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Digestiones malas y tripa hinchada: así se comunica el cerebro con la microbiota

Fani García, terapeuta digestiva y experta en bioquímica y homeostasis intestinal, revela las claves sobre la conexión entre el sistema digestivo y el nervioso

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Fani García, terapeuta holística.
Raquel Alcolea

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Lo primero que pensamos cuando la inflamación, el estreñimiento (o diarrea), los ardores y el reflujo nos visitan es: «Algo me habrá sentado mal». Y esto se debe, según explica Fani García (@digestiones_emocionales), experta en bioquímica, microbiota, homeostasis intestinal y autora de 'Es tu tripa la que grita ... ' (Urano); a que nuestra forma de entender la digestión siempre se ha basado en un modelo «simplista» basado en masticar, salivar, tragar, liberar las correspondientes sustancias y enzimas, asimilar los nutrientes y desechar lo que no nos sirve. Sin embargo, la digestión, según aclara, va mucho más allá de transformar alimentos y nutrientes. Prueba de ello es que el sistema digestivo se encarga de producir neurotransmisores como la dopamina o la serotonina, y que además está directamente conectado con el cerebro a través de nervios, hormonas y moléculas inflamatorias. «Definitivamente la naturaleza no elaboraría conexiones tan específicas y complejas y nuestro organismo no invertiría tanta energía y recursos en esas conexiones si la digestión fuese un proceso tan simple», argumenta.

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