Las comunicaciones espaciales podrían colapsar dentro de unos años
Pronto, la Red de Espacio Profundo no podrá satisfacer la demanda de un número creciente de misiones espaciales
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Iniciar sesiónLa red interplanetaria de comunicaciones, esa que nos permite estar en contacto con las misiones espaciales que surcan el Sistema Solar, está cerca de atascarse. La NASA, en efecto, ha advertido de que su Red de Espacio Profundo , una serie de antenas repartidas ... por todo el mundo y que permiten la comunicación con las naves, se está sobrecargando debido al imparable aumento del tráfico en el espacio.
El pasado 7 de julio, Brad Arnold, gerente de la red en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), advirtió seriamente de que incluso con el programa de actualizaciones previsto, el sistema ya no puede seguir el ritmo de una demanda que no deja de crecer. «Estamos tratando –dijo– de agregar capacidad y más antenas, pero no podemos mantenernos al día con la demanda que existe actualmente, por lo que las misiones deberían esperar tener (en el futuro) una menor disponibilidad de las antenas».
Operada por la NASA, la Red de Espacio Profundo cuenta con tres complejos de antenas gigantes instaladas en Goldstone (California), Robledo de Chavela, Madrid (España) y Canberra (Australia). La ubicación estratégica de las antenas permite una comunicación constante con las naves espaciales a medida que nuestro planeta gira; antes de que una nave espacial distante se hunda bajo el horizonte y quede fuera del alcance de uno de los complejos, otro puede captar la señal y seguir comunicándose.
30 misiones online
En conjunto, el sistema es el enlace indispensable que proporciona la conexión necesaria para enviar órdenes a las misiones o recibir sus imágenes y datos científicos. Sin la Red de Espacio Profundo estaríamos, literalmente, sordos y ciegos en todo cuanto a la exploración espacial se refiere. Se trata, según la NASA, del «sistema de telecomunicaciones científicas más grande y sensible del mundo».
En estos momentos, más de 30 naves espaciales están 'online': desde las veteranas Voyager 1 y Voyager 2 , en los confines del Sistema Solar, a misiones de observación del Sol, como SOHO y Stereo , orbitadores de Marte, como Mars Express, MRO y Maven , telescopios espaciales, como Chandra , o misiones lejanas como Juno , en Júpiter, o New Horizons , la sonda que exploró de cerca Plutón.
Normalmente, las misiones suelen solicitar cerca de un 20% más de capacidad de transmisión de la que realmente utilizan. Pero Arnold asegura que «nadie se queja de eso. Se trata de una especie de juego: pides un 20% más y terminas consiguiendo lo que realmente necesitas». Pero durante la próxima década, esa diferencia entre lo que las misiones piden y lo que el sistema puede proporcionar pasará a ser de un 40%. Las misiones en fases críticas, como lanzamientos, inserciones en órbita y aterrizajes, tendrán prioridad a la hora de obtener las comunicaciones que necesitan. Pero el resto se tendrá que conformar con mucho menos.
El impacto de Artemis
Un importante impacto sobre el sistema vendrá de la mano de las futuras demandas de Artemis, el gran proyecto de regreso a la Luna , que incluye varias misiones tripuladas, el montaje de una estación orbital y la construcción de asentamientos permanentes sobre la superficie de nuestro satélite. «Será como un gorila en una habitación –afirma Arnold–. Cuando necesiten telecomunicaciones y copias de seguridad activas, y prioridad las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo conseguirán. Y eso, en última instancia, afectará a nuestra capacidad para prestar servicio al resto de las misiones».
Según afirma el experto, la Red de Espacio Profundo está considerando varios enfoques para aumentar su capacidad. Por ejemplo, presionar para que las misiones pasen de la banda X a frecuencias de banda Ka, más altas. «La banda X se está congestionando y el espectro de datos es limitado. Realmente necesitamos comenzar a avanzar hacia la banda Ka», dijo Arnold, que también cree que estudios de comunicaciones ópticas podrían proporcionar un ancho de banda aún mayor.
La Agencia Espacial Europea (ESA), por ejemplo, está estudiando opciones que incluyen la comunicación óptica y la tecnología de navegación alternativa. Y ya anunció a principios de este año, junto con la Agencia Espacial Australiana, la construcción de una nueva antena de espacio profundo en el oeste de Australia, «tan sensible que podrá detectar señales mucho más débiles de las de un teléfono móvil, si lo hubiera, en la superficie de Marte».
La NASA también explora la posibilidad de acudir al sector privado para tener más opciones de comunicación al menos con la red de satélites en órbita terrestre. Pero Arnold es pesimista al respecto: «El retorno de la inversión no está claro en este momento para una empresa comercial. Estamos muy lejos de que eso suceda».
Mientras, el número de futuras misiones espaciales no deja de crecer. Y muchas de ellas corren el riesgo, en las próximas décadas, de sufrir drásticos recortes en su capacidad de comunicación con la Tierra.
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