Barcelona emula a Gamonal con tres noches de violencia «okupa»

En el caso de Barcelona, la mecha ha prendido tras el derribo el pasado lunes de Can Vies , una histórica casa «okupa» en el barrio de Sants. Las consecuencias, tres noches consecutivas de graves incidentes y la sensación de que el colectivo «antisistema» ha encontrado el pretexto para armar lo que se pretende un levantamiento popular sustentado sobre el descontento por la crisis económica. Anoche, convocados a través de las redes sociales (se extendió el término #gamosants ), una treintena de manifestaciones recorrieron los barrios de Barcelona, poblaciones catalanas, Palma y Valencia. En la Ciudad Condal se reprodujeron los actos vandálicos, con quema de mobiliario urbano, destrozos en sucursales bancarias, barricadas de fuego y lanzamiento de objetos contundentes contra los Mossos, que se vieron obligados a cargar contra los violentos. La policía autonómica detuvo al menos a 25 personas y la Guardia Urbana a tres más en esta tercera noche de incidentes.

Después de varios meses de relativa tranquilidad en cuanto a la violencia antisistema en Barcelona –el último episodio sucedió precisamente en enero, en apoyo a la protesta del Gamonal–, la capital catalana vuelve a revivir escenas ya habituales, con los Mossos d’Esquadra empleándose a fondo contra un colectivo reducido pero cada vez más audaz, como lo prueba el uso de gasolina para provocar daños. Precisamente, y como novedad, junto con los seis ataques a sedes de CDC, el lunes se quemó una unidad móvil de TV3. A la noche siguiente, la Policía autonómica se vio desbordada, lo que incluso ha sido criticado por los sindicatos del cuerpo. El despliegue fue insuficiente. Y en el epicentro de la protesta, en Sants, los alborotadores tuvieron vía libre para quemar la excavadora que había iniciado el derribo de Can Vies. Hubo seis detenciones; dos el día anterior.

La delegación del Gobierno en Cataluña ofreció a la Generalitat la ayuda de la Policía Nacional (CNP) y de la Guardia Civil. Dos centenares de antidisturbios del CNP se desplazaron a Cataluña para proteger edificios del Estado en previsión de más incidentes.

La descarga de violencia también se tradujo en tormenta política. Los partidos de la izquierda cuestionaron, por un lado, el derribo de la casa ocupada por parte municipal, y por otro, la gestión de los hechos de la Consejería de Interior, acusada de imprevisión al comunicar la dimisión del director de los Mossos cuando ya se intuía una noche de disturbios.