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Una «caravana» de mujeres, la mayor colección de huellas humanas de África

Cientos de impresiones dejadas por una veintena de personas hace más de 10.000 años en Tanzania muestran comportamientos como correr y caminar

Vista de Engare Sero con huellas en un antiguo flujo de lodo volcánico en primer plano y el volcán Oldoinyo L'engai, al fondo Cynthia Liutkus-Pierce / Smithsonian National Museum of Natural History
Judith de Jorge

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Las huellas son a menudo frágiles y efímeras, pero cuando se conservan en el registro geológico pueden decir mucho de quienes las dejaron. Un equipo de científicos estadounidenses ha descubierto más de 400 huellas humanas de hace más de 10.000 años en Engare Sero, al norte de Tanzania. El conjunto, el mayor encontrado jamás en África, fue dejado por un grupo de unas 17 personas, la mayor parte mujeres acompañadas por dos varones adultos y un niño , que caminaban juntas al mismo ritmo . Además, en dirección opuesta, otro grupo de seis también dejaba su impronta. Entre ellos, una mujer corría mientras una pareja paseaba tranquilamente . Los investigadores, cuyos resultados publica «Scientific Reports» , creen que probablemente se desplazaban en busca de alimento.

El paisaje de Engare Sero donde se encontraron las huellas se encuentra justo al sur del lago Natron, curiosamente a tan solo unos 100 km del sitio de Laetoli, que conserva las primeras huellas de homínidos atribuidas con confianza. El yacimiento fue descubierto originalmente por miembros de una comunidad masai que vivía cerca. En 2008, estos individuos advirtieron sobre su existencia a los conservacionistas que trabajan en el área.

Las huellas están impresas en unos escombros volcánicos de hace entre 19.100 y 5.760 años. Sin embargo, la datación de una delgada capa de roca que se superpone en parte al sedimento de las huellas redujo la antigüedad de las mismas a entre 12.000 y 10.000 años atrás.

El equipo, dirigido por Kevin Hatala, de la Universidad de Chatham (Pittsburgh), analizó los tamaños de las impresiones de los pies, las distancias entre ellas y la dirección. Los investigadores encontraron que las principales pistas fueron hechas por un grupo de 17 personas descalzas que caminaban hacia el suroeste. Al comparar las marcas con huellas humanas modernas, llegaron a la conclusión de que el grupo estaba formado por catorce mujeres, dos hombres y un niño que se movían a una velocidad de 1,2 – 1,5 metros por segundo. La misma superficie también conserva 19 huellas de bóvidos y 24 huellas de cebras y búfalos.

Otro conjunto de seis pistas, estas hacia el noreste, resulta igualmente revelador. En vez de estar hechas por personas que viajan en grupo, fueron dejadas por dos mujeres y un hombre que paseaban tranquilamente. Una mujer y un hombre caminaban a buena marcha (1,9 metros por segundo) y otra mujer corría por la zona (2,9 metros por segundo), conclusiones a las que los especialistas llegan por las longitudes de las zancadas. No es difícil echar a volar la imaginación y recrear la escena.

K.G. Hatala et al.

Recolección de alimentos

Pero, ¿qué es lo que pretendía esa peculiar «caravana» femenina? ¿Hacia dónde se dirigía y con qué objetivo? Aunque siempre es atrevido especular sobre un comportamiento del pasado, los científicos creen que es posible que las mujeres estuvieran buscando alimentos , al tiempo que el papel de los varones (con una altura que rondaba el metro ochenta) fuera el de acompañantes. También cabe la posibilidad de que, simplemente, se hubieran acercado para visitarlas. La hipótesis se apoya en que algunos pueblos cazadores-recolectores de hoy en día, entre ellos el Ache y el Hadza de Tanzania, forman en su mayoría grupos femeninos de recolección de alimentos. Aparte de los lactantes (que probablemente serán transportados), los niños generalmente se excluyen de este tipo de actividades grupales de alimentación y se quedan en el campamento.

Sin embargo, los autores reconocen que se trata de una especulación. Aunque en esa época existieran ya mujeres que salieran a recoger frutos en grupo, nadie puede asegurar que ese fuera el objetivo de las de Engare Sero, que bien podrían (nada hay que lo descarte) estar de caza.

Lo que sí parece claro es que estas personas sabían adónde se dirigían. Según los autores, tanto el grupo dirigido hacia el noreste como el que iba hacia el suroeste mostraban evidencias de direccionalidad. Los dos grupos viajaron en direcciones casi completamente opuestas.

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