma del gas. Este lunes, una investigación internacional con participación española supone un nuevo varapalo a la posibilidad de que la atmósfera venusiana esté plagada de microorganismos flotando libremente.
El nuevo trabajo, publicado en 'Nature Astronomy ' no se fija en la fosfina, sino en el agua. Según concluye, las nubes de Venus no son habitables porque están secas. Ni siquiera los organismos adaptados para vivir en ambientes extremos en la Tierra podrían soportarlo.
El equipo calculó la actividad del agua dentro de las nubes de Venus y otros planetas del Sistema Solar, a partir de observaciones de temperatura y abundancia de vapor de agua. El valor obtenido en las gotitas de ácido sulfúrico, que constituyen la mayor parte de las nubes de Venus, es de ≤0,004, dos órdenes de magnitud por debajo del límite de 0,585 que soportan los extremófilos conocidos. La culpa la tiene precisamente el ácido sulfúrico, que desplaza el agua. Cuanto más concentrada está una disolución, menos cantidad de agua habrá.
«Si un organismo en un ambiente no puede metabolizar ni reproducirse, quiere decir que como mucho estará en estado latente, dormido (por ejemplo, como una espora)», explica Mari Paz Zorzano, del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) y coautora del estudio. Sin embargo, «todos los organismos terminan sufriendo daños con el paso del tiempo que deben ser reparados y necesitan un cierto metabolismo mínimo. Si no, dejan de ser viables y mueren. Por eso, por ejemplo, se han encontrado suelos en la Antártida donde no hay vida», continúa.
Zorzano reconoce el «altísimo interés» que puede tener la detección de la fosfina, especialmente en las atmósferas de exoplanetas. «Lo que nuestro trabajo indica -subraya-, es que aunque se detectara una molécula de este tipo, eso no debe ser tomado como una detección de vida. Primero debemos centrarnos en ver si el ambiente es habitable». En cualquier caso, «la detección de fosfina en Venus es algo que tiene que corroborar la comunidad científica, primero se debe verificar que los datos están correctamente calibrados y que la señal que se detecta es correcta», advierte.
Aunque sus conclusiones no son muy alentadoras respecto a la posibilidad de hallar vida en el planeta hermano de la Tierra, la investigadora cree que el trabajo para entender su atmósfera debe continuar. Esa será la ocupación, entre otras, de las futuras misiones denominadas Davinci + y Veritas , anunciadas recientemente por la NASA, y EnVision , de la Agencia Espacial Europea (ESA).
«Para saber si estamos solos en el Universo, debemos explorar los ambientes habitables y los más extremos. Debemos comprender el Sol, y su interacción con los planetas, estudiar los cometas que transportan agua, los meteoritos que transportan carbono y analizar las atmósferas que se forman. Solo así podremos extrapolar a otras estrellas y exoplanetas», dice Zorzano.
En otros mundos
El estudio también se extiende a otros planetas, como Marte, donde la formación de hielo de agua impone una actividad acuosa de ≤0.537, ligeramente por debajo del rango habitable. O las nubes de Júpiter, donde las condiciones sí son biológicamente permisivas (>0.585) aunque otros factores, como su composición, pueden jugar un papel importante en la limitación de su habitabilidad.
Como comparación, las condiciones presentes en la troposfera de la Tierra permiten la vida, mientras que, por encima de la estratosfera media, la atmósfera se vuelve demasiado seca para su existencia.
Los investigadores creen que sus resultados pueden ayudar a estudiar exoplanetas, mundos más allá de nuestro Sistema Solar. Según Zorzano, «intentaremos buscar moléculas que en la Tierra están muy asociadas con la vida, como O2, CH4, NH3... La detección de cualquier otra molécula que contenga C, H, O, N, P y S en una atmósfera exoplanetaria sería siempre de altísimo interés. Lo que nuestro trabajo indica, es que aunque se detectara una molécula de este tipo, eso no debe ser tomado como una detección de vida. Primero debemos centrarnos en ver si el ambiente es habitable y existe suficiente agua como para que la actividad acuosa sea superior a 0,585. Es decir, no es suficiente detectar trazas de agua, y una temperatura por encima de 0°C para que un ambiente de un exoplaneta sea habitable. Es necesario que haya suficiente agua para que, a esta presión y temperatura, los microorganismos puedan metabolizar y reproducirse».