Autocompasión, la herramienta que pasa por la aceptación y ayuda a iniciar el camino hacia la resiliencia
Abrazar la imperfección y aceptar los fallos y los errores ayuda a proteger la autoestima
Cuando el éxito ajeno duele: la ciencia detrás de la envidia

No somos perfectos. Todos cometemos errores. A la hora de realizar nuestro trabajo, manejando nuestras relaciones personales y profesionales pero.. ¿Respondemos igual si esos fallos los comete un amigo que si los cometemos nosotros mismos? Muy habitualmente cuando los errores son nuestros tendemos a juzgarnos y a castigarnos. Y esto es algo que resulta perjudicial pues tratarnos con tanta dureza ante nuestros fracasos baja nuestra autoestima y dificulta nuestro aprendizaje para futuras situaciones.
Cuando en lugar de eso nos tratamos con amabilidad, siendo comprensivos con nosotros y nuestras circunstancias cuando cometemos un error, hablamos de autocompasión. Se trata de abrazar nuestro fallo y enfocarlo con el mismo cariño con el que lo haríamos si un familiar o amigo nos mostrase su vulnerabilidad y su sensación de fracaso.
Como todas las emociones, la autocompasión es necesaria en nuestro mundo emocional y cumple con una función adaptativa de aceptación de nosotros mismos y de potenciación de nuestra resiliencia. Cuando hablamos de resiliencia nos referimos a la capacidad de crecernos ante nuestros errores, de salir adelante a pesar de ellos. Si nos tratamos duramente ante los mismos como decíamos al principio, es más probable que nos hundamos en la tristeza y que se minimice nuestra capacidad para volver a intentarlo.
El mensaje que traería la autocompasión sería la frase con la que comienza este artículo, «no somos perfectos», y por tanto el mensaje busca que abracemos esa imperfección y que nos aceptemos como personas que se equivocan. Para ello, será necesario que trabajemos en la necesidad de separar nuestra valía de nuestros éxitos, aprendiendo a reconocernos como valiosos por nuestra humanidad imperfecta.
Habitualmente se confunde la autocompasión con el victimismo o la debilidad y se da más importancia a la autoexigencia como valor personal. De alguna forma se entiende que si somos autocompasivos quizá nos convertimos en conformistas, y nada más lejos de la realidad.
La autocompasión nos invita a tratarnos a nosotros mismos con amabilidad y a aceptar nuestros errores, pero no está reñida con que sigamos trabajando para corregirlos y perseguir nuestras metas y objetivos. Podríamos decir que es una protectora de nuestra autoestima, y por lo tanto, en realidad, nos ayudará a esforzarnos más en el futuro por hacernos sentir capaces a pesar de que las cosas no salgan siempre como esperamos.
En resumen, practicar la autocompasión y aprender a querernos con nuestras virtudes y defectos, con nuestras luces y nuestras sombras, lejos de frenarnos en el esfuerzo y colocarnos en una posición victimista nos alentará a levantarnos cada vez que tengamos un tropezón en el camino.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete