Aprender a distinguir la ansiedad buena de la mala puede cambiarte la vida

Los psicólogos Rubén Sanz y Cristina Carro desvelan en su obra 'Ansiedad: entenderla y manejarla' cómo distinguir si vivimos una emoción o sufrimos una patología

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¿Y si la ansiedad fuese un monstruo amarillo con los ojos desorbitados? adobe stock

La ansiedad es como un monstruo amarillo con los ojos desorbitados y la boca rosa que no se sabe si tiene labios o dientes, así que cuando uno lo tiene en frente y se pregunta si es bueno o malo, la respuesta es que ... ni es una cosa ni otra, sino que la respuesta es: depende. Depende de aquello a lo que quieras dar importancia en tu cabeza, depende del modo en el que hayas aprendido a afrontar las cosas, depende de la relación que tengas con tus miedos, tus preocupaciones y tus rumiaciones.

Lo habitual es que cuando se hable de ansiedad en el ámbito cotidiano cualquier persona se refiera a ella como algo malo, algo negativo. Sin embargo, tal como explican los psicólogos Rubén Sanz y Cristina Carro en su libro 'Ansiedad: entenderla y manejarla' (Plataforma Editorial) en realidad todas las emociones, incluida la ansiedad, son programas cincelados por la evolución para ayudarnos a sobrevivir y para facilitarnos la transición por la vida, así que lo que proponen es que «respetemos la ansiedad y aprendamos a convivir en armonía con ella».

Lo primero que conviene entender, según proponen, es la diferencia entre la ansiedad como emoción de la ansiedad como patología o trastorno. Así, la ansiedad como emoción puede sentirse en nuestro día a día, en cualquier momento y en mayor o menor medida. Sería algo así, según plantean, como la «hijita» del miedo y además sería tan positiva y beneficiosa como lo pueden ser otras emociones como la alegría, la ira, la tristeza o el asco. Por eso a la hora de hablar de emociones lo que plantean Rubén Sanz y Cristina Carro es que distingamos entre emociones agradables o desagradables y no entre negativas o positivas.

Emoción versus patología

Hablaríamos de sentir ansiedad, por ejemplo, en el momento de enfrentarse a una entrevista de trabajo o en los días previos a un examen o poco antes de contestar la llamada de nuestro «enamorado» o «enamorada». Pero, ¿Qué pasaría si esa ansiedad, en lugar de ser puntual y de presentarse con una intensidad más o menos razonable, se convirtiese en «el pan nuestro de cada día» y fuese tan intensa que nos impidiese acudir a la entrevista, hacer el examen o contestar esa llamada? Tal como explican los psicólogos en ese caso estaríamos hablando de la ansiedad como patología. 

Por tanto y según aclara Rubén Sanz, habría que definir si la intensidad, la duración y la frecuencia de esa ansiedad es normal. Y esto, ¿cómo se hace? Lo que explica el autor es que para valorarlo correctamente conviene tener en cuenta las tres patas de la ansiedad: la parte cognitiva y de pensamiento (que incluye preocupaciones, anticipaciones o rumiaciones), la parte fisiológica o sistema de respuesta (que incluye lo que se siente, con manifestaciones como la sudoración, la tensión muscular, la presión cardiovascular elevada...) y por último la parte conductual o motora (que incluye lo que se hace o se deja de hacer ante determinadas situaciones). En este sentido Cristina Carro explica que la manifestación de estas tres patas pueden darse o no de manera sincrónica, pues cada persona tiene su distinto perfil de respuesta y que además es algo que aparece en todas las emociones, no solo en la ansiedad. «Hacer una diferenciación entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos es fundamental para poder regular una emoción y para poder aportar las técnicas y las herramientas necesarias para lograrlo», revela.

Cómo saber si mi ansiedad es patológica

Un criterio clave para distinguir los tipos de ansiedad es el que plantea Cristina Carro: «Cuando interfiere en nuestra vida cotidiana, es decir, cuando nos limita en facetas de nuestra vida como la social, la laboral, la familiar... es cuando podemos decir que nos encontramos ante un problema y deberíamos pedir ayuda«, explica. De hecho la psicóloga comenta que es algo que puede manifestarse en muy diferentes momentos y de muy diversas maneras: puede costarnos levantarnos cada mañana o puede que nos veamos incapaces de acudir al trabajo o incluso puede llevarnos a no ser capaces de hacer una llamada, tomar una decisión aparentemente fácil o incluso a hacer la compra en el supermercado.

También puede ayudarnos el entorno a identificar que tenemos un problema, según añade Rubén Sanz, quien explica que esto puede ser más claro en perfiles que no son ansiosos de por sí, pues es en ellos en los que se puede ver más claro que han sufrido una crisis de ansiedad o se encuentran raramente abatidos.

Las señales en ambos casos serían claras pues cuando se sufre ansiedad patológica esa persona ve mermada su calidad de vida, su capacidad para disfrutar o hacer cosas y se muestra en general triste, apático, bloqueado y apagado.

Diferencia entre ansiedad y estrés

Otra distinción que los psicólogos plantean en su libro tiene que ver con la relación entre la ansiedad y el estrés pues son términos que a menudo se confunden.«La diferencia fundamental es que la ansiedad es una emoción como el miedo, la ira y la tristeza mientras que el estrés es un proceso, un solucionador de problemas«, apunta Rubén Sanz. No en vano el experto explica que el concepto de estrés no viene de la psicología sino de la física pues hace referencia al punto hasta el que se puede someter a un cuerpo a una presión hasta que se deforma.

Lo que sí es cierto, según matiza, es que cuando estamos sometidos a muchos estresores que además se afrontan desde la perspectiva de que no tenemos recursos para ello y eso se mantiene en el tiempo es probable que caigamos en una fase de agotamiento en la que suframos emociones como la ansiedad, la tristeza la ira... «Podríamos decir que la ansiedad es la emoción más características del estrés, pero en el estrés no sólo aparece ansiedad«, aclara Rubén Sanz.

Pero además los psicólogos invitan a ser aún más precisos con las palabras pues, al igual que sucede con la ansiedad, en el caso del estrés también existe uno que, de alguna manera, es positivo y otro que es negativo o desagradable. De hecho, según apunta Rubén Sanz, en realidad cuando se habla de estrés a lo que nos solemos referir es al distrés, que es el que genera distintas emociones desagradables, y que se distingue del llamado eustrés que se da en entornos en los que, a pesar de la intensidad, carga o demanda que conllevan un disfrute o sensaciones agradables. Eso sí, el experto aclara que independientemente de que esa intensidad se vivencie como algo positivo o negativo, conviene descansar o rebajar esa demanda de tiempo y de energía en algún momento, pues en ambos casos puede tener consecuencias negativas.

El pensamiento anti-ansiedad

En definitiva, tal como proponen Rubén Sanz y Cristina Carro en su obra la clave para abrazar la parte positiva de la ansiedad es no dar tanta magnitud a muchas de las cosas a las que se dan mucha importancia interpretando que son una amenaza.

Asimismo proponen esforzarse en darse cuenta de cuáles son los errores que podemos estar cometiendo de modo que podamos detectar prejuicios, anticipaciones, pensamientos radicales, dicotómicos y polarizados, pues se trata de buscar una manera de pensar más realista, más bondadosa y más adaptativa. «No estamos hablando de más positiva, sino de de más racional. No hay que dar tanto valor a los pensamientos ni creer todo lo que se piensa. Hay que intentar buscar un pensamiento alternativo más realista que nos permita tener diferentes visiones de lo que nos sucede», proponen.

Los psicólogos Cristina Carro y Rubén Sanz. Plataforma editorial

Así son los autores del libro

Cristina Carro es licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona. Tiene un máster en Inteligencia Emocional e Intervención en Emociones y Salud por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y es experta en Intervención en la Ansiedad y el Estrés. Ejerce como psicóloga sanitaria en el centro Cuarzo Psicología Científica.

Rubén Sanz es doctor en Psicología por la UCM, donde se licenció con la especialidad de Psicología Clínica y de la Salud. Cursó un máster en Intervención en la Ansiedad y el Estrés. Combina la actividad docente (es profesor de la Facultad de Psicología de la UCM) e investigadora con la asistencial. Dirige el centro Cuarzo Psicología Científica.

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Sobre el autor Raquel Alcolea

Periodista y Máster en Marketing Digital. Tras dos décadas en diarios, emisoras y revistas, ahora estoy al frente de ABC Bienestar, donde escribo y hablo sobre temas que ayuden a vivir más y mejor.

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