Hallan ADN humano de 7.200 años de antigüedad con una ascendencia denisovana única
El esqueleto de una adolescente en la isla indonesia de Sulawesi ha revelado la existencia de un grupo humano desconocido y parientes denisovanos más allá de Siberia y el Tíbet
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Iniciar sesiónHace 7.000 años, en lo que hoy es la isla indonesia Sulawesi , murió una chica de unos 17 o 18 años. Perteneciente a la extinta y misteriosa cultura Toalean , a pesar del tiempo y la distancia, fue una cazadora-recolectora ... muy parecida a nosotros. Pero su ADN guardaba un secreto: la prueba de que existió un grupo de humanos cuya historia no se recordaría hasta siete milenios después, cuando unos arqueólogos encontraran su cráneo miles de años después. Un linaje humano que, de momento, no se ha encontrado en otro lugar del mundo y que aporta la prueba de la diversidad genética del mundo en zonas que se pensaban aisladas . Los resultados acaban de publicarse en la revista ' Nature '.
Los primeros humanos modernos usaron las islas Wallacea (una región natural repartida entre Indonesia y Timor Oriental), principalmente islas como Sulawesi , Lombok y Flores , cuando cruzaron de Eurasia al continente australiano hace más de 50.000 años. Sin embargo, se desconoce la ruta exacta o cómo navegaron por este cruce.
«Debieron haberlo hecho utilizando algún tipo de embarcación relativamente sofisticada, ya que no existían puentes terrestres entre las islas, incluso durante los picos glaciares de la última edad de hielo, cuando los niveles globales del mar eran hasta 140 metros más bajos que lo son hoy», señala a la CNN Adam Brumm , profesor de arqueología en el Centro Australiano de Investigación para la Evolución Humana de la Universidad Griffith.
Habitantes desde hace decenas de milenios
Existen muchas pruebas de que en aquellas islas habitaba gente hace 47.000 años : se han hallado desde herramientas a pinturas rupestres de nuestros antepasados, incluido el arte figurativo más antiguo que se conoce hasta el momento -y, que de hecho, también fue descubierto por el equipo de Brumm-. Sin embargo, encontrar rastros fósiles es mucho más complicado en climas tropicales, ya que el ADN antiguo se degrada rápidamente con el calor y la humedad. Por ello fue casi un golpe suerte hallar en 2015 en la cueva de Leang Panninge el esqueleto de esta adolescente 'toleana', rebautizada como Bessé , que llevaban aguardando 7.200 años.
«Los 'toaleanos' es el nombre que los arqueólogos han dado a una cultura bastante enigmática de cazadores-recolectores prehistóricos que vivieron en las llanuras boscosas y montañas del sur de Sulawesi entre hace unos 8.000 años hasta aproximadamente el siglo V d.C. -indica Brumm-. Fabricaron herramientas de piedra muy distintivas, incluidas puntas de flecha diminutas y finamente elaboradas conocidas como 'puntas de Maros', que no se encuentran en ningún otro lugar de la isla o en Indonesia en general».
Aunque se pudo recuperar gran parte del esqueleto de la joven, extraer el ADN fue complicado. «Fue un gran desafío, ya que los restos habían sido fuertemente degradados por el clima tropical», afirma la autora principal del estudio Selina Carlhoff , estudiante de doctorado en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena, Alemania, quien pudo extraer este código genético de la base del cráneo.
Bessé: un grupo desconocido y con ascendencia denisovana
Pero el arduo trabajo mereció la pena. El ADN de Bessé, el más antiguo rastreado de Wallacea, mostró que descendía de la primera oleada de humanos modernos que llegó a la zona hace 50.000 años . Esto fue parte de la colonización inicial de la 'Gran Australia', o la masa continental combinada de la era de hielo de Australia y Nueva Guinea, los antepasados de los indígenas australianos y papúes de la actualidad, lo que quiere decir que los descendientes de aquella cultura hoy extinta sí que saltaron desde las islas a otros territorios.
Y las sorpresas no acababan ahí: la información genética de Bessé reveló que compartía ascendencia con un grupo asiático distinto y desconocido , que probablemente llegó después de la colonización de la Gran Australia, porque los australianos indígenas modernos y los papúes no comparten ascendencia con este grupo. «Anteriormente se pensaba que la primera vez que las personas con genes asiáticos entraron en Wallacea fue hace unos 3.500 años, cuando los agricultores de habla austronesia del Neolítico Taiwán atravesaron Filipinas y llegaron a Indonesia -afirma Bromm-. Pero este hallazgo sugiere que podría haber habido un grupo distinto de humanos modernos en esta región del que realmente no teníamos idea hasta ahora, ya que los yacimientos arqueológicos son muy escasos y los restos de esqueletos antiguos son muy raros de encontrar».
Como colofón, los autores también descubrieron que su ADN también estaba emparentado de alguna manera con los misteriosos denisovanos . Hasta la fecha, se pensaba que este grupo solo existió en Siberia y el Tibet , pero el hecho de que Bessé tuviera esta ascendencia «apoya la hipótesis de que los denisovanos ocupaban un área geográfica mucho más amplia de lo que pensábamos», señala Johannes Krause , profesor de arqueogenética en el Instituto Max Planck de Antropología evolutiva en Leipzig, Alemania, y otro de los autores del estudio. Los autores piensan que Wallacea podría haber sido un lugar clave donde el pueblo denisovano y los ancestros de los indígenas australianos y papúes se cruzaron.
Lo extraño es que Bessé no comparte los mismos genes con los actuales pobladores de la isla , por lo que los investigadores sospechan que los agricultores neolíticos de lo que hoy es Taiwán comenzaron a reemplazar a la pequeña cultura de Sulawesi hace aproximadamente 3.500 años. En el siglo V d.C., la sociedad quedó totalmente desaparecida. «El descubrimiento de Bessé y las implicaciones de su ascendencia genética muestran lo poco que entendemos sobre la historia humana primitiva en esta región, y cuánto queda por descubrir», dice Brumm.
Bessé suma una nueva pieza al puzle de la diversa historia genética del sudeste asiático. Ahora, la esperanza de Brumm es recuperar nuevo ADN antiguo del pueblo toleano para poder escribir su relato completo.
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