El método 8-8-8 que reduce el estrés y mejora la autoestima
El autocuidado y la gestión del tiempo para ser capaz de organizarse el día mejora la confianza, fortalece las capacidades personales y reduce la incertidumbre
Cómo eliminar el agobio por la falta de tiempo para todo
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Iniciar sesión¿Cuánto tiempo dedicas a cada una de las situaciones o actividades cotidianas en las que participas en tu día a día, ya sean de ocio, laborales o de descanso? Tal vez parezca algo difícil, descabellado o incluso obsesivo pero lo cierto es que aprender ... a gestionar el tiempo es algo que está directamente relacionado con la autoestima . Así lo defiende la psicóloga Sara Navarrete (@sara_navarrete_psicologa) en su libro «Aumenta tu autoestima. Las 10 claves que necesitas para cambiar tu vida», en el que la autora propone un método sencillo para sentirse mejor con uno mismo que consiste en dedicar ocho horas al día a dormir, ocho horas a trabajar y ocho horas al ocio.
La psicóloga, que además dirige el Centro de Psicología y de Salud en Valencia, define este método aparentemente sencillo como la técnica 8-8-8 (8 horas de trabajo, 8 de ocio y 8 de sueño) y asegura que la base de esta fórmula no solo reside en gestionar el tiempo, sino también en estar centrado y presente en cada una de las actividades que se realizan. «Cuando estés trabajando busca tu momento de máxima productividad y dedícate a los temas más complicados que requieren más atención», propone.
Y al igual que durante las ocho horas que propone dedicar a la jornada laboral necesitaremos concentración, eficacia y energía, durante el periodo dedicado al ocio (otras ocho horas) tendremos que aprender a desconectar de verdad. La experta asegura que durante las ocho horas que no se dedican al trabajo será importante abordar ese tiempo «desde la perspectiva del gozo», de la elección y de la intención pues para alimentar la autoestima es esencia disfrutar con cada cosa que hagamos, ya sean tareas domésticas, leer un libro, ordenar el armario, pasear por el parque o disfrutar de una charla con los amigos.
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La base sobre la que se construye esta técnica sirve para cualquier momento del año, ya que el tercer ocho que forma parte de esta técnica es el que hace referencia a las necesarias ocho horas de descanso o de sueño. No en vano la psicóloga está convencida de que una de las claves para lograr las metas que nos ayuden a mejorar el concepto que tenemos sobre nosotros mismos es dormir bien. «Pensar que dormir es una pérdida de tiempo es un error ya que el sueño es reparador, es vital», aclara.
La gestión de nuestro tiempo, de modo que podamos descansar mejor y aprovechar las horas de ocio puede ayudar a rebajar la autoexigencia, un concepto que está íntimamente relacionado con la autoestima. Tal como explica la psicóloga son muchas las personas con baja autoestima que son demasiado exigentes consigo mismas y se machacan cuando cometen errores.
Por eso para la autora algunas de las claves para fortalecer la autoestima tienen que ver con aprender el valor de equivocarse, cometer errores, relativizar y ser flexibles tanto con nosotros mismos como con los demás. «No somos perfectos. Y eso es algo que tenemos que asumir, pero de verdad. Cometer errores es normal y lo sano es reconocer que nos hemos equivocado y aceptarnos tal y como somos», aclara.
También es importante, según revela Navarrete, que seamos capaces de expresar nuestras opiniones, respetar nuestros valores, llevar un registro de nuestros logros y deseos y diferenciar entre el egoísmo y el autorespeto.
Saber poner límites
Poner límites tiene mucho que ver con nuestra capacidad asertiva y con nuestra habilidad para defender lo nuestro , según la psicóloga Elisa López Caja , quien además asegura que este éste es uno de los problemas frecuentes al que suelen enfrentarse las personas que acuden a consulta.
Cuando un psicólogo habla de «poner límites» se refiere a la capacidad de poder frenar a otras personas cuando estas sobrepasan nuestro umbral de intimidad, comodidad o nuestra parcela personal. Y este umbral de tolerancia a dicho traspase de límites será distinto y más o menos sensible en función de las características de esa persona (personalidad, carácter, vivencias, aprendizaje, genética...).
Para entender la necesidad o la importancia de poner límite s la psicóloga plantea el siguiente ejemplo: «A Cristina no le apetece salir con sus amigas porque le apetece pasar tiempo consigo misma, leyendo. Cuando le comunica a su amiga Sandra que no quiere salir ésta parece no entenderlo y le insiste haciendo uso de todo tipo de artimañas para conseguir que salga. Le dice que es una aburrida, que no es normal que alguien de su edad se quede un viernes en casa, que puede leer cualquier otro día de la semana o que si realmente es una buena amiga debería salir aunque no le apetezca para cuidar la amistad entre ambas». Ante esa tesitura, ¿Qué debería hacer Cristina? ¿Decir 'sí' a su amiga y 'no' a sí misma?
Lo cierto es que a unas personas les cuesta más que a otras poner límites a los demás. Según López Caja, estas son las cuatro causas que a menudo impiden que rompamos la barrera con el otro:
1. - Miedo al rechazo o miedo al conflicto . Algunas personas tienen dificultades para poner límites cuando piensan que alguien les puede rechazar o creen que se puede generar un conflicto por no pensar o no sentir igual que la otra parte. «Si somos de esa clase de personas a las que le cuesta gestionar el enfado, seguramente éste será el motivo que nos lleve a no poder establecer los límites», explica la psicóloga.
2. - Miedo a que nos retiren el cariño o el afecto . Otras personas pueden pensar, erróneamente, que si dan una negativa o expresan abiertamente que no están de acuerdo con algo, se dejará de contar con ello o incluso pueden llegar a pensar que dejarán de quererlos. «Si somos muy dependientes de la aprobación o la valoración externa, éste puede ser el motivo que nos impida establecer esas barreras», sugiere.
3. - Dar más importancia o tener más consideración hacia los otros que hacia nosotros mismos. «Este tipo de personas se dejan en el último lugar, no cuentan y anteponen los deseos de su entorno a sus propios deseos», explica López Caja, quien indica que lo realmente justo sería que nos tuviésemos en cuenta a nosotros mismos tanto como a los demás.
4. - Miedo a parecer demasiado bruscos . Esto se puede dar en ese tipo de personas que siempre intentan agradar y parecer amigables pues les suele costar mostrarse menos complaciente en determinadas situaciones. Sin embargo la psicóloga explica que a veces es necesario mostrar nuestra disconformidad o incluso nuestra negativa y que además eso es compatible con tener buen carácter o ser agradable.
Lo que en líneas generales suele esconder detrás de la dificultad para poner límites que tienen algunas personas es que quieren agradar , complacer a los demás y no fallarles.
Cómo aprender a poner límites
Si no ejercemos nuestro derecho a poner límites nos sentiremos más inseguros pues, según indica la psicóloga, es probable que tengamos la sensación de que bailamos al son de los otros. «Poner límites tiene que ver con la capacidad de diferenciarse de los demás, tener criterio propio y saber defenderlo o, en definitiva, respetarse por encima de todo», aclara López Caja.
Por eso la clave para entrenar esta capacidad reside en ser conscientes de que esas fronteras nos hacen bien a nosotros, pero también a las personas con las que nos relacionamos, pues esas relaciones estarán basadas en la sinceridad y en el respeto . «El hecho de poner límites aporta información sobre nosotros y sobre la calidad de nuestras relaciones, sobre si son sanas o no. Da información a otras personas de cómo somos y de lo que toleramos o no. Sirven así para presentarnos al mundo», explica. Y no solo eso sino que además esta capacidad nos ayuda a decidir si realmente nos compensa o no relacionarnos con esas personas que constantemente intentan sobrepasar nuestros límites (valores, forma de ser, gustos, decisiones...).
Otro aspecto importante para entrenar los límites es que aprendamos a tener la misma o más consideración con nosotros mismos que con los demás. Así, la experta plantea esta reflexión: «Cuando digo sí a otros y quiero decir no, me estoy diciendo no a mí, ¿es eso justo?».
Poner límites es, por tanto, un ejercicio asertivo que nos beneficia. Así, según explica la psicóloga, saber respetarse y respetar, así como saber negociar, permite que, tanto nosotros, como las personas que nos relacionemos, salgan ganando.
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