Inteligencia adaptativa: las seis actitudes que permiten usar el estrés como un trampolín
Leandro Fernández Macho, escritor, conferenciante y experto en gestión del cambio y liderazgo; revela cuál es la habilidad que marca la diferencia entre progresar o sufrir en un tiempo en constante transformación como el que vivimos
Soledad no deseada: la nueva pandemia que mata en silencio
Leandro Fernández Macho, autor de 'La inteligencia adaptativa'
Los cambios a nuestro alrededor se producen a tal velocidad que a menudo nos vemos incapaces de asumir y gestionar cómo afectan a la salud, a las relaciones personales y a las decisiones. Lo peor es que en este contexto, dominado por ... la rapidez y la incertidumbre, aflora una epidemia de estrés que amenaza con convertir la existencia en mera supervivencia. ¿Qué se puede hacer para adaptarse, progresar y crecer con los cambios, en lugar de sufrirlos, desgastarse y dejarse arrastrar por ellos? El escritor, conferenciante y coach experto en liderazgo y gestión del estrés, Leandro Fernández Macho (@leandrofmacho), propone en su libro 'La inteligencia adaptativa. El mundo cambia, ¿y tú?'(Plataforma Editorial) las claves para entrenar el tipo de habilidad que permite convertir ese estrés en un trampolín estratégico en el que apoyarnos para avanzar y sentirnos más satisfechos con la vida.
Libros para pensar
Desarrollo personal
La inteligencia adaptativa. El mundo cambia, ¿Y tú?
Autor: Leandro Fernández Macho. Editorial: Plataforma Editorial. Páginas: 288. Año de publicación: 2023. Séptima edición (noviembre, 2025).
Abordamos con él algunas de las claves de su libro y profundizamos en las seis actitudes que nos convierten en personas adaptativamente inteligentes.
¿Es el contexto actual más vertiginoso, desafiante y con una mayor exigencia de aprendizaje permanente que el de hace 30 o 40 años?
Sí. Y lo que hace que la inteligencia adaptativa sea un factor cada vez más relevante es el nivel creciente del estrés y el aumento de los problemas de salud mental en la población. Es probable que nuestros abuelos tuvieran sus desafíos, pero ahora la velocidad a la que suceden la cosas y la hiperestimulación en la que vivimos nos afecta en numerosas facetas de la vida. Piensa en cosa como el WhatsApp, correo electrónico, Teams, Slack, Zoom, Google Meet, fotos, vídeos, reels, redes sociales (instagram, TikTok, Facebook, X...), teléfono... Y a todo eso, ¡hay que añadirle el resto del día a día!
Y el estilo de vida también era distinto...
Eso es, probablemente en la época de nuestros padres y nuestros abuelos había más contacto con la naturaleza, una mayor actividad física y una forma de alimentarse más saludable... Y todos estos cambios en nuestro estilo de vida (menos naturaleza, más sedentarismo, más 'fast food'....) se suman al contexto tecnológico creando una especie de tormenta perfecta.
¿Qué papel juega la inteligencia en todo esto?
En su momento la inteligencia intelectual determinó las capacidades de un individuo para prosperar en un determinado contexto. Después se observó que esto no era suficiente y se probó que algunas personas con altos cocientes intelectuales fracasaban estrepitosamente. Se comenzó a hablar de la inteligencia emocional, que ofreció reflexiones valiosas.
Pero ahora la inteligencia adaptativa surge para dar respuesta a esta realidad en la que todo sucede más rápido de lo que nuestra biología es capaz de asimilar. No estamos diseñados para interpretar los cambios como oportunidades de forma natural, sino para interpretarlos como amenaza. Y además como estamos diseñados para optimizar el gasto energético nos cuesta entender esa inversión energética constante, continua y enorme que requieren todos esos cambios que se están produciendo a gran velocidad. Por eso nos hace falta algo más, que es la inteligencia adaptiva.
De hecho califica esta habilidad, la inteligencia adaptativa, como lo que marca la diferencia entre progresar y sufrir....
Sí, porque si no la desarrollamos nos encontraremos friccionando de manera constante con la realidad y con los desafíos que nos plantea la vida. La cuestión es preguntarse qué puede hacer uno para encontrar su hueco y su espacio dentro de este mundo y de esta época que le ha tocado vivir sin que eso le pese y sin que llegue a plantearse si realmente merece la pena estar aquí. Sólo hay que ver cómo están intentando hacer contrapeso las nuevas generaciones para equilibrar una tendencia social dañina.
¿De qué manera?
Ese contrapeso se basa en decir que no les interesa, por ejemplo, promocionar o liderar equipos. Y a la hora de plantear la conveniencia o no del esfuerzo en el entorno laboral, se preguntan: «¿A qué precio?» Desde luego tienen claro que no solo a cualquier precio sino que tampoco lo harán al precio de descuidar su salud mental, su vida social, sus relaciones personales o su capacidad para disfrutar.
¿Es un pulso de la generación Z para decir a la sociedad que no están dispuestos a que les roben la vida?
Si, lo es. Y es necesario, porque es un contrapeso vital para equilibrar la sociedad.
Actitudes adaptativamente inteligentes
-
1
Autocuidado
-
2
Aprendizaje
-
3
Desafío
-
4
Colaboración
-
5
Resiliencia
-
6
Innovación
Usted asegura que se puede trabajar esa inteligencia adaptativa a través de seis actitudes. La primera que destaca es el autocuidado, ¿por qué?
Porque para adaptarnos a los cambios que trae la vida necesitamos energía. Tenemos un cerebro modelo 'Homo sapiens sapiens' que se actualizó por última vez cuando la esperanza media de vida estaba en torno a los 25 años (esto se sitúa en un periodo de la Antigüedad, hace entre 100.000 y 35.000 años). Entonces no estaba garantizada la comida y nuestros cerebro optimizaba al máximo el gasto energético. Por tanto, uno de los factores que provocan la resistencia natural del cerebro a los cambios es el gasto energético. Pero además ese gasto ha de tener un ROI o retorno de inversión que nuestro cerebro evalúa en base al sistema de recompensa cerebral, es decir, el esfuerzo ha de tener de alguna manera un premio.
Y además explica en su libro que el cerebro consume mucha energía...
Si, y esto es importante cuando hablamos del modelo de inteligencia adaptativa pues las áreas más evolucionadas del cerebro, que son los lóbulos prefrontales (donde está la capacidad de analizar, evaluar y tomar decisiones considerando el corto y el largo plazo, automotivación, empatía... etc), son las que consumen una mayor cantidad de energía. Y esto nos lleva a deducir que si no tenemos el combustible necesario o la suficiente energía, no podremos usar correctamente esas capacidades. Esto se puede comprobar, por ejemplo, cuando uno no duerme bien una noche o cuando apenas descansa unas horas. En ese caso la claridad mental, la concentración y el autocontrol se ven mermadas.
¿Cómo hay que promover el autocuidado para tener energía?
Hay cuatro pilares que nos preparan para tener un contexto energéticamente favorable para que nuestras capacidades cerebrales funcionen de la mejor manera posible. La actividad física es imprescindible para tener buenos niveles de energía, nutrirse bien también lo es, hacer lo necesario para mantener el estrés en niveles de estrés adaptativo, no crónico (como por ejemplo el mindfulness) así como la calidad del descanso.
Hay que derribar ese mito de que algunas personas pueden estar perfectamente durmiendo menos de cinco horas. Esas personas están comprando muchas papeletas para desarrollar cáncer, Alzheimer o demencias.
La segunda actitud a la que hace referencia es el aprendizaje...
Necesitamos estar con una apertura constante a aprender. El cerebro está diseñado para dar prioridad a lo viejo antes que a lo nuevo, pues los antiguos conocimientos son los que nos han traído hasta aquí y los nuevos están por demostrar. Esto hace que exista una cierta resistencia interna a abrirse a nuevas ideas. De hecho, hago referencia en el libro a investigaciones en las que se ha demostrado que a medida que una persona gana 'expertise' en algo, más resistente se vuelve a abrirse a aprender de otros por el miedo a perder el estatus que le concede ese 'expertise'. Y sin embargo esos mismos estudios muestran que aquellos individuos que equilibran ese 'expertise' con humildad y con apertura para explorar, curiosear, a cuestionarse y escuchar tienen un rendimiento adaptativo superior. Eso es una ventaja competitiva inmensa en un mundo como el de hoy, que cambia constantemente.
Eso conecta con la tercer actitud, la de desafío, que es la que nos abre a los retos...
Es que además estamos diseñados biológicamente para encontrar satisfacción en el crecimiento. Somos tremendamente paradójicos porque necesitamos estabilidad para crecer y también necesitamos desestabilizarnos para volver a crecer. Abrirse a los desafíos es algo que impacta directamente en nuestro nivel de satisfacción vital. Un ejemplo de esto es algo que en algún momento ha podido vivir cualquier persona: si juegas a un determinado juego o deporte con una persona cuyo desempeño es muy inferior y eso no representa ningún reto, el nivel de disfrute que genera esa experiencia es sensiblemente inferior al de jugar con alguien que te obliga a sacar lo mejor de ti.
Es más, si no tuviéramos un diseño biológico para encontrar satisfacción en superar desafíos, probablemente no existiríamos ni usted ni yo porque la especie no habría sobrevivido. La vida se ha abierto camino a base de superar desafíos.
La actitud de colaboración, que cita en cuarto lugar, es especialmente relevante teniendo en cuenta que somos seres sociales...
Esto está totalmente acreditado por el estudio de Harvard que recoge la mayor cantidad de datos reunidos en este sentido a lo largo de la historia y en el que se muestra el impacto que tiene la calidad de las relaciones de un individuo sobre su salud física, mental, emocional y cognitiva, además de sobre su felicidad y su satisfacción con la vida. Y también existen otros estudios de neurociencia social realizados en la Universidad de Universidad de California en LA (UCLA) cuyas conclusiones fueron importantes pues confirmaron que la experiencia de sentirse rechazado por los demás genera en el cerebro la activación de las mismas áreas que activa el dolor físico. Esto les llevó incluso a cuestionar la pirámide de Maslow y a situar las necesidades de afiliación al mismo nivel que otras necesidades como beber, comer o descansar.
Nuestra naturaleza es tan hiper social que sin clan o sin tribu no hay posibilidad de sobrevivir. Necesitamos a los demás en la vida familiar ni en la vida profesional.
La resiliencia es la quinta actitud que ayuda a trabajar la inteligencia adaptativa...
Sí, la resiliencia es innegociable porque habrá cosas que no saldrán bien y en los contextos de cambio algunos de ellos tendrán un impacto desagradable en nosotros y además no lo podremos controlar. Pero lo único que tenemos en nuestra mano es nuestra forma de relacionarnos con esos cambios. La resiliencia es fundamental tanto para encontrar el modo de mitigar esos impactos desagradables de la vida que se escapan a nuestro control, pero también para crecer con las elecciones que hacemos para probar cosas que no nos salen bien y que, si no las procesamos y digerimos adecuadamente, se convierten en miedos y creencias limitantes que al final impiden avanzar en aquello que deseamos pero no nos atrevemos a explorar por miedo. Ayuda a procesar el dolor para crecer a partir de él aceptándolo, acogiéndolo, procesándolo y extrayendo de él un aprendizaje para avanzar.
Para mí la definición de éxito en la vida sería poder morir conscientemente en paz. Y para eso tienes que haber sido capaz de ir más allá de los miedos.
Y por último, la actitud de la innovación, un valor valorado en la sociedad actual
No es casualidad que esté al final de la lista de las seis actitudes inteligentemente adaptativas, pues es un proceso que fluye con más eficacia en aquellas personas que tienen trabajadas e integradas todas las actitudes anteriores. Requiere energía (autocuidado), aprendizaje (implica tener curiosidad y abrirse a relacionar cosas que a priori no parecen estar relacionadas), actitud de desafío (exige atreverse), colaboración (supone estar siempre abierto a una red de la que poder nutrirse) y la resiliencia (para afrontar que no siempre a la primera se va a acertar). Por tanto innovar implica tener todas las anteriores actitudes de inteligencia adaptativa.
¿Cómo se puede conseguir un buen cociente de adaptabilidad?
Es algo evolutivo, va evolucionando y fluctuando en función de los momentos vitales que se atraviesan. Pero es cierto que a medida que se van adquiriendo los distintos niveles de inteligencia adaptativa se va asentando una base para que ese cociente evolutivo se vaya asentando y resulte posible crecer en recursos para gestionar mejor los cambios, es decir, con una mayor inteligencia adaptativa. Lo importante sería ir trabajando proactivamente en esa base para que vaya creciendo.