«El verano me cansa»: cómo afecta el calor a nuestro día a día

Esta época del año es conocida especialmente por el incremento de opciones de ocio, días de descanso y disfrute y la multitud de reforzadores que nos permiten mejorar nuestro ánimo. Y a pesar de todos los puntos a favor mencionados antes, siendo estos muchísimos más, por supuesto, esta temporada no está exenta de factores que influyen negativamente en nuestro estado anímico, aun siendo el estío la mejor estación del año para muchos.

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Para mí, desde luego que no. Y me sobran motivos para que no lo sea. Si algo se puede destacar de este verano es sin duda lo sumamente caluroso que está siendo, uno de los más bochornosos que se recuerdan, y estas altas temperaturas conllevan una serie de riesgos para nuestra salud física y mental. No lo digo yo, lo reconoce también Paloma Rey, psicóloga general sanitaria. Algunos de los síntomas propios de un golpe de calor, y a los que debemos prestar especial atención son:

- Piel enrojecida o caliente.

- Sed y sequedad en la boca.

- Incremento de la temperatura corporal.

- Nauseas, vómitos o diarrea.

- Aumento de las pulsaciones por minuto.

Otros síntomas físicos que pueden aparecer como consecuencia de las altas temperaturas son:

- Cansancio.

- Calambres musculares.

- Pérdida o ausencia de fuerza física (adinamia).

- Edemas en las extremidades.

- Hipotensión.

La salud mental no está exenta de recibir los factores negativos de esta temporada. Por ejemplo, las dificultades en la concentración y memoria, la fatiga, la irritabilidad e incluso agresividad. O el estrés y la ansiedad, por no mencionar de nuevo las dificultades para conciliar el sueño, y que este sea reparador.

«Este último síntoma va a ser clave para nuestro correcto funcionamiento emocional. El calor en exceso provoca un cambio importante en nuestro entorno al que el cuerpo intenta adaptarse. Sin embargo, el descanso se vuelve más difícil con el calor, dando lugar a la aparición de insomnio y, en consecuencia, un incremento en los niveles de estrés, ansiedad y mal humor, que afecta de forma significativa a nuestra rutina y nuestras relaciones interpersonales», comenta Paloma Rey.

En algunos casos más puntuales puede darse un tratarnos afectivo estacional (S.A.D) del verano. Este trastorno es más común en otoño e invierno y afecta al 10% de la población. Indica la psicóloga Rey que se caracteriza principalmente por un «sentimiento de tristeza, abatimiento, insomnio y disminución del apetito».

Por todo lo expuesto anteriormente, es realmente necesario tomar medidas que nos ayuden a combatir el calor. Dado que no todo el mundo tiene la oportunidad de dormir o trabajar con aire acondicionado, estos consejos de la experta son de gran utilidad:

- Mantener una correcta higiene del sueño. «Tratar de mantener lo más fresco posible nuestro lugar de descanso, empleado sábanas transpirables y absorbentes (las cuales pueden ser humedecidas antes de irnos a dormir), oscureciendo la habitación, empleando sistemas de refrigeración, como ventiladores; mantener ventanas o puertas abiertas y evitar el uso de dispositivos electrónicos que trasmitan calor son algunas de las opciones que podemos emplear para mejorar la calidad del sueño», recomienda la experta.

- Duchas de agua fresca. Esto puede ayudar a regular nuestra temperatura corporal aunque, una vez más, debemos tener cuidado con las temperaturas extremas.

- Mantener una correcta hidratación. La experta aconseja eliminar bebidas como café, refrescos o alcohol, y sustituirlas por agua fría nos ayudará a mantener en equilibrio nuestros niveles de hidratación.

- Evitar las horas de máximo calor y emplear accesorios para el sol: Emplear gafas de sol, gorras o sombrillas nos ayudará a combatir mejor las altas temperaturas y, a su vez, protegernos del sol. En la medida de lo posible, es recomendable no exponernos al calor en las horas centrales del día. En caso de no tener más remedio, es imprescindible tomar las medidas anteriormente citadas.

Al igual que otras épocas del año, el verano es una estación con multitud de oportunidades para nuestra salud mental. Pero para poder disfrutar de ella en su amplia plenitud, debemos prevenir, en la medida de lo posible, los efectos adversos que el calor puede tener para nosotros. «Si estos síntomas persisten o conllevan un malestar significativo, es recomendable acudir a un profesional que evalúe la posible presencia de S.A.D y nos dote de las herramientas y estrategias necesarias para combatirlo», concluye la psicóloga.