«Barcelona no puede estar al servicio del independentismo»

–¿Cuál es el modelo de ciudad que propone?

–El principal problema de Barcelona son las desigualdades, hay que trabajar para hacer una mejor redistribución de la riqueza. No podemos concentrar todas las inversiones en el centro de la ciudad.

–Ese es un modelo muy PSC de los años ochenta…

–Quiero que la ciudad sea más homogénea. Hemos visto cómo se han cerrado muchos comercios, se ha perdido tejido industrial, pequeños talleres y empresas que contraban personal y dinamizaban el barrio. Pero tampoco hay que criminalizar un sector económico. Es cierto que Barcelona se ha convertido en una ciudad con una actividad turística de primer nivel. Lo que sí podemos hacer es ordenar el turismo, que no perturbe a la gente de los barrios, que no la expulse . Tiene que haber suficiente Guardia Urbana para hacer cumplir las ordenanzas de civismo.

–Evitar desigualdades exige más inversión, es decir, más impuestos, pero Barcelona es una de las ciudades con más presión fiscal. ¿Qué modelo fiscal propone?

–La ciudad de Barcelona está saneada, tiene superávit, ha gestionado bien sus recursos. Pero hay que evitar la concesión de préstamos a la Generalitat para que financie sus delirios independentistas, o proyectos fallidos como Spanair. Tampoco se puede concentrar toda la inversión en el último año de legislatura, pues ahora tenemos toda Barcelona levantada con obras, especialmente en zonas con nivel de renta alta, como Diagonal, Balmes o paseo de Gràcia. Se tendrían que haber equilibrado esas inversiones. No creo que el modelo fiscal pase por elevar los impuestos, la clase media de Barcelona ha desparecido como consecuencia de la presión del fiscal del Gobierno de España, de la Generalitat y del Ayuntamiento. Apostamos por la rebaja de los impuestos y la incentivación fiscal a los pequeños empresarios que generan negocio. Además, Barcelona no puede concebirse como una isla, tiene un entorno metropolitano con el que puede establecer sinergias económicas, pero tenemos atascada una obra importante como la de la estación de la Sagrera que favorecería esa relación.

–Ciudadanos se abstuvo en la votación en el Parlament sobre la ley de horarios comerciales.

–Si un fin de semana desembarcan decenas de turistas de un crucero, los comercios no pueden estar cerrados porque es una pérdida económica. Hay que determinar zonas turísticas y fechas de apertura, pero ver cómo afecta a los barrios periféricos. No somos partidarios de fijar ocho domingos al año u ocho festivos abiertos, somos partidarios de ajustar eso a los intereses comerciales. Hay muchas ciudades en el mundo que pasan por esta situación de impacto turístico y nos puede servir de ejemplo.

–¿Qué es lo peor que ha hecho Trias?

–Paralizar la ciudad y utilizarla como instrumento al servicio del independentismo . Barcelona siempre ha sido una ciudad abierta a las ideas, a las diferentes culturas, al debate público. Ellos la han puesto al servicio de una ideología. Culturalmente, ha habido una pérdida de dinamismo, de cierre de librerías o teatros, sin que Trias haya hecho nada.

–Barcelona es el próximo gran reto para Ciudadanos y las perspectivas electorales de su partido no paran de crecer. ¿Podemos puede truncar eso?

–Salimos a ganar. Podemos-Guanyem quieren hacer una revolución democrática, nosotros queremos transformación. Albert Rivera dice que ellos quieren venganza y nosotros, justicia.

–A Trias se le acusa de tolerancia con movimientos antisistema, como ocurrió con el desalojo de Can Vies. ¿Cómo afronta Ciudadanos ese tema?

– El enquistamiento del movimiento «okupa» en muchos barrios y el malestar vecinal que ello genera es consecuencia de la tolerancia de tantos años de gobierno tripartito en Barcelona. Eso estaba amparado por quienes hoy van a sumarse al proyecto de Podemos y Ada Colau . Somos firmes defensores del cumplimiento de la ley y de la propiedad privada.