Cuando el Sol muera, una 'nueva vida' podría volver a surgir en la Tierra
Un nuevo estudio demuestra que la vida en cualquier planeta no logrará sobrevivir a la muerte de su sol, pero que después podrá volver a surgir alrededor del cadáver estelar
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Iniciar sesiónSegún un nuevo estudio de la universidad inglesa de Warwick, la vida aún sería posible después de que una estrella muera y se convierta en una enana blanca , aunque nada logrará sobrevivir durante las violentas fases de transformación. La mayor parte de ... las estrellas que conocemos, incluido nuestro Sol, acabarán convirtiéndose en enanas blancas.
Cuando una estrella como el Sol agota su combustible de hidrógeno, su horno nuclear se apaga. Y eso implica que ya ninguna fuerza 'de dentro a fuera' podrá oponerse a la gravedad, 'de fuera a dentro', que empezará inexorablemente a comprimir la estrella. Al hacerlo, sin embargo, la gravedad provoca un enorme calentamiento extra del núcleo, hasta el punto de que el horno nuclear vuelve a encenderse , pero esta vez quemando helio, que es el material que la estrella ha estado fabricando durante miles de millones de años a base de fusionar átomos de hidrógeno.
Cuando esto sucede y con renovada energía, la estrella 'rebota' y se hincha hasta hacerse mucho más grande de lo que era en origen. Se ha convertido en una gigante roja. Cuando eso le suceda al Sol, su perímetro crecerá tanto que llegará a absorber los planetas interiores, como Mercurio , Venus , y quizá también la Tierra . Y los planetas que sobrevivan a ese cambio, se verán azotados por vientos solares de enorme intensidad.
Las gigantes rojas, sin embargo, no duran tanto como las estrellas que queman hidrógeno. Y tras alcanzar su máxima extensión empezarán a contraerse. Muchas de ellas, además, terminarán por liberarse violentamente de sus capas externas, dejando tras de sí un núcleo mucho más pequeño que, como un rescoldo, irá apagándose muy lentamente a lo largo de muchos miles de millones de años más. Ese remanente estelar recibe el nombre de enana blanca.
En su estudio, recién publicado en ' Monthly Notices of the Royal Astronomical Society' , los investigadores de Warwick tratan de comprender cómo la muerte de una estrella como el Sol puede afectar a los planetas supervivientes, y si la vida aún sería posible en alguno de ellos.
La Tierra, como sabemos, posee un fuerte campo magnético , generado por la rotación del núcleo externo y que actúa como un eficaz escudo contra la mortífera radiación solar. A medida que nuestro planeta se mueve por el espacio, el Sol lo azota a cada paso con un flujo incesante de partículas cargadas, el viento solar, que nos golpea continuamente a más de un millón y medio de km/h. Afortunadamente para nosotros, el escudo magnético de la Tierra desvía la mayor parte de estos vientos, dejando que solo una 'cálida brisa' penetre a través de la atmósfera. El fenómeno nos deja incluso el impresionante espectáculo de las auroras boreales y australes , que brillan en el cielo a medida que las partículas solares caen hacia los polos magnéticos terrestres.
La vida no es para siempre
La situación, por ahora, es inmejorable para la vida . Pero el equipo de Warwick cree que no durará para siempre . De hecho, dicen los investigadores, el escudo magnético de la Tierra tiende a debilitarse, mientras que el viento solar se irá volviendo más y más fuerte a medida que el Sol se vaya acercando a su final.
En su estudio, el equipo de astrónomos calculó cómo evolucionará la intensidad del viento solar durante los próximos 5.000 millones de años , que será el momento en que nuestra estrella agote sus reservas de hidrógeno. Para entonces, el viento solar se habrá vuelto tan fuerte que destruirá por completo nuestro escudo magnético. La mayor parte de la atmósfera de nuestro mundo se perderá en el espacio, y con ella, lo que quedaba de protección contra la intensa radiación solar. Si para entonces aún queda algo vivo sobre la Tierra, dicen los investigadores, desaparecerá para siempre y la vida quedará totalmente erradicada del planeta.
«Sabemos que en el pasado el viento solar erosionó la atmósfera de Marte, que a diferencia de la Tierra, no tiene una magnetosfera a gran escala -asegura Aline Vidotto , astrofísica del Trinity College de Dublín y coautora del estudio-. Lo que no esperábamos encontrar es que el viento solar en el futuro podría ser tan dañino incluso para aquellos planetas que están protegidos por un campo magnético».
Un Sistema Solar diferente
Aunque sin vida en ella, sin embargo, aún es posible que la Tierra pudiera resistir a la violenta transformación del Sol. Y si lo hiciera, se encontraría en un sistema solar muy diferente al actual. En su fase de gigante roja y a medida que el núcleo del Sol se fuera contrayendo, disminuiría también la gravedad que ejerce sobre los planetas, lo que llevará a que los mundos que no sean devorados directamente por la gigante roja se alejen de ella aproximadamente hasta el doble de su distancia en ese momento. Aunque eso no será suficiente para paliar los efectos de una radiación solar que será muchas veces superior a la actual.
Según el estudio, en efecto, para que un planeta mantenga su magnetosfera a lo largo de estas etapas de evolución estelar, necesitaría tener un campo magnético al menos 100 veces más fuerte que el de Júpiter , que es un millón de veces mayor que la magnetosfera de la Tierra. Y por si esto fuera poco, la zona habitable de la estrella (la región con la temperatura adecuada para que haya agua en estado líquido), también se expandirá. Y lo hará, además, más rápido de lo que se alejará nuestro planeta como respuesta a una menor gravedad solar. De forma que quedaremos irremisiblemente fuera de la zona habitable.
Al final del proceso, la gigante roja en la que se habrá convertido el Sol se despojará de sus capas externas, dejando atrás un pequeño, denso y brillante núcleo, una enana blanca. Y, según los investigadores, lo único bueno de esta historia es que las enanas blancas ya no emiten vientos estelares, por lo que la vida podría volver a ser factible.
Una segunda oportunidad
«Este estudio -afirma el autor principal, Dimitri Veras , astrofísico de la Universidad de Warwick- demuestra la dificultad de un planeta para mantener su magnetosfera protectora a lo largo de todas las fases de la evolución estelar». De lo que Veras está muy seguro es de que la vida sólo podría desarrollarse en un planeta después de que el Sol haya pasado por todos los cambios descritos, es decir, cuando esté ya en su fase de enana blanca, «a menos que esa vida fuera capaz de soportar múltiples cambios extremos y repentinos en su entorno».
Al contrario que las gigantes rojas, las enanas blancas son, según se explica en el estudio, ' sumamente hospitalarias ', ya que permanecen estables durante larguísimos periodos de tiempo. «Un planeta estacionado en la zona habitable de una enana blanca -concluye Veras- podría permanecer allí durante miles de millones de años, dando tiempo para que se desarrolle la vida, siempre que las condiciones sean adecuadas».
En resumen, el estudio demuestra que es extremadamente improbable que la vida de cualquier planeta logre sobrevivir a la muerte de su estrella, pero una 'nueva vida' podría surgir al final de todo el proceso y al abrigo de lo que una vez fue una estrella como la nuestra.
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