«Aprender a discutir significa aprender a quererse a uno mismo»
El psicólogo Juan Muñoz invita en su libro 'Discutir es sano (si sabes cómo)' a aprender a tener conversaciones incómodas y construir relaciones sanas
«Discutir es humano, pero pedir perdón lo es más»
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Iniciar sesiónEsa forma tan violenta que tienen algunas personas a la hora de discutir es exactamente la que sabes que no conecta con el psicólogo Juan Muñoz (@psicologeria). No solo porque ha lanzado su primer libro 'Discutir es sano (si sabes cómo)', donde aporta ... un sinfín de herramientas para tener las conversaciones más tranquilas y en las que se busque el 'fifty-fifty' (50/50), sino porque ya desde pequeño se interesó en hacer enriquecedoras estas conversaciones que, en su mayoría, nos da pavor abordar.
La vida está llena de conflictos cotidianos y a menudo nos esforzamos mucho por evitarlos. Pero vivir tratando siempre de tener «la fiesta en paz» puede acabar por explotarte en la cara. Juan Muñoz nos explica qué nos ha llevado hasta aquí y qué podemos hacer para remediarlo. En este libro aprenderás que discutir no es crear conflictos nuevos, sino solucionar los que ya existen. Y encontrarás las herramientas para hacerlo comunicándote de forma asertiva y respetuosa y aprenderás a cultivar relaciones sanas con los demás y, también, contigo. Porque sí, discutir puede ser sano. Solo necesitas saber cómo hacerlo.
De todos los problemas que se llevan a consulta, ¿por qué has escrito un libro sobre aprender a discutir?
Creo que la única estrategia y herramienta de la que disponemos en mayor parte para la solución de conflictos es la comunicación: es la más sana y es uno de los temas que hacía falta abordar. La mayor parte del malestar que atiendo en consulta surge de esa incapacidad de gestionar conflictos que nos plantea la vida en el día a día y la solución es la capacidad sana de acercar dos posturas que en principio están lejos.
¿Podría decirse que el comienzo de todo es aprender a hablarse a uno mismo por delante de hablar bien a los demás?
Sí. Absolutamente. El libro está dividido en dos partes y en una de ellas intento explicar la necesidad de hablarse bien a uno mismo para poder reclamar dignidad y poder discutir con otras personas. Si no nos hablamos mejor a nosotras mismas es muy difícil que los demás lo hagan. ¿Cómo le voy a reclamar a mi jefe un aumento de sueldo si no siento que soy un buen trabajador? Primero hay que hablarse bien a uno mismo y después reclamarlo en el entorno.
Hay un capítulo en el libro que habla de aprender a encontrar un estilo propio de comunicación. ¿Nunca es tarde para aprenderlo o conforme crecemos es más complicado dejar atrás ciertas costumbres a la hora de hablar?
Estudié una licenciatura y nadie me habló de esto. Efectivamente, nunca es tarde. La asertividad debe ser el modelo comunicativo que prime en nuestra sociedad y se debe aprender y enseñar. Las consultas están llenas de personas que no saben expresarla bien y creen que van a ser señalados o perder vínculos si dicen lo que piensan. Yo pienso que aprender a dejar que las demás personas te vean e interpreten cuáles son tus deseos, metas y objetivos es un ejercicio de amor propio. Por tanto, hay que dejar ver a los demás qué soy y qué es lo que quiero.
«Nadie discute igual con una persona que con otra; los estilos que me permito con mi jefe no son los mismos que con mi mejor amiga»
Juan Muñoz
Psicólogo
Se ve a muchas personas que quieren discutir, que se les nota que disfrutan con ello, y otros que en cambio evitan ese momento.¿ Qué características generales guardan cada uno de ello?
Hay que saber distinguir entre discutir y pelearse porque son conceptos diferentes. Discutir es reclamar dignidad, ser escuchada y atender a las necesidades de la otra persona. Es decir, el interés es acercarnos en esas posturas. Los que viven anclados siempre reclamando y batallan sin fin son los que no tienen intención en atender a tus necesidades sino en defender las suyas pasando por las tuyas. Qué necesidad de intentar arreglarlo si el objetivo de la discusion no nos va a llevar a ningun punto.
¿Se aprende a discutir bien discutiendo mucho o no necesariamente?
Aprendiendo a discutir primero. Hablando mucho de nuestros conflictos en pareja, por ejemplo. Los reproducimos muchas veces pero eso no implica que lo hagamos bien. Nos dicen que discutir es malo porque replicar una opinión ajena tiene una repercusión en el vinculo establecido y puedes perder a alguien por decir que algo no te gusta. Pero hay que moldear ese miedo y transitarlo y decidir que es algo importante y por lo tanto construir nuestro estilo de discusión. Nadie discute igual con una persona que con otra: los estilos que me permito con mi jefe no son los mismos que con mi mejor amiga. Aprender a discutir significa aprender a quererse a uno mismo. Discutir es ver lo que nos rodea, qué pasó, qué quiero dar y qué no.
Todos en algún momento de nuestra vida vamos a enfrentarnos a una conversación incómoda, y sin embargo nuestro instinto a veces quiere evitarla a toda costa… ¿es mejor atajarla cuanto antes?
Tenemos que hacer consenso y contextualizar las discusiones. Si tengo un conflicto y quiero plantearle el problema, lo justo y ético es hacérselo saber a la otra persona. Hay que atajar ese problema pero con las mismas ventajas ambas personas. Es decir, si he aprendido lo que significa tener responsabilidad afectiva, demos tiempo a la otra persona que se prepare su 'speech' y que no le lleguen los golpes sin saber por dónde vienen.
Hay que hacer ver que se está interesado en hablar sobre un tema concreto y dar tiempo pero hablar de eso lo antes posible. Pregunta: '¿Cuándo crees que vas a estar preparado para ello?'. Hay que discutir bajo las mismas condiciones éticas.
Ocurre mucho que uno necesita arreglarlo todo cuanto antes y otro prefiere que el tiempo haga el olvido, ¿verdad?
Tenemos que contextualizar. Si yo tengo una necesidad de arreglarlo ya y tú lo quieres alargar al infinito, hay que encontrar el punto medio. Cuánto tiempo necesitas para gestionar la información.
Cuando tenemos necesidad comunicativa tenemos que atender dos puntos: la incomodidad de quitarlo de encima y la otra polaridad es 'me siento mal pero se que si dejo pasar el tiempo esta emoción va a ir cayendo paulatinamente'. Hay que llegar a un acuerdo.
«Discutir es reclamar dignidad y una muestra de amor propio»
Juan Muñoz
Psicologóa
Cuando discutimos se pretende llegar a un acuerdo pero ¿y si no llegamos a eso?
Se da constantemente el no llegar a un acuerdo. Todos hemos llegado a no alcanzar un acuerdo: nuestras posiciones están tan distantes que nunca se unen en un beneficio para ambos. En esos casos consideramos la posibilidad de que nada es para siempre y hay que aprender a poner limites; 'si esto que te pido no lo respetas o asumes, una posible solución es una separación'. Y debe ocurrir no solo en la pareja, también en familia, amistad, trabajo…
Hay que aprender a comunicarse de manera asertiva. Yo puedo decidir no discutir bien contigo porque no me merece la pena. Eso es muy válido: mandar a la mierda también es ser asertivo.
El hecho de no entrar en una discusión ya nos da pistas de que no nos merece la pena arreglar algo. Como si ya lo diéramos por perdido porque no nos importa, ¿no es así?
El momento en el que te das cuenta y no te apetece discutir es un duelo por ruptura. La relaxión se ha disuelto. Tener la necesidad de discutir algo para que te vean y sepan quién eres es el mayor acto de amor propio que nos podemos dar. Las demás personas ven quiénes somos y que decidan si quieren quedarse.
Si me tengo que convertir en una persona que no soy, siempre digo sí cuando es no y otros ejemplos, en realidad me digo que no a mí mismo. Si tengo que elegir entre decepcionar a otra persona o a mí, hay que preferir decepcionar a los demás. Además, cuando decidimos no discutir no estamos desarrollando ninguna herramienta para aprenderlo en un futuro. Se queda una bola de nieve que o salimos a la fuerza o no salimos nunca de esa situación.
He escuchado a algunos expertos decir que hay que hacer caso a nuestras emociones y no a nuestros pensamientos. En cambio tú en tu libro afirmas que no somos nuestras emociones…
No somos lo que sentimos ni lo que pensamos. Somos lo que hacemos con todo eso. Cuando me propusieron cómo escribir el libro me entró un miedo que me decía que no lo escribiera. Si hago caso a eso, te libras de ese miedo. Los mecanismos de vitalizacion nos juegan malas pasadas. Otros pensamientos pueden ser que estoy ilusionadísimo con alguien pero pienso que si me ve en persona lo mismo no le gusto, que no soy tan interesante como se piensa… y eso hace que al final no vaya. Si nos fusionamos con las emociones y no les preguntamos no nos estamos movimiento a traves de nuestra propia voluntad. Con los pensamientos ocurre lo mismo. Puedo pensar que para qué voy a escribir este libro si no va a llegar a nadie y si me fusiono con ese pensamiento, no voy a escribir el libro.
Tienes mucho miedo porque escribir un libro es un proyecto grande y son pensamientos intrusivos a losque hay que contradecir. En este caso, los he contradecido. Las emociones nos traen mensajes y estos pueden estar marcados por nuestra historia de aprendizaje. Por tanto, las emociones y los pensamientos no nos traen pensamientos absolutos.
Sobre el autor
Juan Muñoz es psicólogo formado en terapia conductual, individual y de pareja. Desde hace más de diez años se dedica a la atención clínica a personas adultas, así como a la formación dirigida a profesionales sanitarios en activo.
A lo largo de su carrera ha conseguido compatibilizar su trabajo con la divulgación sobre salud mental en Instagram (@psicologeria), donde cuenta con una comunidad de más de 223k seguidores, a los que habla de la comunicación como herramienta clave para crear relaciones sanas con una misma y con las demás personas.
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