Un fósil africano revela que nuestros ancestros ya caminaban erguidos hace 6 millones de años

Con tomografía computarizada, científicos de Francia y EE.UU. aportan evidencias sobre el parentesco del bípedo «Orrorin tugenensis» con los humanos

La investigadora Brigitte Sanut con el fósil descubierto en Kenia. Reuters

MADRID. Antes de la expansión del cerebro, de la introducción de la carne en la dieta y la capacidad para manipular fragmentos de piedra hubo un suceso en la historia de la evolución que resultó decisivo para la futura aparición de los humanos modernos. Fue ... el bipedalismo, la capacidad para adoptar una posición erguida y caminar sobre dos piernas. En un estudio publicado hoy en «Science» se proporcionan evidencias de que esa forma de locomoción que distingue a los humanos apareció mucho antes de lo sospechado, ya que estaba presente en una primitiva especie de homínidos que vivió hace seis millones de años en Kenia.

Es sabido que entonces se produjo un drástico cambio climático en África. Se redujo la extensión de los bosques húmedos, forzando una adaptación a nuevos hábitat en los primates que hasta entonces no tuvieron necesidad de descender de los árboles. Andar erguido tenía muchas ventajas en un escenario despoblado de árboles. Sobre dos extremidades no sólo era más fácil desplazarse por la sabana, sino también otear el horizonte para vigilar la presencia de especies peligrosas. Sin embargo, las evidencias más antiguas de bipedalismo eran dos millones de años más recientes. Corresponden al «Austrolopithecus anamensis», otro ancestro humano que se alimentaba de vegetales en la zona que rodea el Lago de Turkana. Unas pisadas impresas por varios individuos en ceniza volcánica, en Laetoli, son el espectacular testimonio de la capacidad para caminar de pie de esa especie.

Un pasado polémico

Pero la investigación que se detalla hoy en «Science» muestra que mucho tiempo antes hubo una especie de homínidos en África que ya andaba erguida. Las pruebas proceden del análisis de un fémur prácticamente intacto. Ese hueso de una extremidad inferior perteneció a un individuo de la especie «Orrorin tugenensis», cuyo descubrimiento en las colinas Tugen de Kenia fue anunciado a finales del año 2000 por científicos franceses. Por diversas razones, el hallazgo fue muy polémico. Martin Pickford, del College de Francia, y la paleontóloga Brigitte Senut, del Museo Nacional de Historia Natural de París, lo presentaron en rueda de prensa antes de aparecer publicado en una revista científica. Y poco tiempo después fueron acusados de trabajar ilegalmente en ese yacimiento keniata. Pero el aspecto más polémico fue la afirmación de ambos científicos de que «Orrorin tugenensis» era nuestro ancestro directo más antiguo. Pickford y Senut encontraron trece fósiles (tres fémures, fragmentos de una mandíbula inferior y varios dientes) de cinco individuos. En base a los rasgos del fémur y de sus pequeños molares, más parecidos a los humanos que a los de los chimpancés, justificaron esa conexión directa con nuestra especie, relegando a los australopitecos a una rama diferente a la que condujo al Homo sapiens. Semejante posibilidad hizo que la discusión científica sobre la relevancia del «Orrorin tugenensis», al que los medios de comunicación bautizaron como el «Hombre del Milenio», fue muy discutida. Algunos investigadores de primera línea sostienen la opinión de que podría ser una especie emparentada con los chimpancés.

En el estudio que Pickford y Senut publican hoy, junto a especialistas en biomecánica ortopédica del Hospital General de Pittsburgh y del Laboratorio de Morfología Comparativa de la Universidad de Pennsylvania, se aportan evidencias sobre el parentesco directo con nuestra especie, mediante pruebas sobre la capacidad del «Orrorin tugenensis» para andar erguido. Pickford y Senut creen que esta especie, del tamaño de un chimpancé, era un ágil trepador pero se desplazaba sobre sus patas traseras en el suelo.

Estructura ósea

Este equipo detalla cómo los análisis con tomografía computarizada del fémur más completo disponible de «Orrorin tugenensis» muestran que su estructura es muy semejante a la de los fémures de los humanos modernos. La técnica utilizada habitualmente por los médicos para detectar fracturas u otras anomalías óseas desveló muchos aspectos inéditos de esos homínidos de hace seis millones de años. Por ejemplo, las imágenes reflejan los puntos del fémur que soportaban mayores cargas, mostrando a su vez cuáles eran las posturas habituales de ese homínido.

Pickford y Senut dicen que las semejanzas estructurales con los fémures humanos es muy evidente, como también las diferencias con los huesos homólogos de gorilas y chimpancés. Si efectivamente el «Hombre del Milenio» caminaba habitualmente sobre dos piernas, con este estudio de morfología funcional los discutidos científicos franceses habrán demostrado que esa especie es uno de nuestros más antiguos antepasados directos y que el bipedalismo, un comportamiento nítidamente humano, surgió mucho antes de lo documentado hasta ahora.

Noticias relacionadas

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios