Sergi Rufi: «La mente es como un cuchillo: tiene varios usos, algunos muy útiles y otros muy dañinos»

Acaba de publicar «Una psicología real» (Libros Cúpula), un libro, casi una biografía, pero en parte también una guía, en la que cuenta su camino para dejar el sufrimiento atrás. En una sociedad ultraconectada, en la que todos somos aparentemente felices en las redes sociales , donde cada vez nos abruma más toda la información que recibimos y nos conocemos menos a nosotros mismos es importante, como se suele decir, saber «separar el grano de la paja». Hablamos con Sergi Rufi en ABC Bienestar sobre esto mismo: la imposición de la felicidad, la influencia de las noticias y muchos de los miedos que nos persiguen en el día a día.

¿Por qué dice que la mente puede ser un instrumento de bienestar, pero también de tortura?

Puede serlo, mejor dicho, lo es, porque en realidad nadie nos ha enseñado cómo funciona la mente, qué es, dónde está, qué podemos esperar de ella. Para nosotros, la mente es algo que nos es oculto y se va construyendo de manera automática, pero en realidad es algo muy complejo. Podríamos decir que la mente es como un cuchillo: tiene varios usos, algunos muy útiles y otros muy dañinos. La mente es la eterna desconocida.

¿Por qué tenemos tanto miedo a la soledad? ¿Es síntoma de tiempos modernos?

Creo que la soledad es algo que siempre nos ha asustado, a nivel neurológico y a nivel biológico; estamos diseñado para vivir en tribu, en manada. Es algo complicado, y ahora mismo los medios de comunicación promocionan la vida en pareja y en familia. No vemos anuncios de gente sola, que sonría. Hay una construcción sociocultural que vemos todos los días y que criminaliza el hecho de estar solos.

Entonces hay un estigma sobre la soledad, sobre la soltería...

Exacto, hace poco veía en una revista una historia sobre un personaje famoso, en la que contaban que era feliz, pero le siguía faltando algo, porque seguía soltero. Se trata muchas veces la soltería como si fuera una condena, y no una elección.

Dice en el libro que la racionalidad no nos ayuda a alcanzar el bienestar mental ¿Confundimos racionalización con sanación?

Racionalizar es todo lo que nos han enseñado: a pensar, a dudar y cuestionar, pero de alguna manera luego no somos capaces de saber cómo estamos, si estamos bien, cómo nos encontramos. Este tipo de cuestiones son más experienciales, y muchas veces no sabemos resolverlas. Nuestro pensamiento es automático el 80% de las veces, y en esto interviene nuestra experiencia, quee muchas veces, sin que nos demos cuenta, nos frena. No podemos estar todo el rato pendientes de lo que nos dice el pensamiento: somos una mezcla de muchas cosas, y muchas veces no todo es razón y lógica. La amistad, el amor, mis preferencias de música, de comida, de sexo... son cosas que no podemos racionalizar.

¿A qué se refiere cuando dice en el libro que en nuestra vida abundan los profesores, pero no los maestros?

El profesor tiene que ver con alguien que se dedica a la función por la que le pagan, que es transmitir un texto o un esquema, y sin embargo un maestro tiene que ver con algo más holístico. El profesor tiene que ver con la parte más racional, el hemisferio izquierdo y el maestro con algo más completo, con alguien que piensa con las dos partes del cerebro, que habla de valores con cariño y respeto. El profesor es más un robot y un maestro es más humano.

¿Es peligroso el coaching?

El coaching en sí no, pero sí lo es el negocio que hay alrededor. Cursos de uno o dos meses que hacen que te creas experto... Cuando falta un código deontológico, hay personas que ejercen en profesiones que no controlan y en este caso, puedes acudir en busca de ayuda y terminar peor. Detrás de toda moda hay que sospechar. Si pasa algo así, normalmente hay una necesidad económica, que no una motivación humanista. Y en el caso del coaching ... a mí que alguien se llame life coach con 24 años, bueno y con 60, sin haber pasado por muchos procesos y trabajo interior y crisis, es complicado. Yo pienso que el life coach debería ser alguien justo antes del momento de la lápida (se ríe). El momento de tener trabajo por primera vez, la primera pareja, que te dejen, debemos tener una experiencia y no solo haber vivido estas cosas, sino luego haberlas trabajado.

¿Está Instagram transformando la dinámica de las relaciones sociales?

Instagram es una plataforma que promociona una interacción corta, egoísta y de fachada. Hablo en el libro que hay dos tipos de personas que utilizan esta red social: las personas que siempre muestran estar bien y las que son más responsables. Es como la figura del profesor y el maestro que comentaba: el primero tiene un uso de Instagram unidireccional, busca despertar envidia y ganar muchos likes ; el segundo tiene una comunicación más horizontal y menos condescendiente. Este escaparate al final termina influyendo, claro.

¿La cultura nos moldea como personas?

Absolutamente, somos seres culturales. Por ejemplo, la gente constantemente tararea canciones, y debemos darnos cuenta de que la música no es solo melodía, es letra, es un timbre triste y alegre y esto nos va construyendo. Hay una cultura de consumo en la que hay cierta tendencia, siempre es un poco lo mismo, pero sentimos que hay un producto con el que encajamos. Por ejemplo, las letras de la música latina; se escuchan mucho y nos esta construyendo como personas, nos influye en cómo somos.

Aun así, ¿la expresión artística puede ayudarnos a sentirnos mejor, en paz con nosotros mismos?

Claro que sí, aunque si nos hace estar en paz con nosotros mismos no lo sé... Pero sí es un vehículo de comunicación, de conexión y de catarsis, de expresión. Aunque luego enciendes la radio y siempre suena la misma canción, y mucha veces en este tipo de medio artístico se recrea el amor tóxico, el pozo interior, y volver una y otra vez a ello... es complicado salir de ello si lo revivimos todos los días.

Habla en el libro de la new age Disney, eso que muchos llaman el «efecto Mr. Wonderful»… ¿El culto desmedido a la felicidad nos lastra?

Sí, esa búsqueda en sí alimenta una necesidad absoluta; si yo busco eso es que no lo tengo. Parece que hasta que no perpetuemos la perfección, una belleza estética impuesta, las sonrisas constantes, no vamos a ser felices. Yo no utilizo la palabra felicidad, porque se asocia a esto, que al final es un producto.

En realidad, la felicidad tal vez no sea tan compleja, a lo mejor es algo más sencillo, y por eso se nos escapa, porque nos lo que nos han enseñado es la complejidad y la búsqueda constante.