Silencio incómodo: por qué practicarlo es sinónimo de inteligencia emocional

Si los silencios en conversaciones te parecen incómodos, sigue leyendo porque tiene mucho que ver con tu personalidad...

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Qué son los silencios incómodos. Adobe Stock

Los silencios incómodos son momentos en una conversación en los que hay una pausa o ausencia de palabras que genera una sensación de incomodidad o tensión entre las personas involucradas. Los estudios muestran que normalmente dejamos solo una fracción de segundo entre los turnos ... para hablar, o incluso interrumpimos a la persona que está hablando. Pero si bien este patrón puede ser universal, nuestras percepciones del silencio difieren dramáticamente entre culturas.

Por ejemplo, los anglófonos tienden a sentirse más incómodos con los largos intervalos en una conversación. ¿De cuánto tiempo estamos hablando? La regla del silencio incómodo establece que cuando te enfrentas a una pregunta desafiante o incómoda, en lugar de responder, haces una pausa y piensas durante 5, 10 o incluso 15 segundos sobre cómo quieres responder.

Por qué se producen los silencios incómodos

En todas las conversaciones se producen momentos de silencio que no tienen por qué ser necesariamente negativos. Sin embargo, en algunos casos, estas pausas pueden ser percibidas como incómodas, tensas o inquietantes, generar un gran malestar y la presión por llenar ese vacío. Esta percepción, negativa o no, dependerá de diversos factores psicológicos, emocionales o culturales. Estos pueden ser algunos motivos que explicarían por qué se producen estos silencios:

- Falta de tema: cuando no se sabe qué decir a continuación y no hay un flujo natural de conversación.

- Desconfort emocional: si alguno de los participantes se siente incómodo, ansioso o no sabe cómo manejar una situación, el silencio puede volverse incómodo.

- Falta de conexión: si hay una desconexión entre las personas, ya sea por diferencias de opiniones, valores o falta de afinidad, el silencio puede amplificar esa sensación de distancia.

- Presión social: a veces, las personas sienten que deben estar constantemente hablando, especialmente en situaciones sociales donde se espera que haya interacción continua. El silencio puede generar la sensación de que algo no está bien.

- Conflictos o tensiones no resueltas: cuando hay un conflicto o tema delicado entre los participantes, los silencios pueden ser reflejo de incomodidad o de la dificultad para abordar ese tema.

Los silencios bien entendidos

Puede que un silencio sea incómodo en determinadas situaciones, pero lo cierto es que no tiene por qué sentenciar una mala conversación. La psicóloga Paloma Rey comenta que saber cuándo ser reservado «puede darnos ventaja en todo, desde presentaciones personales hasta conversaciones de otro tipo donde nuestra respuesta puede cambiar el rumbo de las cosas». Sobre esta idea, Paloma recalca que los silencios hay que saber entenderlos así:

- Seguridad en uno mismo: «Las personas que tengan una mayor autoconfianza entenderán esta pausa como un momento útil o como una oportunidad para reconducir la conversación», dice. Sin embargo, las personas más inseguras o con ansiedad social, tenderán a huir de este silencio y tratarán de llenarlo a toda costa.

- Necesidad de aprobación: en relación al punto anterior, las personas más inseguras tendrán mayor necesidad de sentirse aceptados. Esto puede conllevar a percibir estas pausas como signos de desinterés o desaprobación.

- Aceptación del silencio: para algunas personas, estos momentos son una oportunidad de reflexión para procesar nueva información o para estar más presentes en el momento: «En este caso, no se considera necesario llenar este espacio con palabras, ya que tiene un significado por sí mismo. Sin embargo, en otros casos, estos silencios pueden intensificar emociones no resueltos o abrumadoras», explica la psicóloga.

Podríamos decir, por tanto, que los silencios per se no son negativos sino necesarios ya que cumplen múltiples funciones que muchas veces pasan desapercibidas (proporciona espacios para reflexionar, fomenta la escucha activa, crea conexión y confianza en relaciones profundas, regula el ritmo de la conversación, etc.)… «Aunque en alguna ocasión puedan percibirse como incómodos, en realidad son una parte natural y útil en la comunicación, tanto verbal como no verbal», dice la psicóloga Paloma Rey.

No obstante, si aun así quisiéramos evitar estos silencios, hay algunos aspectos que podríamos tener en cuenta, tal como indica Paloma Rey:

- Preparar temas de conversación: «Podemos plantear temas actuales, basados en intereses comunes o hablar de contextos o actividades en las que ambos estén involucrados», dice.

- Hacer preguntas abiertas: este tipo de preguntas dan pie a respuestas más elaboradas, lo que ayuda a mantener activa la conversación.

- Usar el entorno como inspiración: la experta Rey señala que sería interesante observar qué está ocurriendo a nuestro alrededor y comentarlo puede ser una fuente de inspiración.

- Comparte alguna anécdota: compartir algo personal (teniendo en cuenta el grado de vinculación que tengamos, puede ayudar a romper el hielo y a fortalecer nuestras relaciones.

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