Ataque de pánico: cuáles son sus síntomas y cómo detectarlo para controlarlo
«Si no se gestionan, los ataques de pánico pueden derivar en trastorno de pánico o agorafobia»
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Iniciar sesiónAtaque de pánico, ataque de ansiedad y miedo desmedido son conceptos que se relacionan por sus similitudes pero atesoran diferentes matices que hacen que se pueda distinguir uno de otro de manera sencilla.
Los sentimientos repentinos de pánico y miedo abrumadores a menudo se ... denominan ataques de pánico y, si bien estos sentimientos son una reacción común a situaciones estresantes, los ataques de pánico frecuentes e inesperados pueden ser un signo de trastorno de pánico.
Se trata, por tanto, de un sentimiento repentino e intenso de terror, miedo o aprensión, sin la presencia de un peligro real. Los síntomas de un ataque de pánico suelen aparecer de imprevisto, alcanzan su punto máximo en 10 minutos y luego desaparecen. Sin embargo, algunos ataques pueden durar más u ocurrir en sucesión, lo que dificulta determinar cuándo termina un ataque y comienza otro.
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De hecho, la persona que lo sufre no suele identificar que está sufriendo un ataque de pánico: «Como los síntomas son tan intensos, se suele pensar que está padeciendo un ataque al corazón o una enfermedad física grave», recalca la psicóloga Laura Fuster.
La persona que sufre un ataque de pánico no identifica una causa concreta asociada a este estado. Suele ser repentino y durar entre 10 y 30 minutos, aunque el malestar asociado puede alargarse. Puede aparecer incluso estando calmado o durmiendo. «Como vemos, más que una cuestión médica física, los ataques de pánico son, más bien, un problema psicológico», dice Fuster, y los síntomas del ataque de pánico suelen ser:
- Miedo intenso
- Mareos
- Taquicardia
- Dolor en el pecho
Aunque hay personas más propensas a ello, lo cierto es que cualquiera puede experimentar un ataque de pánico. A veces, un ataque puede ser desencadenado por un evento específico, pero estos ataques también pueden ser un síntoma de trastornos de ansiedad como el trastorno de pánico o la agorafobia.
Qué se siente en un ataque de pánico
Desde Clínicas Origen, expertos en psicología, comentan que, en cambio, en los ataques de ansiedad «notamos que se nos acelera el corazón, que nos mareamos, que no respiramos bien». Son tres posibles síntomas de que estamos teniendo respuesta psicofisiológica ansiosa. Los motivos: nuestro organismo está percibiendo una amenaza, un peligro.
«Los ataques de ansiedad pueden producirse aisladamente y ser consecuencia de cómo cada persona se enfrenta a situaciones difíciles o traumáticas en la vida. Ahora bien, cuando se producen de manera recurrente será preciso ponerse en manos de un profesional de la salud mental, un psicólogo o un psiquiatra dependiendo de la gravedad de los episodios y los síntomas», explica la experta.
La repetición de estos ataques de ansiedad puede derivar también en ataques de pánico, que se perciben de una manera más desagradable e incontrolable. Se originan, explica la psicóloga Pilar Conde, cuando al producirse niveles altos de ansiedad, el que lo sufre teme por su vida o su integridad, siente que algo malo le está sucediendo y que puede llegar, por ejemplo, a perder el conocimiento, a sufrir un ataque cardiaco y, peor, llegar a morir, por lo que la ansiedad inicial puede acabar en un ataque de pánico.
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El episodio puede iniciarse de manera súbita, en cuestión de minutos, y evolucionar con tal intensidad que conduzca a una sensación de pérdida del control. «La persona puede llegar a experimentar todos los síntomas antes descritos: palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de dificultad para respirar, sensación de ahogo, dolor molestia en el tórax, nauseas o malestar, sensación de mareo, escalofríos o sensación de calor, hormigueo, desrealización o despersonalización, miedo a perder el control o «volverse loco», miedo a morir», completa.
Además de angustia y, en ocasiones límite, terror, quienes los padecen temen que estos ataques de pánico puedan repetirse, lo que les condiciona y afecta a su bienestar. En este contexto, advierte la directora técnica de Origen, resulta imprescindible solicitar la ayuda de un profesional de la salud mental. De lo contrario, y en determinados casos, los ataques pueden derivar en trastorno de pánico y en agorafobia, diagnósticos de impacto significativo.
Entender qué pasa
Lo más importante, refiere, es que la persona entienda por qué se producen el pánico y la ansiedad, cómo funciona el sistema que los regula. Primero, «para relacionarse con la ansiedad de forma distinta y evitar así que escale a ataque de pánico», después, «para aprender a gestionar las diferente situaciones de una manera adaptativa, para ello se requiere aprender estrategias cognitivas, emocionales y comportamentales».
Así, cuando se inicien los primeros síntomas estaremos ya en disposición de ponerle nombre a lo que nos ocurre y recordar que sus manifestaciones, si se comprenden, son desagradables pero no son peligrosas. En esos momentos, sentarse y respirar de manera pausada ayudará a regular la hiperactivación de la sistema nervioso autónomo.
«Es fundamental, en este punto, entender que en un periodo de tiempo, de entre cinco y veinte minutos, vamos a pasar por un proceso de hiperactivación que va a ir, de manera natural, reduciéndose poco a poco», indica Pilar Conde.
Lo mismo sucede con las personas que se encuentran alrededor de las víctimas de estos episodios. Si conocen el problema y como se origina, podrán ayudarles a entender que están teniendo un ataque de pánico. Será muy útil entonces decirles que saben que lo que está experimentando, que es desagradable pero que no le puede hacer daño. Estar a su lado e incluso ayudarle en la respiración le ayudará a «surfear el pico ansioso».
Este conocimiento, por último, será de gran utilidad cuando las víctimas de los ataques de ansiedad y pánico sean niños, adolescentes y jóvenes, también afectados por estos trastornos.
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