De 'influencer' a 'referencer'
El narcisismo y sus efectos colaterales
Compararte con los demás es un barco que no suele llevar a buen puerto a no ser que se haga desde la perspectiva sana de la admiración
Mostrar la intimidad se ha convertido en un activo económico y esto ha determinado el enfoque de muchos de los contenidos que se comparten en las redes sociales. Atrás queda la época en la que yo formaba parte de este océano virtual ... como una gota inocente y sin experiencia. Más de un quindenio después, han cambiado muchas cosas, entre ellas el algoritmo, que se ha convertido en una especie de perro policía, experto en olfatear emociones humanas, para poder cazarnos.
Si hay algo evidente cuando se visualizan algunas publicaciones, a través de la pantalla, es la necesidad que tienen algunas personas de reclamar atención. Tanto que, muchas veces, esa falta de pudor resulta hasta ridícula y da vergüenza ajena.
El problema radica en que ahora parece que solo vales en la medida en que te reconocen los demás porque, para las empresas que pagan las campañas digitales, los KPIs (las variables que miden el efecto que creas en tu audiencia) son los que mandan. Los datos deshumanizan, pero la triste realidad es que las humanidades no venden. El cotilleo y la pornografía, en cambio, sí.
Buscar la rentabilidad de lo que se publica es importante para el sustento de los creadores de contenido. Es lógico y no es lo preocupante, en cambio sí que lo es lo que una persona es capaz de hacer por la necesidad de figurar o, mejor dicho, de facturar. El otro día una 'influencer' británica compartía en sus redes sociales como dejaba su ropa interior en la sección del pan de un supermercado español creyéndose que su repugnante gracia atraería a su audiencia y lo que consiguió fue un aluvión de críticas. Menos mal que sigue imperante algo de sentido común. Y, si de facturar hablamos, la reina es Shakira. Ya lo cantó en el tema que creó con el 'macroinfluencer' Bizarrap para curar sus heridas sentimentales y que una gran mayoría acabamos tarareando. La artista recurrió a la música para hacer públicos sus incidentes privados y, gracias a su talento, los acabó transformando en una canción que pasará a la historia y que a ella le aportó una gran suma de billetes, además de una buena inyección de empoderamiento.
«El anticuerpo para el algoritmo es el pensamiento crítico»
María de León Castillejo
Consultora de comunicación
Me viene a la memoria el momento en el que trabajé como directora de comunicación de una firma de moda española hace tiempo e íbamos a presentar, con orgullo, las nuevas colecciones al otro lado del charco, en la Semana de la Moda en Nueva York. Fue impactante ver cómo, en pleno invierno y con una temperatura gélida, había 'trendsetters' (creadores de tendencias) con exagerados estilismos haciéndose fotos en la puerta del pabellón donde se organizaban los desfiles. Lo que más me impactó no fue su peculiar estilo, que me parece algo valioso al tratarse de una forma de expresión de la personalidad, sino que iban con prendas de verano. Sufrí al verlos con la piel morada y tiritando mientras posaban.
Hay otros casos de personas que han perdido su vida buscando una imagen que funcionara como imán para atraer 'likes'. El precio que llega a pagar por reclamar atención puede resultar demasiado caro. Una de las causas por las que las redes sociales son tan criticadas es porque, según algunos, fomentan trastornos entre adolescentes, como es el caso de la anorexia y la bulimia. Esto es un problema grave por el que las diferentes aplicaciones deberían tomar medidas, pero no es suficiente. Es necesario también el apoyo psicológico de profesionales médicos, el amor de la familia y una educación humanista para proteger la salud mental. Si hay un anticuerpo efectivo para lidiar con el algoritmo es el pensamiento crítico porque cultiva el arte de pensar bien. Compararte con los demás es un barco que no suele llevar a buen puerto a no ser que se haga desde la perspectiva sana de la admiración.
El 'feed' o muro de las redes sociales es como una expresión de uno mismo y depende de nosotros como queramos dibujarlo. Podemos enseñar carne, sacar imágenes en un paritorio, vestir perros como humanos o sembrar polémica pero en esta era exhibicionista guardar misterio será un valor que se venderá a precio de oro.
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