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MADRID RÍO
La ciudad recupera el Manzanares
El Proyecto Madrid Río, que se puso en marcha en noviembre de 2005, contempla el soterramiento de seis kilómetros de la histórica carretera de circunvalación, y la recuperación de la superficie liberada del tráfico. Se incrementará así la funcionalidad del trazado y se mejorará la calidad del agua del viejo río mediante la modernización de la red de saneamiento. El objetivo: crear una gigantesca zona verde de un millón de metros cuadrados.


AMADEO BUENO

 

El Manzanares dio vida a Madrid y, a pesar de su indiscutible valor histórico, ha sido siempre uno de los grandes olvidados a través del tiempo en cada uno de los los proyectos urbanísticos que se han acometido en la ciudad. El equipo de Alberto Ruiz-Gallardón busca ahora seguir el ejemplo de otras grandes capitales europeas –como Londres, París, Roma, Lisboa o Dublín– para incluir el espacio verde del río en la oferta turística y el estilo de vida de sus habitantes. El viejo Manzanares no tiene, desde luego, la relevancia ni el tamaño imponente de sus vecinos, pero este factor no impedirá que el proyecto altere por completo el paisaje urbano que luce Madrid.

 

El Proyecto Madrid Río, que se enmarca dentro de una de las grandes actuaciones de remodelación de la M-30, consiste en el soterramiento de seis kilómetros de la vía de circunvalación para liberar una superficie de casi medio millón de metros cuadrados de zona verde, equivalentes a las dimensiones de 50 campos de fútbol. Se creará así un gigantesco parque urbano situado a poca distancia de la mismísima Puerta del Sol.

 

La calzada reservada a los vehículos y los atascos de tráficos desaparecen de la panorámica madrileña y se devuelve a los ciudadanos el uso de las riberas del río y sus aguas como eje central del nuevo Madrid, en la que predominan los espacios verdes. Así, el espacio resultante constituye el nexo de unión de un auténtico corredor ambiental de casi 3.000 hectáreas, que se extiende desde Getafe hasta El Pardo y está formado, de sur a norte, por el Parque Lineal del Manzanares (335,9 hectáreas), Cuña Verde de Latina (67,9 hectáreas), Parque de San Isidro (25,4 hectáreas), Parque Matadero (5,4 hectáreas), Parque Arganzuela (8,3 hectáreas), Campo del Moro y Sabatini (21 hectáreas), Casa de Campo (1.508,9 hectáreas), Parque del Oeste (64,1 hectáreas) y Parque Lineal del Manzanares Norte (865,8 hectáreas).

 

Un paisaje renovado
Las obras –explican los responsables de Urbanismo– permitirán equilibrar Madrid, incorporando el río en el medio natural de la ciudad y ofreciendo continuidad a los barrios más alejados del centro. Se elimina así la barrera física de la Avenida de Portugal con la Casa de Campo. Está previsto, además, recuperar la alineación de los árboles plantados originalmente en la late que impregna las aguas del río dejará de predominar sobre las demás tonalidades y, después de la actuación, se obtendrá un líquido con “calidad de baño”, según aseguraba a comienzos del pasado mes febrero el mismísimo alcalde durante la inauguración del segundo estanque de tormentas que hará posible el milagro. Alberto Ruiz-Gallardón garantizó que los madrileños disfrutarían en el plazo de un año de un caudal estable de agua con calidad adecuada, incluso para bañarse. El Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid convocó en 2003 un concurso, por importe de 27,4 millones calle Toledo, el Paseo de Santa María de la Cabeza y el de las Delicias. Mientras tanto, en la ribera oeste, el tramo de carretera que queda soterrado se transforma en un camino con carril bici y un conjunto de paseos ajardinados. Al otro lado del río las orillas se hacen más accesible y la relación con el agua es directa. Se construirán también nuevos puentes para facilitar las comunicaciones a los peatones.

 

Se ha previsto la mejora y adecuación del sistema de saneamiento, dando mayor capacidad a los colectores y depuradoras para incrementar de forma sustancial definitiva la calidad del agua que discurre por el cauce del Manzanares. El color chocolate que impregna las aguas del río dejará de predominar sobre las demás tonalidades y, después de la actuación, se obtendrá un líquido con “calidad de baño”, según aseguraba a comienzos del pasado mes febrero el mismísimo alcalde durante la inauguración del segundo estanque de tormentas que hará posible el milagro. Alberto Ruiz-Gallardón garantizó que los madrileños disfrutarían en el plazo de un año de un caudal estable de agua con calidad adecuada, incluso para bañarse.

 

El Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid convocó en 2003 un concurso, por importe de 27,4 millones de euros, para estanque de tormentas en la margen izquierda del Manzanares. Éste enviará sus aguas a las depuradoras de La China y Sur para su tratamiento inmediato. Al final han sido seis los estanques de tormentas que se van a levantar en los márgenes del río con este propósito. Se trata de cubas de grandes dimensiones que recogerán el agua de lluvia y la procedente de los colectores de la ciudad para regular su vertido al Manzanares y facilitar una correcta depuración. Se evitan, además, posibles inundaciones en el caso de que las precipitaciones seas intensas, cuando el volumen de agua que discurre por el alcantarillado supera la capacidad de éste. Por otra parte, se impide que se viertan directamente al río las primeras aguas de lluvia, que suelen ser las más sucias y contaminantes.

 

El último estanque de tormentas en ser inaugurado fue, precisamente, el de La China, una infraestructura que entró en funcionamiento a comienzos de febrero y que contó con un presupuesto aproximado de 24,3 millones de euros. Su misión: reducir anualmente en un 35% los vertidos directos por lluvias al río y retener en un 95% los primeros aguaceros. El 80% del coste de dicha obra ha sido financiado directamente por la Unión Europea, a la que Ruiz-Gallardón agradeció su colaboración.



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