Escritura terapéutica: esta es la forma de escribir que ayuda a sentirse mejor
Escribir sobre lo que duele, sin autocensura y sin rodeos estilísticos, permite conectar con la raíz del problema que bloquea a algunas personas en su vida cotidiana
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Iniciar sesiónLo que duele, se evita, se esconde, se olvida, se queda en esa parte oscura de nosotros que no nos gusta visitar. Se cierra esa puerta imaginaria y se deja que el tiempo pase hasta olvidarlo, pero ahí queda ese dolor latente, creciendo en silencio ... y haciendo mella en el interior sin que nos demos cuenta. Hasta que vuelve a pasar y una pareja tóxica te maltrata o un superior abusa de su poder a tu costa o un supuesto amigo te deja sin blanca o te vuelves a dar un atracón de chocolate en la nevera. La historia se repite, pero el dolor se vuelve a esconder. Y ahí queda de nuevo enquistado pero latente, dispuesto a recobrar vida en el siguiente abuso, agarrado a las entrañas, como si fuera un parásito.
La autora y experta en escritura terapéutica, Patricia Diez Diez, describe las consecuencias de esta dinámica a través de una metáfora: «Imagina que tu mente es un cubo de basura en el que se quedan todas las experiencias desagradables que has tenido en tu vida. El cubo se irá llenando y un día rebosará y ya no sabrás qué hacer porque no tendrás fuerzas ni para gestionar los pequeños conflictos del día a día, te costará concentrarte, poner límites, decir que 'no', y tomar decisiones. Tu personalidad cambiará y llegará un momento en el que saltarás por cualquier cosa y vivirás constantes picos emocionales«. Esta situación, difícil de sostener en el tiempo, es la que habría que resolver abordando el problema desde la raíz, es decir, sacando la basura, incluida la del fondo, y limpiando bien el cubo, según plantea la experta. «Si no lo haces, lo único que conseguirás es poner capas y más capas de mierda que harán que, cuando quieras quitarlas, sea mucho más difícil hacerlo», alerta.
Una de las técnicas que propone para ello, además de consultar a un profesional de la salud mental o a un psicólogo, es complementarlo trabajando con la escritura de un modo muy particular pues, tal como explica, no se trata de tener un diario, ni de dedicar un rato por la mañana a sentarse a escribir a ver lo que sale, se trata de abordar lo que pasó, sin rodeos, poniendo foco en lo que nos dolió. «Y cuando lo haces, tu autoestima mejora, te conoces a ti misma, sabes lo que quieres (y lo que no) y asimilas el pasado como una experiencia más, y ya no como un run run en la cabeza que te machaca», explica. Claro está que esto muchas veces da respeto pues nadie quiere volver a recordar lo que sufrió y es fácil pensar que uno podría estar peor si escribe sobre ello, pero la realidad es que no, según asegura Diez. «Durante el proceso puedes tener altibajos y es normal, pero finalmente se puede superar el pasado por muy doloroso que haya sido», revela.
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Bucear en lo que nos duele a través de la expresión escrita es lo que ella califica como «escritura profunda», que es diferente de la escritura automática que suele hacerse en las 'mourning routine' y que está basada en preguntas cotidianas (¿Cómo ha sido tu día?, ¿Cuáles son tus metas?, ¿Qué te gustaría agradecer al día de hoy?....). En la escritura profunda se intenta ir siempre a la raíz del dolor: «En la vida tendemos a vivir como se hace a menudo en instagram: poniendo filtros para que todo parezca mejor, para que todo nos resulte más agradable, más bonito y más atractivo. Pero aquí de lo que se trata es de eliminar esos filtros y ver las cosas como son y como se sienten. Ahí eres tú misma la que abordas tu propia oscuridad, aquella que nadie salvo tú conoce y que solo tú puedes sacar fuera«, aclara.
Para qué sirve y por dónde empiezo
El objetivo de la escritura terapéutica es, por tanto, ser consciente de lo que realmente nos está afectando en nuestra vida, verlo como una experiencia pasada, que de verdad forma parte de nuestro pasado, y entender a través de la escritura que no tiene por qué condicionar nuestro presente ni nuestro futuro.
Un ejercicio sencillo con el que se puede empezar, según propone Diez, es el siguiente: siéntate a escribir pensando en algo que te duela. Lo identificarás porque cuando piensas en ello sientes una especie de presión en el pecho, un malestar o una cierta angustia. Recuerda que, a la hora de escribir, tienes que sentirte totalmente libre, pensando que nunca lo va a leer nadie y que solo escribes para ti («si para hacerlo, necesitas sentir que puedes destruirlo después, hazlo», sugiere). «La clave para entender este proceso es comenzar experimentando esa libertad de escribir sobre lo que duele, es algo que alivia mucho«, asegura.
Por tanto, se trata de escribir, de abordar la escritura desde la raíz del problema. Pero entonces, ¿es mejor escribir a mano o vale con cualquier fórmula? La experta explica que, aunque científicamente se ha demostrado que escribir a mano permite conectar mejor con nuestro cerebro y nuestras emociones, en realidad para que funcione este proceso lo importante es escribir con la fórmula que resulte mejor a esa persona ya que, según ha podido comprobar, para algunas personas la experiencia de escribir a mano no les gusta o les da más pereza y prefieren hacerlo en el ordenador.
«Cuando escribes sobre lo que te pasó, tu autoestima mejora, te conoces a ti misma, sabes lo que quieres (y lo que no) y asimilas el pasado como una experiencia más, y ya no como un run run en la cabeza que te machaca»
Patricia Diez Diez
Otra de las posibles dificultades que pueden encontrar aquellos que inician este proceso tiene que ver con su valoración sobre la calidad de lo que escriben. Sin embargo, sobre este punto la experta aclara que no se trata de escribir literatura para escribir una novela o un relato, sino que de lo que se trata es de escribir sin autocensura, sin vergüenza y sin límites. «Para hacerlo tal vez sea necesario visitar algunas partes de ti que no te gusta visitar, pero una vez que entras es más fácil de lo que parece pues cuando sacas aquello que está escondido te das cuenta de que es menos grave de lo que creías», tranquiliza.
Dolores propios no son dolores ajenos
A la hora de pensar en lo que nos duele cabe destacar que si bien algunas personas se sienten desbordadas por el efecto de algo objetivamente dramático, lo cierto es que otras pueden sentirse así por algo a lo que en su día ni ellos ni su entorno dieron importancia pero que en realidad les hizo mella en su interior aunque no fueran conscientes de ello. «Son muchas cosas las que pueden marcar la personalidad y algunas personas que acuden a mí sienten que lo que les sucedió no es tan grave como para contarlo, pero lo importante no es si eso fue objetivamente grave o no, lo importante es cómo afectó a esa persona. Si duele, hay que escribirlo», argumenta Diez.
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Lo sabe porque lo ha vivido a través de su historia personal, aunque es cierto que en su caso particular su dolor puede ser uno de esos dolores objetivamente dolorosos. Patricia Diez Diez sufrió malos tratos por parte de su primera pareja y vivió un largo proceso depresivo que superó a través de la escritura tras pasar varios años investigando sobre sus beneficios. Ahora ayuda a otras mujeres a través de la creación de un taller o curso de escritura en el que les aporta herramientas y ejercicios para que aprendan a sentirse mejor consigo mismas.
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