En la mente de un salvavidas: «Ves que pueden morir, sabes que es injusto y actúas porque tienes un don que te permite ayudar»
El campeón del mundo en Socorrismo y Salvamento, Eduardo Blasco de Imaz, relata su experiencia psicológica y emocional tras haber formado parte de una operación de rescate a gran escala de migrantes en el mar como voluntario del Open Arms
"No miro a los ojos y salvo a quien tiene más posibilidades de sobrevivir"
"Mi empatía es alta, pero en un rescate hay que dejar las emociones en casa"
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Iniciar sesiónCon horas de sueño pendientes, cansancio acumulado y aún bajo los efectos de las emociones vividas durante la misión de rescate de migrantes en el litoral italiano como voluntario del barco humanitario 'Open Arms', el campeón del mundo de Socorrismo y Salvamento, Eduardo ... Blasco de Imaz, ya se ha convertido en el altavoz de los que luchan por salvar a quienes arriesgan su vida en el mar en busca de un futuro mejor. Si hace unos meses relataba en ABC Bienestar cómo se estaba preparando a nivel físico y psicológico para formar parte de este reto, hoy ya puede relatar con más calma cómo ha sido la experiencia tras formar parte de las operaciones llevadas a cabo por el 'Open Arms' del 8 al 26 de agosto en las cercanías de las costas italianas, donde se ha logrado rescatar a 196 personas.
Una misión cuyo éxito, no obstante, se ha visto truncado por el bloqueo del barco (estará 20 días atracado en puerto y se enfrenta a una multa importante) por parte de las autoridades italianas. Para Blasco de Imaz este tipo de acciones pueden tener graves consecuencias: «Si en unos 15 días logramos salvar casi a 200 personas, imagina todo lo que se pierde si permanece parado más de 20 días. Eso se puede traducir en el fallecimiento de muchas personas que podrían haber sido rescatadas en estos días», lamenta.
Dura vuelta a la realidad
Aunque como deportista de élite está acostumbrado a vivir situaciones de estrés y de máxima adrenalina, confiesa que en los meses previos a la operación tuvo que trabajar el aspecto psicológico pues lo más duro a nivel mental se da cuando concluye la misión: primero aún en el barco, cuando se convive con los rescatados y los miembros de la tripulación; y después, en la posterior vuelta a casa. «Cuando estás en el mar en plena operación de rescate no hay emociones, ni nombres ni apellidos, ni tampoco historias, solo decisiones calculadas, rápidas, inteligentes y basadas en el protocolo para sacar del agua a la mayor cantidad de personas posible y para no cometer errores. Pero una vez en el barco, cuando las pulsaciones han bajado y sabes que están a salvo, ya puedes saber más sobre su situación, sus sueños, sus problemas de salud, sus sensaciones, sus miedos o lo que les ha llevado a arriesgar su vida... Ahí puedes sentir de todo. No es lo mismo hablar con un chaval que te cuenta sonriendo lo que tiene pensado estudiar cuando llegue a Alemania que conocer la historia de otra persona cuya salud está en peligro. Lo que está claro es que en situaciones así las emociones se magnifican y se generan vínculos muy potentes, tanto con la tripulación como con las personas a las que se ha rescatado«, revela.
Pero además toda esta intensidad cobra una especial relevancia cuando, tras el fin de la misión, toca retomar la realidad cotidiana pues, como cuenta Blasco de Imaz, ahí es el momento en el que uno se da cuenta de que los únicos que de verdad pueden entender lo que se siente son los que han formado parte de la operación. «Cuando se vuelve a casa se viven situaciones de mucho estrés debido a la incomprensión y al desconocimiento de lo que ha ocurrido por parte de las personas de tu entorno. No es que no tengan empatía y tampoco se trata de que no les importe, es que lo que allí sucede no forma parte de lo que les preocupa en su día a día y lo cierto es que sus preguntas o desvelos te pueden llegar a parecer absurdos después de haber sido testigo de dualidades tan tremendas y emocionantes como estar navegando junto a unos delfines o ver una puesta de sol impresionante poco antes de lanzarte al mar para rescatar a decenas de personas... Los psicólogos dicen que lo que nos sucede es algo similar a los efectos traumáticos de participar en un conflicto bélico: cuando vuelves a tu día a día sientes que no encajas", revela.
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Y tú, ¿qué ganas?
Otra de las sensaciones que Blasco asegura tener cuando vuelve a casa tras una misión es que vuelve al mundo que ha permitido que algo así ocurra y al pensamiento egoísta imperante que hace que nos protejamos a nosotros mismos y pisemos a los demás. «Estamos en el mundo que provoca y permite que suceda lo de Siria, lo de Ucrania, lo que sucede en el Mediterráneo y lo de otros muchos conflictos. Todo eso no ha surgido de la nada ni ha caído del cielo. Las estadísticas no recogen ni la mitad de la realidad», defiende.
"Cuando se vuelve a casa tras una misión de rescate de migrantes en el mar se viven situaciones de mucho estrés debido a la incomprensión y al desconocimiento de lo que ha ocurrido por parte de las personas de tu entorno"
Eduardo Blasco de Imaz
Por eso asegura que hablando de ello y respondiendo a entrevistas como ésta al menos se puede lograr que se conozca parte de la verdad y que así cada uno pueda decidir de qué lado está. «Cuando me plantean qué gano con todo esto pienso en ser equilibrio y coherencia en medio de los que solo observan y no les importa nada. Son muchas las personas, especialmente los jóvenes, que se vanaglorian de la falta de conocimiento y de no querer saber nada precisamente en la era de máxima información, en la que tienen todo a su alcance desde el móvil. Pero a muchos adolescentes les cansa hasta un vídeo de un minuto, prefieren varios de 15 segundos. Cada vez retienen menos, cada vez necesitan más estímulos, cada vez necesitan más luces, más likes, cada vez está más frito el cerebro… Y todo eso impedirá que tengan paciencia, sosiego y pensamiento crítico. Sobre todo esto ya empieza a haber estudios y análisis. Lo que tengo claro de lo que está pasando es que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla", plantea.
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Eduardo Blasco de Imaz cuenta en su palmarés con 44 campeonatos de España y siete medallas internacionales, entre las que figuran el oro en el Europeo 2018 y otro oro en el Mundial 2022. Tiene una vida acomodada y podría dedicarse a otras muchas tareas o actividades pero ha elegido formar parte de esto pues, según asegura, la mejor medalla es salvar una vida: «Lo hago porque conozco la problemática, porque soy un ser humano, porque no soy mejor que ellos y porque tienen derecho a vivir. Solo han tenido la mala suerte de nacer en otra latitud menos favorecida. Ves que pueden morir, sabes que es injusto y tienes un don que te permite ayudar y lo haces, hay que hacerlo y ya está, ya es algo que forma parte de mí», sentencia.
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