Consiguen reconstruir una mama, pezón y areola en una sola operación poco invasiva

«Minimizamos el estigma y el trauma de las afectadas y unimos las intervenciones», ha explicado el doctor Joaquim Muñoz, cirujano plástico del Hospital de Bellvitge. Hasta ahora, en este tipo de cánceres, muy común entre las mujeres, la mama quedaba reconstruida en una primera intervención sin la areola ni el pezón y la afectada debía volver a pasar por el quirófano para recuperarlos.

La nueva cirugía utiliza la endoscopia par extraer el músculo dorsal ancho, que se transplanta en la mama extirpada. «Este músculo sirve de sujetador interno para proteger la prótesis mamaria y para dar volumen al pecho reconstruido», ha señalado el doctor Muñoz. El tejido actua como una malla que protege mejor a la prótesis, que no queda directamente bajo la piel, y la paciente tiene una cicatriz mínima en la espalda, de unos cuatro centímetros de largo, mucho menor que la marca que quedaba hasta ahora, que solía ser de unos quince centímetros.

Entre el 25 y 35% de las mujeres que sufren cáncer de mama requieren una mastectomía total y la mitad de ellas se concluyen con una reconstruir el pecho con tejido propio, que es la solución óptima. En los otros casos se utilizan prótesis y aunque son una buena opción, suponen un trauma para muchas afectadas, ya que no se sienten cómodas a nivel estético y ya que las reconstrucciones hechas hasta ahora suelen comportar más de una operación.

El Servicio de Cirugía Plástica del hospital ha utilizado ya esta técnica pionera en 22 pacientes desde finales de 2012. Los resultados son muy positivos y los médicos apuntan a que además ayuda a llevar mejor los efectos de radioterapia, que a menudo tienen llas afectadas por un cáncer de mama. «Con el músculo tenemos las mismas secuelas, pero tenemos muchas más células», ha incidido el jefe de servicio de Cirugía Plástica, Josep Maria Vinyals. Este médico ha incidido en los avances que se están descubriendo para minimizar las molestias y secuelas de estas enfermedades.

Leonor Garrido, de 47 años, es una de las mujeres que ya ha sido intervenida con esta nueva técnica. Fue el pasado abril y recuerda que «tenía pánico a saber cómo quedaría» y que acabó muy satisfecha, con una recuperación buena. Ella solo pasó cuatro días ingresada y recuerda la importancia de verse bien desde un primer momento porque «como mujer quieres quitar la enfermedad pero también te quieres ver bien, que puedas estar a gusto en la playa o en la piscina».