Loquillo nombra el Bar Mervellé en su famosa canción «Cadillac solitario» y algún músico o poeta debería mencionar el encanto del Restaurante «La Venta». La llegada al Peu del Funicular no sería lo mismo sin la fachada de casas singulares que forman parte de la historia de Barcelona.

Precisamente, La Venta (Plaza Doctor Andreu, S/N), es noticia porque ha cambiado de dueños y ha hecho un reset con una apuesta clara por una cocina muy honesta sin florituras. «Hace un año que empezamos la aventura de La Venta -explica Lluís Viñas que tomó las riendas del local junto a Josep Vilella-. Y nuestra carta se decanta claramente por la cocina catalana de calidad». La nueva dirección recupera la belleza de este local con una cuidada iluminación y una decoración idónea para una comida/cena inolvidable.

Pasión y dedicación definen el trabajo del tandem Viñas-Vilella que tienen claro que este restaurante es un referente de la oferta culinaria de Barcelona. «Estamos luchando para conseguir que todo funcione bien sin grandes cambios», explica Viñas que hasta ahora se había dedicado a temas de seguros y que debuta en la restauración. A su lado está Josep Vilella que asesora en temas gastronómicos y que ha incluido nuevos platos como un delicioso gazpacho de tomate aterciopelado, un pastel de patatas que se deshace en la boca o el tataki de ternera con salsa de anchoas.

Cocina descifrable

«Tengo muy claro que la carta debe tener cocina descifrable; que todo el mundo tiene que saber lo que come», destaca Vilella que sabe que cocina tradicional y modernidad no se excluyen. «Lo importante es dar calidad de productos y mantener una carta atractiva», añade. En esta línea de trabajo, La Venta ofrece una merluza con mayonesa y trufa de verano suprema y dos de sus postres también son sublimes como el souflé de helado de naranja y el pastel de mató recién hecho.

La Venta tiene mucho futuro y sus responsables muchas ganas de triunfar con productos caseros de calidad.