Director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard

Avi Loeb: «La única explicación para Oumuamua es que haya sido fabricado por una civilización extraterrestre»

El célebre astrónomo acaba de publicar un libro en el que explica por qué está convencido de que se trata de un objeto artificial

El astrónomo Avi Loeb, director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard Vídeo: EP

Al astrónomo principal de la Universidad de Harvard le gusta nadar a contracorriente. Víctima de una curiosidad insaciable, Abraham Loeb, Avi para todo el mundo , lleva ya muchos años sorprendiendo a profanos y científicos con estudios rompedores, desde el origen del Universo a la ... panspermia intergaláctica o la posibilidad de enviar un enjambre de micro naves impulsadas por velas solares a Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol. Conocido como «Proyecto Starshot», esa idea llegó a cautivar al mismísimo Stephen Hawking. Su última obsesión tiene nombre hawaiano: Oumuamua, el «mensajero» llegado de lejos, el primer objeto interestelar observado por el hombre en el acto de cruzar el Sistema Solar y que ha dejado tras de sí más preguntas que respuestas. ¿De qué está hecho? ¿Por qué brilla tanto? ¿Cómo consiguió cambiar su trayectoria y acelerar, en contra de lo que dictan las leyes de la gravedad? Para Loeb, solo hay una respuesta posible. Oumuamua es un objeto artificial, construido por una lejana civilización para surcar la inmensidad del espacio. Tras publicar varios estudios sobre el tema, el científico ha decidido ahora resumir los datos recopilados durante los 11 días de 2017 en los que Oumuamua fue visible para los telescopios. «Extraterrestre», publicado por Planeta, es el resultado de una larga investigación y de una profunda reflexión que lleva al autor, inevitablemente, a la convicción de que hemos recibido la visita de un artefacto construido fuera de la Tierra. En esta entrevista, Avi Loeb explica a ABC sus ideas y el proceso que le llevó a formular una teoría valiente, pero que le ha convertido, también, en el blanco de las críticas de la mayoría de sus colegas.

-Usted está convencido de que Oumuamua es, en realidad, una pieza de tecnología extraterrestre que pasó a través de nuestro Sistema Solar. Muy brevemente, ¿cuáles son sus principales argumentos para sostener el origen artificial y alienígena de Oumuamua?

-Creo que el origen extraterrestre es la explicación más plausible para todas las anomalías de Oumuamua. Cosas que hacen que no se comporte igual que el resto de los cometas y asteroides que conocemos. Primero está su extraordinario brillo. Oumuamua multiplica por 10 la luz solar que recibe, muchísimo más que cualquier otro objeto natural conocido, más bien parece un metal. Luego tenemos su extraña geometría. Al principio pensábamos que se trataba de una roca muy alargada, con forma de puro. Pero estudios posteriores sobre sus variaciones de brillo nos dijeron que no tiene la forma de un cigarro, sino la de un disco. Se trata de un objeto aplanado, como una tortita, nada que ver con la imagen habitual que los medios suelen colocar junto a sus artículos. Pero para mí, la mayor anomalía de Oumuamua fue que, cuando aceleró en su camino alrededor del Sol, su trayectoria se desvió con respecto a la que debería haber tenido a causa de la gravedad de nuestra estrella. Eso fue lo más desconcertante.

Por último, está la cuestión del movimiento relativo de Oumuamua con respecto al fondo de estrellas, es decir, su velocidad con respecto a todo lo que le rodea. Todas las estrellas que vemos se mueven unas con respecto a otras. La media de la velocidad de las estrellas cercanas al Sol se conoce como «Sistema de Reposo Local», o LSR. Es algo similar a los coches de una autopista que se mueven a la misma velocidad y que parecen estar quietos unos con respecto a otros. Del mismo modo, una estrella en el LSR permanece relativamente quieta con respecto a las demás. Pero muy pocas estrellas, solo una entre 500, se mueven de ese modo. Pues bien, mientras se acercaba a nosotros, y antes de salir despedido tras su encuentro con el Sol, Oumuamua estaba en el LSR, algo realmente inusual para un objeto natural. Algo nunca visto hasta ahora.

-Se han publicado ya numerosos estudios sobre Oumuamua, y se han propuesto distintas soluciones para explicar su naturaleza y comportamiento sin necesidad de recurrir a los alienígenas. Solo usted insiste en el origen extraterrestre. ¿Por qué no le convencen esas otras explicaciones?

-La comunidad científica se divide en dos partes. Los que miran las pruebas y los que prefieren no estudiarlas y siguen las corrientes dominantes. Y es cierto que se han propuesto soluciones, pero para hacer cuadrar las rarezas de Oumuamua todas esas soluciones son, como mínimo, extravagantes. Como que está compuesto de hidrógeno sólido, o que se trata de una nube de polvo cien veces más ligera que el aire, pero con la suficiente cohesión como para permanecer unida... ¿Quién ha visto alguna vez algo así? Nadie. También se dijo que era una especie de esquirla de un planeta, pero no hay evidencia suficiente como para decir eso. Todo lo que hemos observado en Oumuamua no encaja con las explicaciones al uso, por eso hay que considerar seriamente el origen artificial. En la playa puedes encontrar muchas conchas, pero de repente puede aparecer una botella de plástico. Oumuamua es lo mismo, pero en el espacio. Una botella de plástico, algo artificial, en medio de muchas «rocas» y «conchas» naturales. Una botella, además, con un mensaje dentro.

-¿No deja usted ningún margen a que, después de todo, se trate de un objeto extraño, sí, pero de origen natural?

-No parece probable porque, como he dicho, las explicaciones necesarias para conseguir que cuadre con un origen natural son demasiado rebuscadas. Estuve hace seis meses en un seminario sobre Oumuamua y un colega me dijo que Oumuamua es tan extraño que desearía que algo así no existiera. Porque le sacaba de su zona de confort. Si miras al cielo, no verás nada como eso, seguro. La ciencia necesita pruebas, no prejuicios, y explicar las cosas. Y las explicaciones que se han dado hasta ahora no encajan.

-¿Por qué decidió escribir un libro sobre Oumuamua? ¿A quién va dirigido?

-Lo escribí después de haber escrito muchos artículos científicos en los que me fui dando cuenta de que había muchas cosas extrañas y difíciles de explicar. Es muy probable que haya vida en muchos planetas, incluso que la vida sea típica en el Universo, y si las condiciones de la Tierra se han repetido en más mundos, nosotros no seremos una excepción y habrá más civilizaciones. Pero esto no se considera como un campo científico serio. Y los jóvenes que lo eligen son sistemáticamente ridiculizados. Con esa forma de pensar nunca se encontrará nada nuevo.

-¿En qué momento se convenció usted de que Oumamua era tecnología alienígena y no un cometa o un asteroide?

-Me convencí poco a poco, a medida que lo estudiaba e iba viendo que las investigaciones convencionales no conseguían explicarlo. No era un cometa, porque no se desgasificaba como los cometas, ni tampoco un asteroide, porque nadie ha visto nunca un asteroide con esa forma y esa capacidad para reflejar la luz. ¿Qué era entonces? Empecé a pensar que se trataba de algo artificial. No estoy convencido al 100 por 100, pero es la explicación más probable. No se parece a nada de lo que hayamos visto hasta ahora. Poco después de Oumuamua, en 2019, se descubrió un segundo objeto interestelar, 21 Borisov, pero enseguida se comprobó que era un cometa muy normal, como los nuestros, solo que venido de más lejos. No se parecía en nada a Oumuamua. El segundo objeto interestelar descubierto por el hombre era un cometa corriente. Pero Oumuamua no.

-¿Le ha supuesto esta idea algún problema con sus colegas científicos? ¿Puede poner algún ejemplo?

-En su libro dice que la ciencia, en general, no se toma en serio la búsqueda de civilizaciones extraterrestres. ¿Cuál pìensa que es la razón para ello?

-Creo que mucha gente cree en la posibilidad de que no estemos solos. Hasta Galileo no nos quitamos de encima la idea anterior de que éramos el centro del Universo. Gracias a él salimos de ese centro. Pero a pesar de eso muchos insisten en que somos el «centro biológico» del Universo. Y tampoco es así. Los niños pequeños se creen únicos, hasta que van a la guardería y se encuentran con otros niños. Los científicos asumen nuestra situación privilegiada de «única especie inteligente» y no investigan. En este sentido, la ciencia ficción ha hecho mucho daño, porque ha dado una imagen equivocada de los posibles aliens y de sus intenciones. Yo creo que hay que estudiar la posibilidad de que existan civilizaciones extraterrestres como una disciplina científica más. Y buscar pruebas, y formular teorías y contrastarlas. Pero la comunidad científica está en el punto opuesto al que debería estar.

-¿Piensa usted que realmente la mayoría de los científicos cree que «ahí fuera» no hay nadie?

-No, no, muchos, si no todos, están convencidos de que es muy posible que haya otros. La cuestión, sin embargo, es pasar de esa creencia a la acción. Tienen miedo de las críticas, de hacer el ridículo, de tener menos promoción o financiación para proyectos... Pero algo está cambiando. Sin ir más lejos, tengo siete estudiantes en Harvard que no tienen miedo, y que van a dedicar sus tesis a este asunto. Hasta ahora solo había podido encontrar otras ocho que se centraran en la búsqueda de civilizaciones extraterrestres...

-Volviendo a Oumamua, y suponiendo que en efecto se trate de algo fabricado por alguien, ¿Qué tipo de objeto sería? ¿Una nave? ¿Una sonda?, ¿Una simple y antiquísima pieza de chatarra?

-Lo más probable es que sea equipamiento antiguo, como nuestras misiones Voyager o New Horizons, que ahora se dirigen hacia otras estrellas. Pienso que, en la actualidad, Oumuamua no es más que un trozo de basura espacial, un resto ya inerte de una antigua tecnología. ¿Pero cuál era el propósito de esa tecnología? Las posibles respuestas son pura especulación. Una posibilidad es que fueran boyas para marcar la navegación, como las que nosotros tenemos en los mares. O quizá una estación de comunicaciones... La próxima vez que encontremos un objeto así habría que hacer lo posible para fotografiarlo de cerca.

-¿Y por qué ha pasado ese objeto justo a través de nuestro Sistema Solar? ¿Simple casualidad o algo intencionado?

-No, no pienso que viniera precisamente a buscarnos a nosotros. Tenga en cuenta que Oumuamua entró en la nube de Oort, en las afueras del Sistema Solar hace mucho tiempo, cerca de 10.000 años, y en esos momentos no creo que fuéramos demasiado interesantes... De modo que no creo que viniera hasta aquí solo para vernos. Se trata más bien de una casualidad. Un resto artificial que se ha cruzado en nuestro camino.

-De todos los campos en los que usted ha investigado, desde el origen del Universo a los agujeros negros, las velas solares o la panspermia, ¿cuál es el que más le apasiona?

-Sin duda, la cuestión de si estamos solos. Es la que tiene mayores implicaciones para la sociedad. Lo demás tiene interés académico, científico, pero el auténtico impacto social se centra en si estamos solos o no en el Universo. Encontrar pruebas sólidas de que hay otros lo cambiará todo. Tendrá un impacto cultural enorme y por eso creo que la ciencia está obligada a estudiarlo.

-¿Es usted de los que piensan que es mejor no revelar nuestra presencia con señales y mensajes, por lo que pudiera pasar? El propio Hawking era de esa opinión

-Creo que estamos en una habitación llena de extraños y lo mejor es callar y escuchar. Nuestras señales sólo han tenido tiempo de llegar a unos 100 años luz de distancia, muy cerca para que nadie las haya captado todavía. Pero podemos escuchar cosas mucho más distantes, y aprender de ellas. señales que han viajado tanto tiempo a través del espacio que los que las emitieron ya han desaparecido.

-Por cierto, ¿hay algo nuevo sobre el proyecto StarShot? ¿Enviaremos pronto un enjambre de micronaves hasta Próxima Centauri?

-Desarrollar la tecnología para viajar hasta Próxima Centauri, a 4,2 años luz de la Tierra, es complicado. Según el proyecto, las micronaves, pequeños chips de pocos centímetros y con poco más que una cámara y un sistema de comunicaciones, serían impulsadas por un potente haz de rayos láser. Y construir ese láser lo suficientemente poderoso es algo muy complejo y costoso. También hay que desarrollar el material más adecuado para la vela. En conjunto, es un gran desafío científico y tecnológico, pero aun así creo que habría que hacerlo.

-¿Qué le diría usted a los jóvenes y estudiantes de ciencias de todo el mundo? ¿Algún consejo en especial?

-Escribí mi libro precisamente para ellos. Que se abran, que se hagan preguntas, que mantengan la antorcha de la ciencia en alto, que tengan la mente abierta para explorar el mundo y no lleven a cuestas pesadas mochilas que les frenen. Si consigo inspirar a un solo niño, será suficiente. Los jóvenes tienen que tomar el relevo. Sin bagajes ni prejuicios.

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