«No le puedes caer bien a todo el mundo, ni falta que te hace»
El psicólogo Tomás Navarro explica que es un error pensar que tenemos que ser amigos de todo el mundo y revela por qué. Es una de las claves de su libro 'Tus líneas rojas', cuyas ideas comparte cada 15 días en ABC Bienestar
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MADRID
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEs más, incluso, caerle mal a algunas personas debería ser motivo de orgullo y satisfacción.
En algún momento nos han hecho creer que tenemos que ser amigos de todo el mundo, pero es un gran error. Es más, ni tan solo ... debemos intentar caer bien a todo el mundo.
Pero empecemos por el principio. Todo empieza cuando queremos que nuestro hijo juegue con el hijo de nuestra amiga del alma. Es posible que incluso se caigan bien, pero, para ser sinceros, antes de los tres o cuatro años los niños no tienen el más mínimo interés en jugar con otros niños.
Luego empezamos el colegio y nos piden que seamos amigos de todos los compañeros de clase. Sí de todos. Incluso de aquellos que no nos respetan, que nos maltratan o que se ríen de nosotros. Como si los todos los profesores del claustro fueran superamigos entre ellos.
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Poco a poco vamos integrando la idea de que nuestro dolor, nuestras prioridades o nuestra opinión no es tan importante como la ajena y vamos incorporando una actitud sumisa y pasiva que solemos confundir con una actitud afable. No, la afabilidad no es sumisión, es más, incluso cuando valoro la afabilidad de una persona tengo claro que tanto un defecto como un exceso es un problema. Con la afabilidad, como con la sal y con otras tantas áreas de la vida, el secreto está en tener la dosis justa.
Podríamos seguir con las extraescolares, las reuniones familiares y mil cosas más; pero lo cierto es que pretender ser amigos de todo el mundo es algo, incluso, antinatural. Que no, que somos unos pesados. Deberíamos desaprender algunas de las máximas que tenemos para aprender que la vida es muy corta como para pasarla al lado de alguien que no nos cae bien, que nos provoca dolor o que no nos trata con respeto.
«Con la afabilidad, como con la sal y con otras tantas áreas de la vida, el secreto está en tener la dosis justa»
Tomás Navarro
Psicólogo, escritor y divulgador
Sí, ya sé que tenemos que compartir espacio con la familia, compañeros de trabajo y vecinos, todos ellos personas con las que convivimos pero que no elegimos. Todos tenemos unas prioridades, unos valores y un talante. Todos creemos tener la verdad absoluta, creemos que si la gente fuera como nosotros todo iría mejor y no entendemos cómo es posible que no lo vea.
Pero cada uno piensa como puede y como quiere y aquí está la base el problema: no tienes por qué caerle bien a una persona que piensa diametralmente de manera diferente a ti. No hace falta que tengamos las mismas ideas, pero si el mismo grado de respeto. Pero, ¿Qué pasa cuando no te respetan? Pues que ha llegado el momento de marcar algunas líneas rojas.
Nos han hecho creer que todas las opiniones son respetables, pero lamento comunicarte que no es así. Lo que es respetable es el derecho a emitir una opinión, pero no la opinión en sí. No podemos respetar a quien opina que puede maltratar a una persona tan solo por su género, al que discrimina o al que manipula y utiliza, por citar solo algunos casos.
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A veces, cuando validas a otra persona te estás invalidando a ti mismo y no debería ser así. Además, si tienes que renunciar a ser como eres para que no se enfade o para caerle bien, estás cometiendo un gran error. ¿Sabes por qué? Pues porque el primer «no» invalidará todos los «síes» que hayas dado.
Cuando dejes de bailar a su son se enfadarán. Así que enfado por enfado, mi mejor consejo es que inviertas tu tiempo con gente que realmente te aporta y a la que aportas en una sana reciprocidad.
Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro (@tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra 'Tus líneas rojas' . Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.
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