La directora teatral Tamzin Townsend enseña a los ejecutivos los trucos de los actores para mantener la calma y mostrar seguridad

Las empresas, por tanto, ya no buscan simplemente «cumplir con el trabajo», sino que buscan que sus equipos se sientan unidos, apoyados y en un entorno donde quieran crecer. Y para ello necesitan invertir en habilidades que complementen la hiperconexión y la tecnología con creatividad, empatía y capacidad de construir relaciones significativas. Y es ahí donde entra en juego la necesidad de enseñar a desenvolverse y comunicarse con soltura, confianza y seguridad en el mundo de la empresa. Y es justo ahí, en la enseñanza de las técnicas necesarias para ello, donde la directora teatral Tamzin Townsend se mueve como pez en el agua.

Townsend es socia y directora de programas de BeLiquid, la firma que ha creado un método innovador que fusiona técnicas de las artes escénicas y del 'management' para potenciar la comunicación efectiva, la gestión y el liderazgo de equipos, y las habilidades de venta. Entre sus socios fundadores, además de Tamzin Townsend, esta firma cuenta con Antonio Resines, Coté Soler (CEO), Juan Rocamora y Borja Suárez

El método de BeLiquid se divide en tres fases independientes: descubrir, aprender e implantar a través de soluciones como mastershows, team buildings, masterclass teatralizadas, workshops, programas, itinerarios y acompañamiento post formación. Y su formato, como explica Townsend, se centra en una formación experiencial, donde el aprendizaje se realiza a través de la práctica y la acción directa. Abordamos con la directora teatral cuáles son algunas de las claves de este método:

¿Cuáles son las técnicas que se aplican desde el ámbito de la interpretación que ayudan a proyectar seguridad?

Cuando empecé a trabajar en el ámbito de la empresa me di cuenta de que había muchas similitudes con el teatro y con lo que un actor tiene que aprender cuando sale a escena. Así, cuando alguien tiene que acudir a una reunión o tiene que formar parte de una presentación o exposición pública en su empresa se enfrenta a los mismos retos que un actor: tiene que proyectar, vender una idea y poner los cinco sentidos en su presencia en el escenario. Aunque parecen dos mundos distintos, en realidad son muy parecidos.

La primera técnica con la que se suele trabajar es la que tiene que ver con la idea del foco. Esa hiper presencialidad es tan importante en un escenario teatral como en cualquier lugar en el que haya que comunicar un mensaje relevante. Y lo es aún más si tenemos en cuenta que tenemos que trabajar en un contexto complicado en el que a menudo estamos hiperconectados y se practica el 'multitasking' (multitarea). Por eso pongo siempre el acento en que se den cuenta de que el actor está absolutamente centrado en todo momento en lo que tiene que estar, es decir, en lo que está haciendo en el escenario, porque se debe al público que tiene en frente.

Por eso en las formaciones en las empresas siempre parto de la necesidad de estar presente. Y desde ahí es desde donde empezamos a trabajar en la importancia de contar historias utilizando el cuerpo y la voz.

¿Y qué les aconseja cuando les preguntan si pueden apoyarse en sus presentaciones con algún material gráfico (presentaciones en powerpoint, por ejemplo) para transmitir sus ideas?

Frente a ese recurso de utilizar las presentaciones de powerpoint para apoyar el discurso, yo defiendo la importancia de aprender a comunicarse a través de historias, emociones, imágenes y recuerdos que se puedan quedar grabadas en la mente de aquel que nos ve o nos escucha.

Por eso otra de las técnicas con las que más se trabaja es el aprendizaje a convertir información más árida como cifras, porcentajes o datos en mensajes distintos, tal vez más emocionales, que capten el interés, que sea más pegadizos y que puedan ser recordados cuando haya terminado esa presentación.

Y desde el punto de vista físico, es decir, a nivel corporal, se complementa con un trabajo similar al que se hace con los actores en los ensayos de una obra de teatro a través de juegos de concentración en los que se invita a reaccionar de una determinada manera ante imágenes, números, sonidos o cualquier otro estímulo.

A la hora de trabajar en la oratoria, ¿cómo se ayuda a evitar las «muletillas» o repeticiones?

Durante un discurso suelen ser frecuentes los «eh», «ah», «mmm», «pues», «entonces», «¿no?», «¿me explico?»... Para eliminarlos les propongo que se estudien entre ellos y que hagan listas con esas repeticiones para que sean conscientes de aquellas expresiones, sonidos o palabras que más repiten. Después les propongo dinámicas y juegos que les ayuden a entender que este tipo de sonidos se suelen producir en realidad cuando esa persona está pensando en lo que quiere decir y les explico que en esos casos un silencio no tiene por qué ser algo negativo ni algo incómodo.

Es importante aprender a hacer esas pausas y esos silencios en la comunicación verbal y en la comunicación no verbal sin tener la sensación de que se pierde la atención del público o sin creer que eso nos está dejando en mal lugar.

Siempre he defendido que las pausas son poderosas para captar el interés del público y que dejar ese respiro permite que tu interlocutor entienda lo que estás contando y lo asimile. Si no das esa pausa y te aceleras en la comunicación, llegará un momento en el que la otra persona perderá la atención porque no le dará tiempo a asimilar la información, perderá el interés y finalmente apenas sabrá de lo que estás hablando.

Incluso a veces les propongo que fabriquen esa pausa mentalmente y que, en lugar de utilizar esa muletilla verbal, esa repetición o ese sonido que hagan una cuenta mental hasta tres en su cabeza.

La clave de estas técnicas es que manejar bien las pausas y los silencios aporta calma y permite mostrar una mayor seguridad y confianza.

¿Y todo estos recursos se tienen que llevar a la práctica para aprenderlos?

Sí, la práctica es fundamental, al igual que lo son los ensayos en el teatro, porque si algo no se hace, ni se aprende ni se siente. No se trata de darles una charla interminable contándoles todo lo que tienen o no tienen que hacer cuando hablen en público o cuando tengan que abordar una reunión importante, sino que de lo que se trata es de trabajar esas técnicas para que puedan integrarlas en su día a día después de aprenderlas probándolas una y otra vez. Hay que enseñar con la práctica. Siempre he pensado que es la mejor manera de aprender algo.

¿En qué medida es importante el tono de voz a la hora de comunicar?

Es fundamental, ya que en función de si el tono de voz es de una manera o de otra éste puede tener un determinado impacto en la persona que está escuchando el mensaje. De hecho durante los cursos practicamos distintas dinámicas en las que van probando a decir la misma frase con tonos distintos para que así podamos analizarlos juntos y entender y comprobar los diferentes efectos que causan.

¿Cuáles son los principales errores que se suelen cometer a la hora de hablar en público?

Uno de los errores más frecuentes es hablar demasiado rápido. Da la sensación de que en ese momento afloran las ganas de salir del foco y del escenario y entonces les entran las prisas por decir lo que tienen que decir sin pensar en cómo lo están diciendo. Es entonces cuando les invito a que se sientan actores y a que estén presentes en ese momento, siendo plenamente conscientes de que tienen que aprovechar ese momento para dar lo mejor de sí mismos. Porque eso es justo lo que tiene que hacer un actor. Un actor no puede decir que no le gusta cómo lo está haciendo y que prefiere irse corriendo, ni tampoco puede irse si se ha equivocado o se ha saltado una frase o si el público no está reaccionando como a él le gustaría. Su misión es estar presente, seguir adelante y procurar que su mensaje llegue de la mejor manera posible al público.

Otro aspecto que suele fallar a nivel comunicativo es la explicación a base de listas interminables. Es muy frecuente explicar algo a base de puntos (A, B, C, D... o 1, 2, 3, 4) pero lo cierto es que no son efectivos ni captan la atención aunque nos creamos que sí. Ya hay investigaciones que confirman que con esa forma de comunicarse el interlocutor pierde el hilo y que cuando alguien plantea una lista la persona que está escuchando se queda con el primer punto que se menciona y, a lo sumo, con otro que le pueda interesar personalmente, pero el resto del mensaje se diluye. Somos incapaces de recordar toda una lista, así que no son prácticas.

¿Y qué pasa cuando la persona que habla en público sabe mucho de lo que quiere contar?

Es lo que denomino «la maldición del conocimiento» y es frecuente en el entorno empresarial. El hecho de saber mucho sobre un tema concreto hace que esa persona sea incapaz de explicarlo con palabras sencillas a alguien que no entiende de la materia sobre la que está hablando. Suelen usar muchos tecnicismos, abreviaturas y términos específicos que no todo el mundo entiende y esto es algo que dificulta que el mensaje llegue de forma efectiva. Un ejercicio que suelo hacer es plantearles el reto de explicar algo técnico de la forma más sencilla posible. Para ello les aconsejo usar objetos o metáforas. Soy muy fan de las metáforas, me parece que son recursos enriquecedores que hacen que muchas ideas complejas se entiendan bien.

¿Con cuál de los ejercicios que propone a través del método de BeLiquid suele obtener mejores resultados?

Uno de los que más me gusta es el de «¿cómo te presentas?». Lo que les planteo en la dinámica de venderse a sí mismos o presentarse. Para ello los participantes tienen que entrar en la estancia, decir cómo se llaman y hablar de ellos o presentarse de la manera que consideren adecuado. Con este sencillo ejercicio se pueden ver muchas cosas: el contacto visual, su expresión en el rostro, su forma de expresarse, su gestualidad...

Y también podemos percibir cuál es su expresión corporal, su postura, su presencia en el escenario o en el espacio, cómo se ancla al suelo, por así decir, de qué manera coloca la piernas, cómo se mueve, si está o no estático, si necesita balancearse... Siempre digo que los nervios se manifiestan en el movimiento o la quietud del cuerpo. Lo que pasa es que tenemos que saber exactamente por dónde salen esos nervios para poder trabajar en ello. Unas personas se tocan mucho la cara, otras el pelo, otras se frotan las manos... ¡Ay las mano! Si me dieran un euro por cada vez que alguien me ha preguntado qué hace con las manos, seria millonaria.

¿Y qué les suele responder?

Que actúen con naturalidad y que hagan lo mismo que harían cuando cuentan a sus amigos la última serie o película que han visto o el último concierto en el que han estado.

Además para trabajar el movimiento, tanto de las manos como del resto del cuerpo hago ejercicios de calentamiento en los que se practica cómo pisar en el suelo, cómo moverse por la estancia de una determinada manera, cómo colocarse, cómo mirar a la gente... Hay gente que nunca mira a los ojos, otra gente nunca sonríe y algunas personas se empeñan en usar un tono de voz monocorde que puede resultar algo desagradable. Lo que hacemos en esos ejercicios es observar todo aquello que cada uno puede cambiar para mejorar y explorar juntos cuáles pueden ser las mejores maneras para hacerlo.

Cuando veo que el grupo o varios personas están nerviosas trabajamos con un calentamiento, lo que yo denomino "bailes locos" que ayudan a desbloquearse y que dan energía para abordar esos cambios.

Por último quiero destacar que la respiración es fundamental y siempre se trabaja en las formaciones, así como los ejercicios de dicción, especialmente si trabaja a menudo expresándose en otros idiomas, pues eso puede suponer un estrés añadido. Hay un ejercicio práctico que recomiendo siempre que una persona se siente insegura con alguna palabras: coge un lápiz, colócalo en la boca y pronuncia esa palabra o incluso ese discurso hasta que se pueda escuchar con claridad o se puedan entender bien cada una de las palabras. Una vez que se ha hecho ese ejercicio, las palabras fluirán fácilmente cuando retiremos el lápiz de la boca.

Lo cierto es que hay decenas de ejemplos de ejercicios que se han hecho tradicionalmente en el mundo teatral cuya aplicación práctica estamos desarrollando con éxito en el mundo empresarial para mejorar habilidades de comunicación y gestión emocional tanto de líderes como de empleados.

A la hora de ayudar a brillar a una persona, ¿Cómo se le orienta?

Ayudándole a descubrir sus carencias y a conocer lo que más le cuesta. Y eso se ve ya en en se primer ejercicio de presentación que he mencionado. Cuando nos sentimos juzgados por un grupo, cuando hay algo que no tenemos preparado o cuando hay un mensaje que no queremos hacer llegar por cualquier circunstancia es cuando hay que utilizar trucos como el de la pausa o el de la sonrisa que ayuden a mostrar una imagen más amable.

Pero en general les ayudamos a que sean capaces de decirse mentalmente: «yo estoy aquí y me vais a escuchar porque tengo algo que decir y lo que tengo que contar es interesante». Se trabaja para combatir precisamente esa necesidad de hacerlo rápido para quitárselo de encima porque eso hace que el mensaje se transmita sin foco, sin energía y sin presencia. Buscamos lo que más les bloquea y lo trabajamos para desactivarlo.