El milano negro no saca la bandera blanca

Esta rapaz decora su nido con un visible plástico blanco para avisar a los intrusos de que no rehúye el conflicto físico

F. SERGIO

Ruth Pilar Espinosa

El milano negro no necesita una bonita caligrafía para indicarle «Prohibido el paso» a otro ejemplar de su especie. Le basta con forrar su nido con objetos de plástico blanco . El color actúa de mensaje; uno tan informativo como amenazante: las aves ... que ocupan el nido son fuertes y proclives al conflicto físico . La fórmula ahorra tiempo y energía a emisor y receptor, que eluden un percance corporal. Y refleja la calidad del territorio y el éxito reproductor que detenta cada milano, señala un estudio publicado en la revista Science.

Los autores, entre ellos Fabrizio Sergio y Julio Blas, de la Estación Biológica de Doñana, centro adscrito al CSIC, comprobaron que este tipo de construcciones adornadas se daba, sobre todo, en aquellos ejemplares que se encontraban en la plenitud de su vida (milanos de entre siete y doce años). «Los jóvenes y mayores, en cambio, al ser peor luchadores, no suelen hacer gala de tal ostentación», explica Blas.

El color blanco acarrea un alto coste de depredación, pues resulta visible a gran distancia, pero también supone un aviso para los intrusos: el propietario del nido es un guerrero «viable» capaz de defender los recursos tróficos de su lugar de residencia. «Les ofrecimos materiales transparentes y verdes para ver si los empleaban para camuflar el nido o por cuestiones sanitarias, térmicas o de impermeabilidad, por ejemplo, pero los rechazaban», comenta Blas

Connotación sexual

Otras especies, como las aves canoras y los peces, en cambio, emplean estos sofisticados sistemas de comunicación dentro de un contexto de selección sexual, para buscar pareja. En el caso de los milanos la construcción del hogar conyugal es una cuestión de dos. «Los machos y las hembras recogen las mismas cosas, no tienen gustos dispares. Y no tienen que desplazarse hasta vertederos o cubrir una gran extensión para dar con plástico, ya que se trata, por desgracia, de un producto muy abundante en la naturaleza», comenta el investigador de la Estación Biológica de Doñana.

Durante las horas de observaciones realizadas a los 127 nidos examinados, Sergio, Blas y el resto de sus colegas notaron que las pajareras engalanadas de manera natural recibían un número muy pequeño de ataques. Los que estaban ocupados por jóvenes y mayores, en cambio, contabilizaban una intromisión cada diez minutos, subraya Blas. «Los individuos de menor valía se abstienen de recolectar los objetos ofrecidos en su hábitat. Además, eliminaban los que nosotros colocábamos de manera experimental, sabedores de que su fingida superioridad les acarrearía un castigo social, por ejemplo, que otras aves o milanos solteros intentaran quedarse con su propiedad y no pudieran impedirlo al ser más débiles», afirma el experto.

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