«Sé egoísta (y mejora el mundo): el placer de dar es el más bonito de los egoísmos»

Ahora viene la parte importante. Si realizas ese mismo acto por mero altruismo o porque consideras que es tu obligación contribuir a un mundo mejor, obviamente eso no tiene nada de malo, pero la probabilidad de que se perpetúe en el tiempo se reduce, ya que el altruismo por altruismo es menos duradero que el egoísmo. Lo que yo te propongo es que hagas lo mismo, pero con una motivación diferente. La egoísta. No porque quieres que otra persona tenga esa experiencia, sino porque quieres tenerla tú. ¿Te has parado alguna vez a pensar por qué la gente da regalos? ¿Realmente es porque quieren que el agasajado tenga ese regalo o puede que sea porque él quiere tener el gusto de regalarlo?

Curiosamente la motivación de regalar es mucho más egoísta de lo que solemos pensar, y, sin embargo, eso no le hace perder su virtud. Al contrario, reconocer que es una ventaja, porque motiva, hace que se pueda aprovechar su valor.

No lo hagas por otros. Hazlo por ti. Tú te alegrarás de que tu cofre de las experiencias mejore, pero en realidad lo que de verdad estará mejorando es el mundo.