Xuan Lan, experta en yoga: «Hay que aprender a no hacer nada y ser menos productivo»

¿Están de moda los retiros de bienestar?

Más que una moda, es una necesidad. Es cierto que no paran de crecer las propuestas, pero esto se debe a la demanda. Cada día hay más personas que buscan resetearse en un sitio donde les enseñen cómo cuidarse por dentro y por fuera. Y cuanto más se hable de ello, mejor.

¿Pero es necesario viajar a lugares maravillosos para conseguir desconectar?

Claro que no. Con 'Reset' quisimos inspirar a través de la visita a los tres mejores retiros del mundo porque queríamos saber qué esconden tras sus puertas. Pero pasar un día en soledad es suficiente. Lo que sí veo necesario es vivir esa experiencia en un lugar de la naturaleza que esté aislado del ruido y la gente, con el móvil desconectado y sin prisas ni reloj. Si además es un lugar maravilloso, mejor.

¿Cada cuánto habría que hacer ese 'reset'?

En mi caso, lo hago cada fin de semana, porque practico yoga y meditación en el campo o en la montaña. Busco ese momento en silencio porque sé que lo necesito, pero hay personas que nunca lo hacen porque no son conscientes de esa necesidad. Por eso existen retiros de todo tipo, presupuesto y contenido, en los que explican cómo cuidarse. Hay que ver ese 'reset' como un autorregalo de tranquilidad para escucharse.

¿Qué señales indican que urge esa pausa?

Muchas. Una es no respirar bien o respirar rápido y solo por la parte alta. La respiración saludable debe ser profunda y debe involucrar al abdomen y al diafragma. Hoy se respira mal y eso hace que no se oxigene bien el cuerpo, que no se descanse y que no sea fácil relajarse. Si la respiración es caótica y superficial, se necesita un descanso urgente. Otra señal es tener molestias digestivas crónicas, pues están relacionadas con problemas emocionales. Y también es ilustrativo que los seres queridos noten irritabilidad y nerviosismo en nosotros. Si lo manifiestan con amor, hay que escucharles.

Suele calificar la respiración como una herramienta poderosa, ¿Por qué?

Cada vez hay más publicaciones que avalan el poder de la respiración tanto para la salud física como emocional. Es revelador el ensayo 'Respira', de James Nestor, en el que se realiza una investigación experimental cuya conclusión es reveladora: hay que respirar siempre por la nariz. Incluso algunos atletas ya se están tapando la boca en sus entrenamientos para entrenar esa práctica.

¿Por qué es beneficioso respirar por la nariz?

Respirar bien tiene un impacto positivo en el sistema nervioso, en el circulatorio, en el control emocional y en la gestión del estrés. Es algo sabido en el yoga y se practica desde hace miles de años de una manera más intuitiva que científica a través del 'pranayama' o control de la respiración.

¿Qué siente si pierde el móvil o no hay internet?

Si un día llego al despacho y veo que he olvidado el móvil en casa, estoy perdida. No solo trabajo con él, sino que es mi forma principal de comunicarme. Me resulta complicado trabajar sin móvil y siento un agobio puntual, pero tengo las herramientas para calmarme y entender que no es algo tan importante. Ser capaz de dibujar una escala de valores y prioridades para no poner todo al mismo nivel permite relajarse.

¿Cuáles son esas herramientas que usa para calmarse?

Buscar el equilibrio y poner límites. El primer límite es el horario. No hay que pasarse el día delante de una pantalla y hay que priorizar el sueño.

¿Por qué es tan importante el cuidado del descanso?

Ayuda a ordenar la mente, a consolidar lo aprendido, a proteger la memoria y a propiciar la regeneración celular. Si se consulta el móvil minutos antes de ir a la cama, el sueño no será reparador, pues ese tipo de luz impide la activación de la melatonina y perjudica el descanso. También propician el insomnio los contenidos tóxicos y violentos que alteran y que no aportan. Pasar dos horas en las redes sociales mirando la vida de los demás no sirve para nada.

¿Usted no consulta lo que hacen otros en redes?

No, con sinceridad. Paso mucho tiempo creando, editando, escribiendo y comunicando con el móvil. No miro lo que hacen los otros porque no quiero dedicar más tiempo a usarlo. Además, creo que hay muchos contenidos tóxicos y violentos.

En el documental asegura que se dio cuenta de que «tenía prisa por ir despacio»...

Lo sentí al hablar con Viren Perera, propietario de Ulpotha, un retiro en la selva de Sri Lanka. Transmitía paz y luz con su mirada, sus movimientos y su forma de hablar. Cuando interactué con él tuve que ralentizar el ritmo y sentí que siempre había vivido con prisa. Es algo que le pasa a mucha gente. Nos damos cuenta con prácticas como ver una película a doble velocidad. Eso hace que nos perdamos la narrativa, las pausas, la poesía, el sonido real, la iluminación... Si se tiene prisa por saber el final de una historia, se pierde camino, que es lo que realmente se disfruta.

¿Se puede disfrutar de no hacer nada?

Lo que te permite es tener un espacio mental, espacial, temporal y físico para escucharte. Y eso aporta mucha información sobre la energía, la motivación, el estado de ánimo, la mente y las emociones. Para saber si uno está bien o no, necesita escucharse, y eso requiere parar de hacer cosas y estar en silencio. Es algo en lo que profundicé con Pablo d'Ors. Hay que aprender a no hacer nada y ser menos productivo.

No es fácil...

No, pero es posible. El cerebro siempre está en acción, rumiando y pensando hacia el futuro y hacia el pasado. Parar es una necesidad. Pero no se puede pasar de cien a cero. Primero hay que ralentizar el ritmo, luego parar y, por último, no hay que sentirse culpable por 'no hacer'. Hay que vivir más en el sentir y en el escuchar que en el hacer y en el crear. Cuando se para, se escuchan las emociones y se sabe dónde está la motivación y cuál es la intención. La vida interior es más rica y más interesante.

En esa vida interior se puede encontrar un enemigo.

La naturaleza del cerebro es la rumiación. La neurocientífica Nazareth Castellanos me explicó que tenemos una red neuronal por defecto que hace que vayamos de un pensamiento a otro, y que es necesario dejar espacios entre esos pasos para tener calma y paz. Con la meditación se entrena la mente para crearlos y para que sepa cuándo está entrando en el bucle de la rumiación. Una preocupación excesiva que se repite se convierte en ansiedad.

¿Qué sucede si el contacto con la naturaleza es escaso?

El ser humano siempre vivió en la naturaleza, pero hoy se ha desconectado de ella, de sus ciclos y de nuestros ritmos circadianos. Ya no sabemos lo que nos dice. Antes nos relacionábamos y nos divertíamos con ella, ahora lo hacemos en casa mirando una pantalla. La necesitamos más de lo que creemos. Incluso se ha demostrado científicamente que los enfermos se curan más rápido en un entorno natural.

¿Cómo afecta la desconexión de los ritmos circadianos?

En el insomnio, por ejemplo. Unos no pueden dormir, otros se despiertan a medianoche y se quedan en vela, otros se sobresaltan varias veces y otros madrugan mucho sin querer o se levantan cansados. Lo que aprendí con la Dra. Nuria Roure es la necesidad de identificar el origen. Puede ser hormonal (menopausia, por ejemplo), culpa del estrés o incluso falta de preparación para inducir al sueño. Ahí es donde entran los ritmos circadianos y la importancia de evitar las pantallas. Si uno se deja guiar por la luz solar, el cuerpo se prepara para el sueño y el descanso es mejor y más profundo.

¿Es preocupante el exceso de pantallas en las generaciones más jóvenes?

Es triste ver a un grupo de jóvenes chateando entre ellos o mirando las redes sociales en una playa. Es cierto que nacieron con el móvil en las manos, pero hay que limitarlo. Muchos creen que tienen muchos amigos porque tienen likes en redes sociales. Su autoestima depende de eso y es muy peligroso. Si no se escuchan, si su escala de valores depende de que les acepten, nunca se conocerán bien. Hemos llegado al punto de que si uno se viste o no piensa como todos, ya es el rarito del grupo. Sabemos que los jóvenes necesitan formar parte de una 'tribu' y sentir pertenencia; pero los padres y educadores deben ayudarles a conocer sus cualidades, talentos y personalidad genuinas para que no se fijen solo en lo que los demás piensan.

¿A qué se refiere cuando menciona la «sobredosis de alimentación actual»?

A la facilidad para conseguir comida a cualquier hora y en cualquier lugar. Ahora se compra algo empaquetado y se calienta en el microondas, pero antes había que pensar más en los ingredientes y en cocinar. Se necesitaba tiempo y dedicación. La comida se disfrutaba y se valoraba de otra manera. Hoy se come por antojos, emociones y para calmar la ansiedad. Y además, delante de la televisión o mirando el móvil.

¿Cómo se disfruta más de la comida?

En yoga hablamos de la comida sátvica, que prioriza los alimentos frescos, de proximidad y de temporada. Se preparan y se cocinan con amor y se comen con consciencia. Eso cambia la relación con la comida y previene el sobrepeso.

¿También hay sobredosis de información?

Sí, el 'Fear Of Missing Out' (FOMO) o miedo a perderse algo, es frecuente. Queremos ver, saber y hacer todo. Y eso nos lleva a tener relaciones superficiales. Hemos dejado de dirigir la mirada hacia nosotros. Preferimos mirar la vida de los demás, aunque sepamos que lo que vemos no es la verdad de esas personas, porque nos evade de los problemas. Y eso nos impide afrontar nuestros problemas y mejorar.

¿Qué pequeñas cosas del día a día ayudan a resetearse?

Dedicar diez minutos a meditar, practicar yoga (aunque sea online), ejercitarse y moverse, comer sano y dormir bien. Y si esa persona se ve muy alterada, debe pedir ayuda a un terapeuta. Tal vez no sea posible revolucionar la vida, pero sí se pueden hacer adaptaciones. Además, es posible, hay que regalarse una vez al año una experiencia de un retiro de dos días, porque hacerlo implica coger las riendas de la vida y responsabilizarse de la salud.

¿Con qué aprendizaje personal se queda de todo lo vivido durante la creación de 'Reset'?

Conseguí soltar el control. Preparé la mini serie documental durante seis meses, con mucha preproducción. Trabajé en ello personalmente. Me volqué en los contactos y en todo el proceso. Puse mucha energía en ello porque quería que saliera todo perfecto. Pero entendí que no se podía controlar todo, que cada uno tiene su organización y se forma de trabajar y que si se respetan esas distintas formas de hacer, todo fluye. Tal vez no hubiera hecho así algunas cosas, pero salió bien. Todos aprendimos a tener fe y confianza en los otros. Y ese aprendizaje me ha ayudado mucho en mi día a día.