Indicios de un planeta habitable alrededor de una estrella destructora de mundos
Aunque su existencia aún no puede confirmarse, los científicos creen que es la mejor explicación para lo que se observa alrededor de la enana blanca

El destino final de muchas estrellas, incluído nuestro propio Sol, es convertirse en 'enanas blancas' . Un tipo de 'cadáver estelar' que se forma cuando el astro ha consumido todo su combustible y se desprende de forma violenta de sus capas externas, destruyendo a ... menudo sus planetas en el proceso. Solo en nuestra galaxia, se han descubierto ya más de 300.000 enanas blancas, y los astrónomos llevan décadas creyendo que muchas de ellas terminan devorando los restos de los desdichados mundos que una vez las orbitaron. Pero las cosas podrían no ser siempre así.
Ahora, y por primera vez, un equipo internacional de expertos, bajo la dirección de investigadores del University College London, ha conseguido observar, en la zona de habitabilidad de una enana blanca, un anillo de escombros planetarios salpicado de fragmentos del tamaño de la luna, lo cual sugiere la presencia de un planeta cercano . Un planeta en el que, además, podría haber agua, e incluso vida. La zona habitable de una estrella es la distancia en que la temperatura, ni demasiado caliente ni demasiado fría, permite la existencia de agua en estado líquido. El estudio se acaba de publicar en 'Monthly Notices of the Royal Astronomical Society' .
Utilizando datos tanto de telescopios en tierra como espaciales, los investigadores estudiaron cuidadosamente la luz de la estrella muerta, llamada WD1054-226 y que se encuentra a 117 años luz de la Tierra. Las enanas blancas son como los rescoldos ardientes de una chimenea, ya inactivos pero que siguen brillando y se apagan lentamente.
Y al medir su luz, el equipo se llevó una gran sorpresa. Detectaron, en efecto, hasta 65 pronunciadas caídas en el brillo de WD1054-226, producidas al pasar por delante de ella 65 nubes de escombros planetarios (los mundos destruidos al convertirse en enana blanca) espaciadas de forma regular y que orbitan a su alrededor una vez cada 25 horas.
Según los investigadores, la regularidad y la precisión de esas estructuras en tránsito, que oscurecen la luz de la estrella exactamente cada 23 minutos, sugiere la existencia de un planeta en la zona, uno cuya gravedad es capaz de mantener esa disposición tan precisa.
Según Jay Fahiri, autor principal del estudio, "esta es la primera vez que los astrónomos detectan algún tipo de cuerpo planetario en la zona habitable de una enana blanca. Las estructuras del tamaño de la luna que hemos observado son irregulares y polvorientas, más parecidas a cometas que a cuerpos esféricos sólidos. Pero su absoluta regularidad, cada una pasando frente a la estrella cada 23 minutos, es un misterio que actualmente no podemos explicar".
Un posible planeta
"Una emocionante posibilidad -continúa Jay Fahiri- es que estos cuerpos se mantengan en un patrón orbital espaciado uniformemente debido a la influencia gravitacional de un planeta cercano. Sin esa influencia, la fricción y las colisiones harían que las estructuras se dispersaran, perdiendo la regularidad precisa que se observa. Un precedente de este 'pastoreo' es la forma en que la atracción gravitatoria de las lunas alrededor de Neptuno y Saturno ayuda a crear estructuras de anillos estables que orbitan esos planetas".
Para el científico, "la posibilidad de un planeta en la zona habitable es emocionante y también inesperada; no estábamos buscando esto. Sin embargo, es importante tener en cuenta que se necesita más evidencia para confirmar la presencia de un planeta. No podemos observarlo directamente, así que la confirmación puede llegar de la comparación de modelos informáticos con otras observaciones de la estrella y los desechos en órbita”.
Según el estudio, la hoy por hoy concurrida órbita de WD1054-226 quedará despejada en el futuro, y la zona seguirá siendo habitable por lo menos durante dos mil millones de años, tiempo suficiente para que, si realmente hay un planeta allí, y tiene agua, pueda desarrollarse la vida.
¿El futuro de la Tierra?
Pero hay otro aspecto interesante en este trabajo. Y es que, dado que también nuestro Sol terminará convirtiéndose en una enana blanca dentro de unos pocos miles de millones de años, el estudio ofrece, en palabras de Fahiri, "una visión de futuro de nuestro propio Sistema Solar".
La historia sucederá más o menos así: dentro de unos 5.000 millones de años, cuando el Sol empiece a quedarse sin hidrógeno para quemar, se expandirá y se enfriará, convirtiéndose en una gigante roja . Al hacerlo, su perímetro crecerá tanto que se tragará, literalmente, los planetas más cercanos: Mercurio, Venus, y posiblemente la Tierra (si fuera así nuestro planeta nunca llegaría a ver el hito siguiente). Después, la gigante roja, una vez agotado por completo el hidrógeno que le quedaba, se irá desprendiendo de sus capas externas, dejando a la vista un núcleo ardiente y brillante: una enana blanca, ya inactiva, que se irá enfriando lentamente a lo largo de muchos miles de millones de años.
Los planetas que sobreviven a esta etapa de la evolución estelar, si es que alguno lo consigue, son muy difíciles de detectar, porque en su fase de enanas blancas las estrellas son mucho menos brillantes.
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