Qué se esconde detrás de una persona que utiliza el sarcasmo

Paloma Rey, psicóloga general sanitaria, indica que, desde la psicología, se entiende el uso del sarcasmo como «una forma de comunicación compleja que necesita de una serie de habilidades cognitivas avanzadas (como la capacidad de identificar incongruencias, comprender el contexto emocional y de inferir intenciones), creatividad, inteligencia verbal y pensamiento abstracto». Algunas de ellas son:

- Social: «El buen uso del sarcasmo puede ayudar a fortalecer vínculos cuando este se utiliza desde la complicidad y con humor. Sin embargo, un mal uso puede traducirse en una forma de comunicación pasivo-agresiva y su impacto dependerá mucho del contexto, la frecuencia y el tono», dice.

- Personalidad: generalmente, el sarcasmo se asocia a personalidades más extrovertidas y de apertura cuando se utiliza para hacer humor. Por otra parte, también puede reflejar cinismo o estar a la defensiva a nivel emocional si se utiliza frecuentemente.

Seguro que te viene a la mente alguien de tu entorno que usa el sarcasmo hasta en los momentos que menos humor requieren... ¿Qué tipos de personas lo usan? Noelia Gómez señala que en general no existe «una personalidad sarcástica» ya que es un recurso utilizado por una gama amplia de personalidades. Pero sí se pueden asociar diferentes características a personas que utilizan el sarcasmo con frecuencia:

- Tener un humor particular o el conocido «humor negro».

- Buenas habilidades verbales o agudeza verbal: hay que tener cierto ingenio para construir frases, además de cierta rapidez o agilidad mental.

- «Muchas veces puede ser una forma de construir límites con nuestro entorno, debido a que es una forma menos directa de querer expresar algo... También es una forma de expresar nuestro descontento sin entrar en una confrontación directa», expone.

- Cierta inteligencia interpersonal, la persona debe poder inferir que el oyente comprenderá la intención irónica, lo que requiere un nivel sofisticado de comprensión social.

¿Es, por tanto, un signo de inteligencia? La experta de El Prado Psicólogos expresa que aunque el sarcasmo puede estar asociado a cierto nivel de habilidades cognitivas y sociales, «no sería suficiente para determinar que una persona es inteligente; como mucho podría significar que esa persona estaría en un nivel promedio de inteligencia».

Ahora bien, ¿qué beneficios podemos encontrar más concretamente en el buen uso del sarcasmo? Recordemos que, para ello, debemos utilizarlo con empatía e inteligencia emocional. Si no es así, puede hacer daño a las relaciones y dar lugar a conflictos. Podríamos decir, que el uso del sarcasmo en nuestro día a día sería beneficioso en los siguientes contextos:

- Ayudar a relativizar: Paloma Rey insta a que ante situaciones de estrés, puede ayudar a relativizar ligeramente lo que está ocurriendo y que eso nos ayude a buscar una solución: «Esto debe hacerse siempre desde el máximo respeto y sin invalidar las emociones que podamos estar sintiendo.

- Tenemos confianza con el interlocutor: el relaciones cercanas, puede ser una muestra de cercanía, de complicidad y de humor.

- Como un recurso creativo: nos puede ayudar a romper la monotonía de las conversaciones, potenciando el ingenio ny la flexibilidad mental.

- Ayudar a tomar conciencia de forma suave: bien utilizado, puede ayudar a señalar algo sin herir, aunque esto depende mucho del contexto y del tono utilizado.

Sin embargo, también es un recurso que puede ser contraproducente en algunos momentos o contextos. Algunos de ellos, según Paloma Rey, serían:

- Usarlo como forma hiriente: si no se utiliza bien, el sarcasmo puede transformarse en una forma de comunicación pasivo-agresiva y dar lugar a conflictos con nuestros amigos, familia, compañeros de trabajo, pareja…

- Uso habitual e indiscriminado: si lo utilizamos de forma recurrente puede generar desconfianza y que no nos tomen enserio. Además, esto hace que sea más difícil seleccionar con qué personas utilizamos el sarcasmo y podemos caer en emplearlo en entornos donde no tengamos tanta confianza y de lugar a malos entendidos.

En resumen, tal como indica Paloma Rey, «el sarcasmo puede ser una herramienta muy valiosa de comunicación y para ayudar a cuidar nuestras relaciones siempre que lo hagamos de forma respetuosa, cuidando el tono, la frecuencia y la persona con la que lo utilizamos». En cambio, mal empleada, puede ser un arma de doble filo que se vuelva en nuestra contra y que, lejos de acercarnos a los demás, acabe dañando las relaciones que tenemos.