El camino a las estrellas
Ya han pasado 50 años desde aquel 12 de abril de 1961 cuando el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio

A las 9.07 horas de la mañana —hora de Moscú— de aquel 12 de abril de 1961, cuando comenzó la ignición del combustible del cohete propulsor de la nave Vostok-1, Yuri Gagarin , en medio de un ensordecedor estruendo, gritó con voz temblorosa «¡poyéjali!» (¡vámonos!). Aquella exclamación se refería, no sólo a su propio viaje, el primero que realizaba un ser humano al espacio, sino a todos los que vinieron después. Era la señal de partida para la conquista del cosmos.
En los 50 años que han pasado desde entonces más de medio millar de astronautas de 30 países han podido contemplar la Tierra como lo hizo Gagarin. Su misión, si se la compara con las actuales estancias de seis meses en la Estación Espacial Internacional (ISS), no fue especialmente complicada. El vuelo duró sólo 108 minutos y dio una única vuelta a la Tierra.
Pero fue todo una hazaña. La tecnología entonces no estaba al nivel de ahora. En los vuelos de preparación previos al lanzamiento del primer hombre al espacio fueron sacrificados muchos animales, entre ellos la perrita Laika , el primer ser vivo que traspasó la estratosfera.
Bien es cierto que, el 19 de agosto de 1960, se había logrado que dos perras, Belka (ardilla) y Strelka (flecha), regresaran sanas y salvas después de una singladura en órbita de 25 horas. Sin embargo, nadie sabía cómo podía afectar al ser humano una incursión al espacio. Aunque Gagarin tenía las claves para haber tomado los mandos de la Vostok-1, en caso de necesidad, el control de todo el periplo se hizo desde tierra. Y acabó bien.
El primer cosmonauta de la historia descendió suavemente en paracaídas y se posó en el suelo a las 10.55 horas de la mañana muy cerca de la orilla del río Volga, casi a la altura de la ciudad de Engels. Aquel muchacho de 27 años, bajito, afable y sonriente se había convertido en un héroe. Había sobrevolado el Himalaya, China, las islas Filipinas, el sur del Pacífico, América del Sur, África y Turquía, antes de entrar de nuevo en la URSS.
Al tocar tierra se topó con una campesina y su hija, a las que asustó con su llamativo mono naranja y enorme casco blanco con las letras CCCP (las siglas rusas de la URSS) pintadas en rojo. «No temáis, soy soviético como vosotras. Vengo del espacio y debo encontrar un teléfono para llamar a Moscú», les dijo Gagarin.
La Unión Soviética había sido la primera en lanzar un artefacto al espacio, el satélite Sputnik-1, el 4 de octubre de 1957. El régimen comunista también fue el primero en poner en órbita un mamífero, la perra Laika, el 3 de noviembre de 1957. Casi tres años y medio después se adelantaban de igual forma a los americanos con la primera aventura espacial humana. «El comienzo de la era espacial fue un gesto propagandístico y de intimidación» hacia EE.UU., aseguró a ABC Borís Chertok, mano derecha de Serguéi Koroliov, el gran constructor de cohetes del régimen soviético. «Nosotros no estábamos mucho más adelantados que los americanos en tecnología balística, al contrario en muchos aspectos ellos nos superaban con creces», reconoce Chertok. Lo importante era lograr el golpe de efecto, el impacto psicológico sobre el adversario. El veterano científico, no obstante, admite que «la guerra fría y el enfrentamiento entre las dos grandes potencias fue el motor para el desarrollo de la cosmonáutica».
Estados Unidos respondió a la gesta de Gagarin un mes después, el 5 de mayo de 1961, con el vuelo suborbital de Alan Shepard a bordo de la nave Mercury. Duró solamente 15 minutos y alcanzó una altitud de 187 kilómetros frente a los más de 300 de Gagarin. El líder soviético Nikita Jrushiov calificó la proeza de Shepard de «salto de pulga». El primer americano que de verdad salió al espacio fue John Glenn, el 20 de febrero de 1962, casi un año después que su colega ruso. Su vuelo duró 4 horas 55 minutos y dio tres vueltas a la Tierra.
Poco después, las mujeres
Después les tocó el turno a las mujeres. La primera en conquistar las estrellas fue Valentina Tereshkova, también soviética. Lo hizo el 16 de junio de 1963. La URSS estuvo mucho tiempo por delante de EE.UU. en la carrera espacial. En 1966 se logró que dos sondas aterrizasen en la Luna y en Venus.
La primera desgracia espacial les ocurrió a los soviéticos. Se produjo el 23 de abril de 1967, cuando Vladímir Komarov pereció al estrellarse la nave Soyuz-1 en el vuelo de reentrada. El momento de gloria les llegó por fin a los estadounidenses en julio de 1969, cuando Neil Armstrong pasó a la historia como el primer hombre que pisó la Luna.
Soviéticos y americanos inauguraron su cooperación espacial en 1975, cuando las naves Soyuz-19 y Apollo-18 se acoplaron en órbita, pero se hizo más intensa a partir de 1993. Los transbordadores de la NASA empezaron a volar a la estación rusa Mir. Un año después, Norman Thagard fue el primer norteamericano inquilino de la Mir y el primero en volar a bordo de una nave Soyuz. Otros seis compatriotas le sucedieron hasta 1998. La experiencia en la estación rusa fue decisiva para el funcionamiento de la ISS.
Desde 2000, la Estación Espacial Internacional alberga tripulaciones mixtas, también con astronautas europeos. El director de la agencia espacial rusa (Roskosmos), Anatoli Perminov, ha dicho que las potencias espaciales piensan construir bases en la Luna y enviar gente a Marte. Lo primero podría llegar en 2030 y lo segundo a partir de 2040.
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