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punto de fuga

Mi patria

josé garcía domínguez

Como Rilke, yo también creo que la única patria de un hombre es su infancia. Por eso me resultan tediosos hasta el hastío sus procesos, sus cadenas y sus esteladas, al tiempo que me conmueve en lo más hondo la destrucción anunciada del paisaje urbano ... que ha dado forma a mi personal memoria. La memoria espacial de alguien que creció contemplando, y más de una vez fascinado, los escaparates de las viejas tiendas de las Ramblas o el Barrio Gótico; que vagó tantas tarde con su primera novia por las Galerías Maldá, hoy fantasmales en su decrépito vacío; que descubrió tantos tesoros enterrados en el sótano de la librería Canuda, igual abatida no hace tanto por la olímpica indiferencia de los que se supone conservadores pero nada quieren conservar, salvo el sagrado afán de lucro. Tal que así, lo que no pudo el muy lerdo desarrollismo de los sesenta lo va a consumar, medio siglo más tarde, la inopinada alianza entre la Ley de Arrendamientos Urbanos y la cómplice desidia de unos alcaldes y concejales que, para más inri, pasan ante el común por conservadores.

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