Del mismo modo que internet ha cambiado nuestra manera de vivir, la fabricación digital, basada en la tecnología de la impresión en 3D, cambiará la forma en la que producimos y consumimos. En lo que algunos «gurús» pronostican que será la nueva revolución industrial, la impresión 3D implica llevar al mundo físico, el de los objetos, lo que ya se ha conseguido en el de la computación, y lo que ahora puede parecer una idea abstracta comienza ya a materalizarse.

Así lo cree Tomás Díez, director del Fab Lab de Barcelona, uno de los 300 centros de este tipo repartidos por el mundo y que son plataformas para la creación y difusión de esta nueva revolución. Esta semana, en su sede en el Poblenou, en un antiguo taller, varios jóvenes de todo el mundo se valían de las distintas fresadoras e impresoras 3D para materializar sus diseños, un avance de lo que está por llegar. Del ciudadano consumidor al ciudadano también productor, el «prosumidor»

Para difundir esta tendencia, la capital catalana acogerá entre el 2 y el 8 de julio la Conferencia Mundial FAB10 sobre fabricación en 3D, que reunirá los 300 laboratorios del mundo dedicados a esta nueva forma de producción. Organizado por el Fab Lab Barcelona y el MIT (Massachutsetts Institute of Technology), el encuentro en el barcelonés Disseny Hub pretende ser un foro para especialistas pero, sobre todo, una plataforma para acercar al gran público el mundo 3D, para lo que se ha previsto un festival en el que se podrá experimentar en primera persona o demostraciones para niños.

La fabricación de sencillos objetos en base a plástico (lo que ya es posible con las pequeñas impresoras 3D de uso doméstico) o la construcción de una casa en base a impresoras a gran escala que usan hormigón son solo algunas de las aplicaciones de una tecnología que apenas da sus primeros pasos. «Estamos en el mismo punto de cuando comenzamos a usar el ordenador hace 20 años», explicaba esta semana Díez. Las perspectivas son asombrosas. «Vamos hacia una edad media avanzada. En la que las personas volverán a ser productores en el patio trasero de su casa» concluye.