El futuro de Europa en la Luna, Marte y el espacio se decide estos días en Sevilla

«En realidad en este encuentro no nos jugamos el futuro de las próximas misiones, sino de las que afectarán a nuestros hijos y nuestros nietos», afirmó durante la rueda de prensa previa en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC por sus siglas en inglés) Markus Kissler-Patig , responsable de operaciones del directorado de ciencia. Junto a él, en las intalaciones de la ESA en Villanueva de la Cañada, el director científico de la agencia espacial, Günther Hasinger , desgranó los puntos en los que los 22 países miembros -entre ellos, el titular de Ciencia en funciones, Pedro Duque , en representacón española- más los observadores de la ESA se detendrán a debatir en las próximas jornadas, si bien aclaró que gracias al trabajo previo habrá pocas sorpresas de cara a las negociaciones.

Así, Hasinger explicó que el presupuesto que se aprobará se asienta en cuatro pilares: Ciencia y Exploración , donde se enmarcan misiones como Solar Orbiter , que por primera vez analizará los polos del Sol, o ExoMars , que llevará un avanzado rover europeo sobre la superficie de Marte; Seguridad y Vigilancia , donde entran proyectos que tienen que ver con la defensa planetaria, como Hera , o con los desafíos que suponen la basura espacial o las grandes constelaciones de satélites; Aplicaciones , relacionadas con el sistema Galileo -el próximo GPS europeo- u observaciones terrestres; y Soporte y Apoyo , programa que tiene que ver con lanzadores y cohetes «made in Europe».

El programa de Aplicaciones es el que más presupuesto se llevará, con el 32%, seguido de Ciencia y Exploración (31%), Soporte y Apoyo (30%) y, a la cola, Seguridad y Vigilancia (se trata de un programa de nueva creación al que se quiere dotar con el 7% del presupuesto). En Sevilla se dará luz verde a los 14.300 millones que asegurarán el desarrollo de las operaciones, una partida que se ha incrementado un 5% con respecto a la anterior ministerial.

Según ha detallado el director científico de la ESA, la intención es aumentar el programa de ciencia y exploración un 10% en los próximos tres años (lo que supondrá 160 millones más). Un «modesto incremento» que permitirá a Europa focalizar las misiones en puntos concretos pero «ser líder» en estos ámbitos. Ejemplos de estos campos son las misiones Lisa y Athena , que se dedicarán a estudiar la huella gravitacional y electromagnética del cosmos y conocer así la evolución del Universo. «Que ambas trabajen juntas será como poner un enorme micrófono y que el espacio nos cante su melodía», explicó Hasinger.

También han destacado la misión Solar Orbiter, que por primera vez analizará los polos del Sol para conocer más en profundidad los «caprichosos» ciclos de nuestro astro y sus destructivas tormentas (lanzamiento previsto para febrero de 2020); o el programa Juice , la primera misión de larga distancia de la ESA que se dirigirá a las lunas de Júpiter: Europa, Calisto y Ganímedes (prevista para ser lanzada en 2022).

Pero también se decidirá el papel de la ESA en la nueva carrera espacial primero de vuelta a la Luna, pero con los ojos puestos en Marte: se prevé alcanzar la superficie de la Luna con Lunar Resource Lander y su órbita con Lunar Pathfinder . Y se continúa con la idea de fabricar con colaboración internacional una estación espacial permanente que orbite nuestro satélite, convirtiéndose una suerte de lanzadera de camino al planeta Rojo.

En cuanto a Marte, la ESA quiere ser pionera en la recogida de muestras con el programa Mars Sample Return , un proyecto muy ambicioso que intará poner en contacto permanente la Tierra con nuestro vecino. Muchos temas abiertos de cara a la próxima reunión ministerial de la Agencia Espacial Internacional.