Celos, la emoción que revela lo que realmente valoras en la vida

Escuchar las sensaciones que produce con apertura y sin caer en la trampa de la posesión o la inseguridad extrema puede hacer que resulte útil para el autoconocimiento

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Los celos pueden darse en pareja o con las amistades.

Juan José Rodrigo

Imagina que estás en una cena con amigos y ves a tu pareja riendo con alguien más. De repente, sientes una punzada en el estómago y una voz en tu cabeza que susurra: «¿Y si le gusta más esa persona que yo?». Esa sensación incómoda ... que aparece en esos momentos es, en muchos casos, el temor manifestado en forma de celos. Aunque en muchas ocasiones se perciben como una emoción negativa, los celos tienen una función adaptativa fundamental en nuestra vida emocional, ya que son una respuesta natural ante lo que percibimos como una posible amenaza en nuestras relaciones.

Los celos no son un fenómeno exclusivo de las relaciones amorosas; también pueden surgir en amistades o incluso en el ámbito laboral. En esencia, los celos son una manifestación de inseguridad o miedo ante la posibilidad de perder algo o a alguien valioso. Esta emoción nos alerta de que algo nos genera incertidumbre, una señal de que nuestra estabilidad emocional podría estar en peligro. Sin embargo, el problema no reside en experimentar celos, sino en cómo gestionamos esos sentimientos y qué decisiones tomamos al respecto.

Desde la psicología, se destaca la importancia de no rechazar las emociones difíciles, como los celos, sino de aceptar su presencia sin juzgarlas negativamente. Varios investigadores, por ejemplo Gonzalo Hervás, defienden que las emociones no son intrínsecamente buenas o malas, sino que todas tienen una función adaptativa en nuestra vida. De hecho, autores como Daniel Goleman han subrayado que las emociones desagradables, lejos de ser obstáculos para el bienestar, desempeñan un papel crucial en nuestra adaptación al entorno, ayudándonos a detectar áreas en las que podríamos necesitar realizar ajustes.

En el caso de los celos, esta emoción nos invita a reflexionar sobre varias cuestiones. Primero, nos lleva a preguntarnos si nuestra relación está realmente en riesgo o si estamos enfrentando un temor infundado. ¿Hay señales objetivas que indiquen que algo está cambiando en la relación, o es solo nuestra percepción? En segundo lugar, los celos pueden ser una oportunidad para analizar nuestra comunicación con la pareja. Tal vez necesitemos ser más abiertos y honestos en nuestras conversaciones. Por último, los celos también pueden hacernos cuestionar nuestra propia autoestima. ¿Nos sentimos suficientemente valorados dentro de la relación? ¿Estamos proyectando inseguridades propias que nada tienen que ver con la otra persona?

Cuando los celos se manejan adecuadamente, pueden llevarnos a fortalecer los lazos con quienes nos rodean. No obstante, si permitimos que estos sentimientos nos controlen, pueden derivar en comportamientos posesivos o en conflictos innecesarios que dañen las relaciones.

Por ello, el desafío está en escuchar nuestros celos sin dejarnos arrastrar por ellos. Si logramos reflexionar sobre lo que nos están señalando, podemos usar esta emoción como una oportunidad para hacer ajustes tanto en nuestras relaciones como en nuestra relación con nosotros mismos.

En definitiva, los celos, bien gestionados, pueden ser un recordatorio de que valoramos nuestras relaciones y necesitamos sentirnos seguros en ellas. Escuchémoslos con apertura, sin caer en la trampa de la posesión o la inseguridad extrema. Al aprender a procesarlos de manera saludable, podemos convertirlos en un aliado para el fortalecimiento de nuestras conexiones emocionales, y, en última instancia, para nuestro bienestar personal.

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