Vacaciones en soledad: «Cuando no hay que adaptarse al ritmo de otros pueden pasar cosas muy bonitas»
Cuatro psicólogas explican cómo convertir el descanso vacacional solitario en una oportunidad para mejorar el autoconocimiento y la salud emocional
Por qué hay personas que no son felices en vacaciones
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Iniciar sesiónAmbivalente, circunstancial y paradójica la soledad puede ser una carencia o un signo de abundancia. Si es elegida y buscada, permite liberarse, vivir momentos de introspección y disfrutar de un estado de calma. Pero si no es una vivencia deseada, se puede convertir en ... una prisión o en un vacío que algunas personas llenan de tristeza, sufrimiento y a veces hasta de enfermedad. Y eso es algo que se acentúa especialmente en los periodos vacacionales en los que la visión negativa de la soledad tiende a aumentar por las dinámicas y expectativas sociales y familiares. La explicación está en que el descanso estival suele asociarse a recuerdos de experiencias compartidas, reencuentros, alegrías, fiestas y reuniones amistosas que avivan la nostalgia, una emoción que conecta directamente con la sensación de carencia. Pero además el hecho de ver o ser testigo del disfrute de otros, tanto en la vida cotidiana, como en las redes sociales, puede acentuar aún más esa percepción de exclusión y aislamiento o ese recordatorio constante de la falta de contacto social.
Igualmente hay que tener presente que algunas personas viven lejos de sus familias o amigos y no pueden reunirse con ellos durante las vacaciones debido a barreras como la distancia, los problemas financieros, o los compromisos laborales. Y esto también puede aumentar la soledad, ya que se ven obligadas a pasar en soledad sus vacaciones, mientras que la mayoría de las personas que tienen a su alrededor parecen estar disfrutando de conexiones sociales.
Ya sea por una pérdida, una ruptura, un cambio vital o una situación circunstancial la soledad no deseada puede doler especialmente en vacaciones. Sin embargo, tal como explica la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, CEO de Psique Cambio (@psique.cambio), cuando uno logra despojarse de esa sensación de aislamiento, la soledad puede abrir espacios internos muy valiosos. «Cuando no hay que adaptar el ritmo a nadie y cuando uno puede escucharse sin ruido pueden pasar cosas muy bonitas: descanso, claridad mental, toma de decisiones y vivencia de emociones olvidadas», aclara. Eso sí, la psicóloga aclara que no se trata de aprovechar las vacaciones en solitario como si fuera un reto de superación personal, sino de reconvertir esa experiencia aparentemente negativa en una oportunidad para redescubrirse y disfrutar de ese tiempo con autenticidad y ternura hacia uno mismo.
Hacer planes ilusionantes, aunque sean sencillos, puede ser un buen comienzo, según plantea Gil Bóveda. Ver el amanecer en ese lugar al que siempre quisiste ir, hacer fotos sin prisas y hacer las pausas que se necesiten para disfrutar del momento, pararse a escribir sin filtro y sin complejos sobre todo aquello que se está viendo, detenerse y disfrutar de cada experiencia con los cinco sentidos para percibir olores, colores, texturas, sabores... Todo vale para ser capaz de conectar con el momento que se está viviendo. De hecho, tal como añade la psicóloga, también es válido permitirse no hacer nada. «Descansar y el 'dolce far niente', es decir el dulce momento de no hacer nada y no sentir culpa, también es valioso; así como dejar fluir las emociones: "Si sientes tristeza, llora. Si sientes alegría, celébrala. Si te da miedo el silencio, escúchalo. A veces estar solo no es una señal de vacío, sino de reconstrucción", apunta. No en vano, la experta apunta que es en este tipo de procesos cuando uno puede llegar a descubrir que está más acompañado de lo que creía: por uno mismo, por su historia y por todo lo que está por llegar.
Eso sí, el hecho de reconectar con el momento y con el presente no tiene por qué implicar un encierro emocional, según aclara la psicóloga, pues es aconsejable mantener contacto con los demás, expresarse o incluso practicar actividades nuevas, recuperar aficiones o unirse a grupos con los que se compartan intereses.
Comparte esta opinión la psicóloga Ana Belén Medialdea (@anapsicologamadrid), quien explica que además de planificar con intención unas vacaciones en solitario eligiendo aquellas actividades que resulten ilusionantes, es importante combinarlas con pequeños momentos de contacto social, permitirse sentir todo aquello que vaya surgiendo sin juzgarse y aprovechar ese tiempo para reconectar con uno mismo sin la mirada ni la intromisión ajena.
Otro de los consejos de Gil Bóveda es cuidar las rutinas básicas. Algo tan sencillo como comer de forma saludable, moverse (o practicar el deporte o el ejercicio que nos guste) y un descanso nocturno suficiente y satisfactorio permite mantener la mente en calma y el cuerpo activo, pero descansados.
Por su parte, la psicóloga Lara Ferreiro (@psicologa_laraferreiro) incide en la importancia de abordar los momentos de soledad en vacaciones con imaginación y creatividad para salir de la zona de confort, probar cosas nuevas y desterrar el miedo. «Desde los típicos cruceros o viajes organizados para singles hasta los retiros de yoga, senderismo, fotografía o incluso los clubes de running pasando por voluntariados internacionales, cursos para aprender todo tipo de cosas (idiomas, flamenco, cerámica, cocina, manualidades...) o incluso los 'free tours' para romper el hielo y conocer a otros turistas. ¡Hay muchas oportunidades para conocer a otras personas y para darse a conocer!», plantea.
¿A quién afecta más la soledad en vacaciones?
Como describe el último barómetro de la soledad no deseada en España 2024, elaborado por la ONCE y la Fundación AXA, en la actualidad cerca de un 20% de los españoles sufre de este tipo de soledad, y otro 30% asegura haberla padecido en algún momento de su vida. El estudio, además, certifica que son las mujeres quienes más la sufren (hasta el 21,8% reconocen padecerla, frente a un 18% de los hombres).
En cuanto a la edad, el informe revela que esta percepción de soledad no deseada se produce en forma de 'U', es decir, se da en mayor medida entre los más jóvenes, se va reduciendo en la edad adulta media y de nuevo asciende entre las personas mayores.
Los grupos más vulnerables son:
Personas mayores: son especialmente susceptibles a la soledad debido a factores como la jubilación, la pérdida de seres queridos, la disminución de la movilidad y la separación física de la familia y amigos.
Jóvenes y adolescentes: aunque sorprenda, alcanza valores máximos en la juventud. La presión social, la búsqueda de identidad y las redes sociales pueden generar un sentimiento de desconexión y aislamiento social.
Personas que han sufrido: aquellos que han perdido a un ser querido, ya sea por muerte, divorcio o separación, a menudo experimentan una soledad intensa, especialmente en las primeras etapas del duelo.
Cuando se experimentan cambios vitales: como pueden ser jubilación, el síndrome del nido vacío, cambios frecuentes del lugar de trabajo…, que llevan a modificaciones en las redes vinculares e incluso a no poder establecer y mantener vínculos estables y duraderos.
Personas con enfermedades crónicas o discapacidades: las limitaciones físicas o enfermedades pueden restringir la capacidad de mantener relaciones sociales, lo que aumenta el riesgo de soledad.
Migrantes o expatriados: personas que viven lejos de su país de origen o comunidad pueden sentirse aisladas debido a diferencias culturales, lingüísticas y la falta de una red de apoyo local.
Individuos con problemas de salud mental: la depresión, la ansiedad y otras condiciones de salud mental pueden intensificar los sentimientos de soledad y hacer más difícil mantener relaciones sociales.
Cuidadores principales: aquellos que cuidan de familiares enfermos o discapacitados a menudo sacrifican sus propias necesidades sociales, lo que les lleva al aislamiento social.
La tecnología, un arma de doble filo
La hiperconectividad y el uso de redes sociales pueden tener un impacto complejo y contradictorio en las personas que sufren de soledad no deseada, según revela Gabriela Paoli, psicóloga y presidenta de Nexum, ya que puede tener una incidencia negativa o positiva, en función del uso consciente que se haga de ella.
Efectos negativos
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1
Comparación social negativa: las redes sociales suelen mostrar las mejores versiones de la vida de las personas, lo que puede llevar a hacer comparaciones desfavorables e irreales; y a intensificar sentimientos de insuficiencia y soledad.
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2
Aislamiento paradójico: aunque las redes sociales facilitan la conexión virtual, estas interacciones suelen ser superficiales y no sustituyen las relaciones humanas profundas y reales. Esto puede llevar a una sensación de desconexión emocional y social que agrava la soledad.
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3
Dependencia de la validación externa: las personas solitarias pueden volverse dependientes de «likes», comentarios y seguidores como una forma de validación. Sin embargo, ésta es efímera y puede intensificar la sensación de soledad cuando no se obtiene la respuesta deseada.
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4
Evasión y distracción: el uso excesivo de redes sociales puede ser una forma de evitar enfrentar la soledad, pero no resuelve la raíz del problema. Esta evasión puede impedir que la persona busque soluciones más efectivas, como desarrollar relaciones significativas en la vida real, retomar amistades o contactos, o buscar nuevos.
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5
Riesgos: las personas solitarias pueden ser más vulnerables al ciberacoso o al rechazo en redes sociales, lo que puede agravar su situación emocional y psicológica.
Pero no todo es negativo, ya que bien conducidas, es posible obtener efectos positivos de la conexión online:
Efectos positivos
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Oportunidades de conexión: las redes sociales pueden facilitar la conexión con personas con intereses similares o que pasan por situaciones parecidas. Esto puede ser un primer paso hacia la construcción de relaciones más profundas y significativas.
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Acceso a comunidades de apoyo: existen grupos y comunidades en línea dedicados a brindar apoyo emocional y psicológico a personas que se sienten solas. Estos espacios pueden ofrecer un sentido de pertenencia y ayuda para reducir la soledad.
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Plataforma para expresar sentimientos: algunas personas encuentran útil expresar sus sentimientos y experiencias en las redes sociales, lo que puede aliviar parte de la carga emocional de la soledad.
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Mantener relaciones a distancia: para personas que no pueden estar físicamente cerca de sus seres queridos, las redes sociales permiten mantener el contacto y sentir menos la distancia.
Aunque las redes sociales y la hiperconectividad ofrecen oportunidades para aliviar la soledad, la psicóloga aclara que pueden intensificarla, si no se usan de manera saludable y no se abusa de ellas. «Las interacciones virtuales suelen carecer de la profundidad emocional de las relaciones cara a cara, y el uso excesivo o la dependencia de estas plataformas puede exacerbar, intensificar y prolongar la sensación de aislamiento», argumenta Paoli. Por eso la experta incide en la necesidad de encontrar un equilibrio buscando conexiones reales y utilizando las redes sociales de manera consciente y moderada, de modo que no se use como única manera de comunicarse e interactuar con los amigos, conocidos o familiares.
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