¿Qué hace el legendario chotacabras diez días después de la Luna llena?

Estas aves, famosas por la leyenda de que beben la leche de las cabras, sincronizan su migración en ese momento, por efecto de la iluminación

Imagen de un chotacabras. Sus ojos brillan gracias al «tapetum lucidum», un tejido situado en la parte posterior del ojo que refleja la luz y que mejora la visión nocturna.

G.L.S.

El chotacabras o engañapastores es una de las aves más enigmáticas y desconocidas de la fauna española. La leyenda dice que este pequeño pájaro, que mide de 24 a 28 centímetros de largo cuando es adulto, se alimenta de la leche de las ubres de las cabras («chotar» significa mamar). Pero nada más lejos de la realidad. El chotacabras (del que existen al menos 40 especies en el género Caprimulgus , cuyo nombre viene de las palabras latinas para cabra y mamar) es un ave insectívora especialista en cazar mariposas, polillas y otros grandes insectos al vuelo cuando cae la noche. Para ello, localiza a sus presas por la vista y las captura con una bocaza ovalada rodeada por vibrisas (plumas especializadas). Otra peculiaridad de este pájaro es que anida en el suelo y que tiene un plumaje críptico, que le permite mimetizarse con la vegetación, en especial en matorrales, pastizales o claros de bosques.

Los chotacabras viven en Eurasia, África y Oceanía. Algunos de ellos tienen hábitos migratorios y pasan la época de cría en una zona y el invierno en otra más cálida. Ahora, un estudio que se ha publicado en «PLOS Biology» ha concluido, gracias a datos obtenidos por GPS, que el chotacabras europeo ( Caprimulgus europaeus ) comienza su migración alrededor de diez días después de la Luna llena . El estudio ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia).

Un chotacabras europeo Dûrzan Cîrano

«Mostramos la influencia temporal del ciclo lunar sobre la actividad de movimiento y las tácticas de un insectivoro nocturno y un migrador de larga distancia, el chotacabras europeo», escriben los autores, dirigidos por Anders Hedenström.

Estos investigadores estaban interesados en comprender los flujos de energía, nutrientes y patógenos entre ecosistemas y comunidades muy lejanos, y que dependen de los pájaros migratorios. La idea fundamental es que la situación de cada ecosistema lleva a las aves a ajustar el momento en que inician su migración y a hacerlo de forma más o menos sincronizada.

La influencia de la Luna

Dado que los chotacabras localizan a sus presas por la vista,los investigadores los escogieron para averiguar cómo las fases de la Luna afectan a cuánto pueden cazar y, por tanto, en qué momento han de migrar. Hasta ahora no se había vinculado la migración de ningún ave con las fases de la Luna.

« Las noches oscuras restringen la actividad de forrajeo –alimentación– a las horas de crepúsculo, al amanecer y al atardecer, mientras que la luz de la Luna parece relajar esta limitación», han escrito los autores en su artículo. Por eso, esperaban que estas aves ajustaran sus migraciones al ciclo lunar para maximizar la obtención de alimento.

Pero una cosa es esperarlo y otra poder demostrarlo. Por eso recurrieron a técnicas de geolocalización por GPS, recuento y sensores para seguir a 39 individuos durante su migración entre el norte de Europa, donde se reproducen, y el sur de África, donde pasan el invierno. Además, usaron otras técnicas para registrar la actividad de vuelo diaria y compararla con los ciclos lunares.

Comen dos veces más con luz nocturna

Así, averiguaron que la actividad de forrajeo (alimentación) se multiplica por dos durante las noches iluminadas por la Luna. Y que se sincronizan cuando llega el momento de migrar: hasta el 100 % lo hace un tiempo después de la Luna llena. Creen que esta sincronización, que depende de un regulador cíclico (las fases de la Luna), puede tener unos efectos predecibles no solo en los chotacabras, sino en la red de seres vivos situados bajo ellos.

Además, han sugerido que este descubrimiento puede extenderse a otros animales migratorios. Aparte, se cree que puede estar ocurriendo algo similar con gaviotas, otros chotacabras y aves de costa. Tener en cuenta estas variaciones temporales es, para los autores, «un prometedor avance en nuestra comprensión de los pulsos estacionales de las migraciones animales y de sus efectos» sobre los ecosistemas.

Por tanto, y dado que han usado técnicas que les han permitido medir el vuelo de aves individuales, proponen seguir estudiando la influencia de las fases lunares sobre las aves , para conseguir más información sobre animales cruciales en multitud de ecosistemas.

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